EDUCACIÓN
El acceso a la tecnología y el dinero, nuevos filtros de 'selección' en la
Universidad
VERÓNICA VEGA | La Habana
En Cuba, donde la enseñanza universitaria es gratuita, las nuevas
tecnologías han impuesto grandes retos económicos a los estudiantes y a sus
familiares.
En un país apartado del ritmo tecnológico del mundo, los profesores apelan
cada vez más a herramientas como un móvil inteligente, una laptop,
internet, mientras las familias hacen grandes esfuerzos para cubrir las
nuevas necesidades de sus hijos.
"Tanto mi laptop como mi móvil los tengo gracias a que mi papá ha podido
viajar como médico", confiesa Saúl, egresado de Filología. "Por mi
experiencia puedo decir que son imprescindibles. Yo entré en la carrera en
2009 y ya toda la bibliografía era digital. Y en mi caso solo necesitaba
leer, pero una amiga mía que estudiaba diseño sí tenía que hacer trabajos.
En ese momento ella no tenía computadora y se metía noches en mi casa, o en
casa de otros amigos".
Javier, graduado de Historia, pudo comprarse un móvil y una laptop
trabajando en una cafetería particular. "Es que te quedas atrás en relación
con los que tienen porque son instrumentos más rápidos para buscar, para
procesar información. Yo fotografiaba las páginas con el móvil y las leía
más cómodamente en la laptop. ¡Y eso sin hablar del tema internet! Puede
ser que un profesor te diga: 'necesitas bibliografía actualizada porque los
libros que están en la biblioteca son de los años 50'. A esa hora tienes
que hacer una búsqueda en internet, descargar PDF, bibliografía bien
referenciada porque, si no, te la tachan de obsoleta, te dicen que no estás
haciendo ningún aporte".
Lisset, estudiante de Medicina, afirma que "un móvil y una laptop ahora
mismo son ley prácticamente. Los mismos profesores se sustentan en la
tecnología, y lo que te exigen a nivel académico ya no depende de las notas
que tomas en una clase, sino de una información actualizada que solo puedes
obtener en internet. Así que no es solo el móvil y la laptop, sino el
dinero para pagar la tarjeta con la cual poder conectarte. Si no tienes
eso, te desplazan, y eso no va en el nivel intelectual del estudiante, sino
en el nivel adquisitivo".
A la pregunta de cómo obtuvo las herramientas, Lisset responde que su padre
es botero.
"Poseer los medios te cambia la mentalidad", apunta Raxel, egresado de San
Alejandro. "Yo dependía de otros para hacerle fotos a mis trabajos y tenía
que pedir favores, luego caerles atrás para no perder la documentación… De
haber tenido computadora habría aprendido videoarte y 3D".
"Hace dos años entré a un curso de Diseño, pero lo dejé porque no tenía
dónde practicar. Ahora por fin tengo una laptop, la pude comprar con lo que
gané como corredor de permutas. Conozco estudiantes del ISA que para
comprarse un móvil han tenido que pintar para la feria. Se critica mucho el
capitalismo, pero el desarrollo te da facilidades. Puedes adquirir más
barato lo que vaya quedando desfasado. Aquí escapamos un poco gracias
a Revolico, que le hace la competencia al Estado, porque los precios que el
Gobierno pone son impagables", añade.
Alexander, estudiante del Instituto Superior Pedagógico, dice que el
smartphone y la laptop se los mandó un familiar del extranjero. El móvil
incluso era el único teléfono en la casa, pero se lo cedieron por los
requerimientos de su carrera.
Para Leonardo, estudiante de Humanidades, "hay algo ya establecido, y son
las remesas, pero no todo el mundo tiene familiares afuera con los que
pueda contar".
"Recuerdo el caso de dos estudiantes que dejaron la escuela Félix Varela
porque no tenían recursos para estar a la altura de los demás", asegura.
Y la ropa también
Edgar, artista visual, opina que "todo tiene que ver con el funcionamiento
de una sociedad enferma, donde adquirir esas herramientas no es un mérito
obtenido por medio del trabajo honesto sino por el sacrificio de un
familiar afuera o porque el padre o la madre están luchando, como se dice,
metiendo el cuerpo, haciendo cosas ilegales".
"Y lo peor es que los resultados no dependen del talento, de la capacidad
intelectual y ni siquiera del esfuerzo personal", lamenta.
"Si no tienes móvil o laptop no es que te discriminen abiertamente, pero tú
misma vas sintiendo que no encajas, y o te adaptas o te apartas", dice
tajante Yaíma, estudiante de Periodismo.
La ropa también cuenta a la hora de encajar. Javier opina que "no solo los
universitarios, toda la juventud está enfocada en estar a la onda, y es una
plaga que viene ya desde la escuela primaria. El que no está a la onda es
relegado".
"Yo conozco tres muchachos que no han estudiado en el curso diurno
precisamente por eso", añade Leonardo. "Hay ropas específicas que te sitúan
en una clase, una especie de manada. Ellos no son conscientes de la causa,
solo dicen 'siento que no encajo ahí'. Te das cuenta de eso cuando ves a
los de los cursos de trabajadores y a los del curso diurno, hay una
diferencia abismal entre los dos grupos solo por la forma de vestir. Y eso
marca decisiones a la hora de escoger una carrera y un lugar para estudiar".
En opinión de Edgar, la falta de opciones económicas es un lastre grave
para la búsqueda y el despliegue de la identidad individual.
"Aquí no existe ninguna cultura de la diversidad en las instituciones, como
en el extranjero, que tienen sus tendencias, su música, etc. puedes
ubicarte en cualquier tipo de perfil. Puedes ser punk, gótico o gay… y esto
no te lo cuestionan, lo único cuestionable es tu comportamiento… Este es un
país machista, sexista, racista. Aquí lo que llaman las tribus urbanas
está, yo diría, en un estado más que primitivo".
En el criterio de Saúl, las posibilidades económicas generan segregaciones
que contradicen las premisas más básicas del sistema socialista, y son
visibles.
"Yo hablo solo por mi experiencia en la Facultad de Letras. La Universidad
de La Habana es una universidad blanca y casi femenina porque, por una
cuestión de género, al varón se le exige más que empiece a trabajar, ya que
la situación familiar es insostenible. Buena parte de los alumnos son de
una clase acomodada y eso le suma al fenómeno un nivel de desidia. Esos
jóvenes optan por una carrera porque todo les va a ser costeado. La familia
les exige un título y están en la universidad no por vocación, sino movidos
por ese compromiso. Si dejan los estudios, los padres dejan de darles
dinero. Por eso hay un montón de tesis anodinas, de seudoprofesionales".
A la pregunta de cómo sobrevive en la universidad un joven sin recursos,
Saúl responde:
"Yo lo veo como un proceso de depuración. Si eres pobre, hay que amar mucho
tu vocación o tener una voluntad férrea para resistir la agresión del
ambiente. La gran mayoría de los que se gradúan son de la clase acomodada".