Ventas a plazos. Recuerdo de una época distante.
Siempre recuerdo con agrado cuándo tuvimos por primera vez un televisor en
casa. Fue en el verano de 1979, era uno de aquellos KRIM-218 en blanco y negro
de fabricación soviética que en aquel momento nos supo a gloria.
Mi padre era un humilde trabajador que ganaba un salario de 118 pesos al mes y
difícilmente hubiera podido pagar al contado un televisor que costaba casi 700
pesos. Pero existía un sistema de ventas a plazos para artículos de alto valor
que funcionaba muy bien y, gracias a eso, en muchos hogares cubanos comenzaron
a entrar refrigeradores, televisores, lavadoras y otros artículos caros. En
aquel tiempo no había remesas del exterior ni trabajo por cuenta propia y eran
muy pocos los que viajaban al extranjero. Casi el 100% de la población cubana
laboralmente activa se desempeñaba como obrero o empleado en entidades
estatales, con salarios modestos pero decorosos.
Mediante una estrecha coordinación entre las tiendas, las empresas y los
bancos, la persona que adquiría el artículo abonaba inicialmente una cantidad
de dinero (digamos un 10 o 20%) como entrada y después se le cobraba todos los
meses una cuantía, pero ya tenía el artículo en cuestión y podía disfrutar de
él. Eso no era un invento nuevo, las ventas a plazos eran ya algo conocido
desde hacía unos años.
Lo curioso es que en una época en la que no existían computadoras ni sistemas
informáticos, sino toneladas de papeles que debían revisarse uno por uno, ese
sistema funcionaba y la gente se beneficiaba. Nada estaba automatizado, todo
era trabajo humano, cientos de personas hacían funcionar aquello sin una sola
tecla, todo a base de cupones, modelos y comprobantes.
Casi cuarenta años después, todo está sobre soporte informático, las montañas
de papeles fueron sustituidas por bases de datos y los Sistemas informáticos
hacen millones de operaciones por segundo. Las entidades y los bancos se
conectan en redes a velocidades de Mb/s y las capacidades de almacenamiento de
varios Teras son ya algo cotidiano. Pero no hay facilidades de pago, todo el
mundo tiene que pagar al contado.
O pagas la totalidad del precio en el momento de la compra o no tienes el
producto, no hay más opción. Aquel sistema de ventas a plazos se evaporó con
la primera “P” de un período al cual me resisto todavía a darle el calificativo
de “especial”, no sólo porque significó una etapa de carencias sino por el
enorme daño cultural que nos hizo. Las ventas a plazos son una facilidad que
tuvimos y se borró de la mente de las personas, nadie menciona ni pide algo
así, es como si no supieran que eso existe. Y para los que lo conocimos es solo
eso, un recuerdo de una época distante.
tomado de
http://agonzalolp.cubava.cu/2018/10/07/ventas-a-plazos-recuerdo-de-una-epoca-distante/
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