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Edgar Allan Poe, belleza de lo sombrío
Por: Yelena Rodríguez Velázquez
14 octubre 2018
Edgar Allan Poe es un autor bien conocido en la literatura universal, sobre
todo por aquellos amantes del cuento y la escritura ”negra”. El
estadounidense, quien apenas vivió 40 años (19 de enero de 1809- 7 de
octubre de 1849), supo dejar una marca perpetua con su estilo incisivo y
elegante, y regresa siempre a dialogar con quienes buscan un estímulo en su
obra.
¿Quién no recuerda los cuentos El gato negro, El escarabajo de oro, El pozo
y el péndulo, Los crímenes de la calle Morgue? Quién, al terminar la línea
anterior, no quedó preguntando ¿acaso la autora olvidó mencionar El cuervo?
“El cuervo, inmutable, continúa instalado allí, sobre el pálido busto de
Palas, precisamente encima de la puerta de mi habitación, y sus ojos se
parecen a los ojos de un demonio que sueña (…) y mi alma (…) no podrá volver
a elevarse. ¡Nunca más!”
El poema narrativo publicado en 1845 deviene su obra más célebre y forma
parte de la riqueza literaria de todos los tiempos. Además, inspiró el
trabajo de varios escritores, entre ellos el inglés Walter John de la Mare,
el escocés Robert Louis Balfour y el argentino Jorge Luis Borges, quien se
refirió a la imposibilidad de la existencia de la literatura sin la prosa de
Whitman y Poe.
Como Borges, quedó cautivado su coterráneo Julio Cortázar. Para él, la magia
estaba justo detrás de ese mundo caótico, underground, de sufrimiento casi
perpetuo retratado en sus líneas.
Por ello, puso empeño en traducir sus relatos y ensayos, tarea que le llevó
alrededor de tres años hasta ver frutos en 1956, cuando apareció en dos
tomos de la editorial de la Universidad de Puerto Rico en colaboración con
la Revista de Occidente.
“Yo estoy ya hasta las orejas en Poe”, escribió en una de sus cartas el
autor de Rayuela, a quien los hispanohablantes debemos el agradecimiento por
las exquisitas versiones que hizo del pintor de escenarios lúgubres.
La fuerza dramática de su prosa llegó también a la música, el cine, las
artes plásticas y la televisión con múltiples adaptaciones.
Pero Poe no fue solo reflector de contextos trágicos, aunque el matiz puede
leerse entre líneas. Su obra tiene una heterogeneidad en los estratos
narrativos que también roza el análisis, el humor y lo detectivesco.
Auguste Dupin, primer detective moderno de la literatura, fue uno de sus
auténticos personajes que influyó posteriormente en otro par de prestigiosos
autores: Arthur Conan Doyle y Agatha Christie.
Huérfano, demiurgo de su destino e imperfecto, a veces alabado, pero sobre
todo diana de la crítica, “el dios intelectual de su siglo” (así lo llamó el
poeta francés Stéphane Mallarmé) abandonó su forma física el 7 de octubre de
1849.
“Mi vida ha sido capricho, impulso, pasión, anhelo de la soledad, mofa de
las cosas de este mundo; un honesto deseo de futuro”, así se describió el
propio literato en sus cartas.
Hoy, a 169 años, permanece su huella en el mapa de la buena literatura que
bien presume de atesorarlo como uno de los grandes maestros del relato
corto, renovador de la novela gótica, cultor de la naciente ciencia ficción
y mayor exponente del Romanticismo en Estados Unidos.
(Tomado de Orbe)