[chilefuturo] Ciudadanismo, seria el nombre...

  • From: Patricio Chacon <pachamos@xxxxxxxxx>
  • To: Discussion Regarding the Chilean Social Sciences <CHILE-H@xxxxxxxxxxxxxxxxx>, chile-h@xxxxxxxxxxxxxxxx, chilefuturo@xxxxxxxxxxxxx, "Radio U. de Chile" <pautauchile@xxxxxxxxx>
  • Date: Mon, 20 Jun 2011 00:18:21 -0400

...de las manifestaciones como la de los Indignados, los pinguinos,
patagonia sin represas, y otras hierbas.

Lo mismo que el Mayo 68 Frances, que en muy poco tiempo "desaparecieron".

La intervencion de Manuel Delgado, en la Plaza misma, recuerda otros
eventos similares, que se perdieron ignorados por las instituciones
formales. A los pinguinos, la sra Bachelet los desmovilizo al
integrarlos en comisiones integradas mayoritariamente por Autoridades
en la materia, que "sabian" que no era mucho lo que se podia hacer, pq
habia que seguir financiando a las FF AA, no se podia tocar el
sacrosanto derecho a hacer negocios con lo que sea -como la educacion,
la salud, el agua potable, y un larguisimo etc-

Comienza con un estilo muy formal y academico -no muy facil- pero al
final se va descomplicando.

Yo pienso que, en ocasiones anteriores, se ha cumplido lo que Manuel
Delgado afirma:

los movimientos se alimentan de casi puras emociones de estar
"liberados, pero al no tener una base ideologica compartida, ni
organizacion que les permita persistir, ni una propuesta de "que
hacer" ni de "como hacerlo" que sean claros y ampliamente compartidos
-lo mas claro es lo que no quieren y lo que los indigna, aunque son
muchos motivos-, al pasar el tiempo y no conseguir mucho -no tienen
una estructura ni representantes con quienes negociar, aparte que no
quieren tenerlas- e ir perdiendo cobertura, se van diluyendo hasta
desaparecer.

Un par de dias atras, en la Copuchativa entrevistaron a una Indignada,
abogada, a la que le preguntaron pq no promovian un referendum para
lograr sus demandas principales -al estilo de los Indignati italianos-
y ella dijo que "eso seria recurrir a las instituciones actuales" y
"va en contra del espiritu del movimiento" -no son citas textuales-,
lo que parece bastante raro, puesto que podrian pedir hasta cambios en
la constitucion, y si ganan, tendria que hacerse.

Pero Delgado -y esta caracterización pesimista, que ha sido valida-
esta ignorando los casos en que si han logrado resultados, y notables.
Entre los que recuerdo, están:

-Las Indignadas de Islandia, que movilizaron a todo el pais, y lo
transformaron por completo.

-Los varios casos de exito de las primaveras arabes

-El de los Indignati italianos, recien citados.

-Y para no aburrir, podriamos decir que las protestas que terminaron
por botar al Pinocho (VCSM) fueron una forma de movimientos sociales a
los que se acoplaron los partidos para sacar el mejor partido.

En buenas cuentas, creo que estos son fenomenos sociales que, aunque
no sean nada nuevo, estan siendo cada vez mas interesantes, y que
tienen buenas posibilidades de lograr cambios que no se ven posibles
por otros medios, dadas las actuales condiciones, y la capacidad de
las chusmas masivas de aguantar que los hagan lesos y se aprovechen de
ellos, sin chistar y hasta con alegria, que parecia casi infinita.

Bueno, no lateo mas, y los dejo con Delgado.

No pongo link, pq Pedro, el que me lo envio, no puso ninguno. pero no
debe ser dificil ubicarlo con san Google.

saludos octimistas de
patricio

ps: si alguien no quiere recibir estos mail mios, basta que lo diga, y
lo saco de la lista de envios. por supuesto, no me voy a ofender.
PCM


Esta es la intervención de Manuel Delgado, antropólogo y académico U.
de Barcelona ante miles de jóvenes del movimiento del 15M en Plaza
Catalunya. El autor es un activista político e intelectual de la
izquierda socialista libertaria. Es desde hace años un referente de
los movimientos alternativistas y anti-globalización en España y
Latinoamérica (al nivel de Antonio Negri, García Linera, Marilena
Chaui y Joseph Stiglitz). Este texto hoy es ampliamente debatido en la
red, en universidades y organizaciones democráticas de izquierda. Su
contenido es polémico, ya que el autor es mundialmente reconocido como
un crítico tanto del neoliberalismo global, como de las teorías de las
vanguardias y de los partidos tradicionales de las izquierdas
europeas. Creo que es un aporte a un debate político estratégico
serio. RTO.



15-M: EL PELIGRO DEL CIUDADANISMO



Todo el mundo parece interesado en esclarecer qué tipo de fenómeno se
está produciendo estos días en las ciudades españolas, en plazas como
estas, en las que personas como nosotros expresamos nuestro
descontento ante la situación que padecemos. Me gustaría profundamente
decir y creer que estamos ante un movimiento cuya característica
principal, y la fuente de la inquietud que parece generar, tiene que
ver con la dificultad a la hora de someterlo a una tipificación clara;
resultado de su renuncia a los principios de identidad e
identificación propios de un sistema que exige que sus interlocutores
se presenten siempre como instancias orgánicas inconfundibles con las
que se es posible negociar. Un poco, si se me permite, a la manera de
aquella canción de La Polla Records que seguro que muchos conocéis:
“¡No somos nada! / ¡No somos nada! / Quieres identificarnos, tienes un
problema”. Pero eso es lo que me gustaría pensar y decir, pero no
estoy seguro de poder hacerlo sin sentir que estoy haciéndoos una
concesión injusta, cuyo objetivo sería sólo el de obtener vuestro
aplauso.



En realidad, lo que pienso –y temo– es que esta movilización se pueda
homologar como un episodio más de lo que podríamos llamar el
movimientismo ciudadanista. El ciudadanismo es la ideología que ha
venido a administrar y atemperar los restos del izquierdismo de clase
media, pero también de buena parte de lo que ha sobrevivido del
movimiento obrero. El ciudadanismo se concreta en un conjunto de
movimientos de reforma ética del capitalismo, que aspiran a aliviar
sus efectos mediante una agudización de los valores democráticos
abstractos y un aumento en las competencias estatales que la hagan
posible; entendiendo de algún modo que la explotación, la exclusión y
el abuso no son factores estructurantes, sino meros accidentes o
contingencias de un sistema de dominación al que se cree posible
mejorar moralmente. El ciudadanismo no impugna el capitalismo, sino
sus “excesos” y su carencia de escrúpulos,



El ciudadanismo suele concretarse en movilizaciones masivas destinadas
a denunciar determinadas situaciones consideradas injustas, pero sobre
todo inmorales, y lo hace proponiendo estructuras de acción y
organización lábiles. Basadas en sentimientos colectivos mucho más que
en ideas, con un énfasis especial en la dimensión performativa y con
frecuencia “artística” o festiva. Prescindiendo de cualquier
referencia a la clase social como criterio clasificatorio, remite en
todo momento a un difusa ecumene de individuos a los que unen no sus
intereses, sino sus juicios morales de condena o aprobación.



Los movimientos sociales ciudadanistas no dejan de ser
revitalizaciones del viejo humanismo subjetivista, pero aportan como
relativa novedad su predilección un “circunstancialismo militante”,
ejercido por individuos o colectivos que se reúnen y actúan al
servicio de causas muy concretas; en momentos puntuales y en
escenarios específicos; renunciando a toda organicidad o
estructuración duraderas; a toda adscripción doctrinal clara y a
cualquier cosa que se parezca a un proyecto de transformación o
emancipación social que vaya más allá de un vitalismo más bien
borroso; acuerdo de heterogeneidades inconmensurables que, no
obstante, asumen articulaciones cooperativas momentáneas en aras a la
consecución de objetivos compartidos.

Esas formas de movilización prefieren modalidades no convencionales y
espontáneas de activismo, protagonizadas por individuos conscientes y
motivados, pero desafiliados; que viven la ilusión de que han podido
escapar por unos momentos de sus raíces estructurales, desvinculados
de las instituciones; que renuncian o reniegan de cualquier cosa que
se parezca a un encuadramiento organizativo o doctrinal; que proceden
y regresan luego a una especie de nada a-estructuda y que se prestan
por unos días u horas como elementos primarios de uniones volátiles,
pero potentes, basadas en una mezcla efervescente de emoción,
impaciencia y convicción, sin banderas, sin himnos, sin líderes, sin
centro, movilizaciones alternativas sin alternativas; que se fundan en
principios abstractos de índole esencialmente moral y para las que la
conceptualización de lo colectivo es complicada, cuando no imposible.

No sé si será casual que una de las figuras predilectas para ese
individualismo comunitarista o de ese comunitarismo individualista,
basado en la sintonía sobrevenida entre sujetos, sea la de la Red.
Entonces uno piensa en las virtudes de internet y las formas de
sociabilidad que propicia: paradigma de relación reticular; paraíso
donde se ha podido hacer palpable por fin la utopía de una sociedad de
individuos desanclados y sin cuerpo; en un universo de
instantaneidades; una solidaridad empática basada en el diálogo y el
acuerdo sincrónico entre personas individuales con un alto nivel de
exigencia ética consigo mismas y con el mundo.



Entre otros efectos, este tipo de concepciones de la acción política
al margen de la política se traduce en la institucionalización de la
asamblea como instrumento por antonomasia de y para los acuerdos entre
individuos que no aceptan ser representados por nada ni por nadie.
Esta forma radical de parlamentarismo se conforma como órgano
inorgánico cuyos componentes se pasan el tiempo negociando y
discutiendo entre sí, pero que tienen graves dificultades con negociar
o discutir con cualquier instancia exterior, porque en realidad no
tienen nada que ofrecer que no sea su autenticidad comunitaria y que
es más intralocutora que interlocutora.



El activismo de este tipo de movimientos se expresa de modo análogo:
generación de pequeñas o grandes burbujas de lucidez e impaciencia
colectivas, que operan como espasmos en relación y contra determinadas
circunstancias consideradas inaceptables; iniciativas de apropiación
del espacio público que pueden ser especialmente espectaculares, que
ponen el acento en la creatividad y que toman prestados elementos
procedentes de la fiesta popular o de la performance artística. Se
trata, por tanto, de movilizaciones derivadas de campañas específicas,
para las que pueden establecerse mecanismos e instancias de
coordinación provisionales que se desactivan después..., hasta la
próxima oportunidad en la que nuevas coordenadas y asuntos las vuelvan
a generar poco menos que de la nada. Cada oportunidad movilizadora
instaura así una verdad comunicacional intensamente vivida, una
exaltación en la que la pesadilla de las relaciones de producción, las
dependencias familiares y los servilismos estructurales que conforman
nuestra vida cotidiana se ha desvanecido por unos momentos o incluso
días.



Se genera así, durante el lapso en que la movilización se produce una
especie de refugio en que vivir una emancipación en última instancia
ilusoria de la gravitación de las clases y los enclavamientos. Una
victoria momentánea de la realidad como construcción interpersonal
sobre lo real, como experiencia objetiva del mundo.



Lo que quiero con mi intervención es advertir del peligro de que, en
efecto, la gran movilización en marcha estos días devenga un ejemplo
de este tipo de grandes convulsiones colectivas inspiradas y
orientadas por lo que en la práctica puede ser una mera crítica ética
del orden económico y político que padecemos, estructurado vagamente
en torno a una no menos vaga denuncia de una entidad abstracta, casi
metafísica, que es “el sistema”.



En Barcelona hemos conocido varios ejemplos de este tipo de
movilización tan potente como efímera, que se han desvanecido en la
nada en cuanto los medios de comunicación han dejado de atender el
colorista espectáculo que deparaban. Desde luego el movimiento contra
la guerra de Irak en el 2003 sería un paradigma de ello, pero también
lo serían las movilizaciones estudiantiles contra el plan Bolonia en
marzo de 2009, que alcanzaron puntas importantes de dramatismo social,
pero que, al cabo de unas semanas de su algidez en el desalojo del
rectorado de la Universitat de Barcelona, se extinguieron sin dejar
tras de sí otra cosa que un vacío y una inanidad de las que todavía
somos víctimas en las universidades catalanas.

Así pues se plantea como urgente la cuestión de qué hacer cuanto la
intensidad de la emoción colectiva que nos reúne ahora y aquí se vaya
amortiguando y cuando –y no quepa duda de que esto ocurrirá dentro de
unos días– los medios de comunicación dejen de considerarnos
“interesantes” y los políticos de expresar una cierta simpatía y
comprensión ante el malestar que nos congrega esta mañana.



Es la discusión política y la imaginación colectiva a las que, estos
días y en esta y otras plazas, les corresponde concebir y organizar un
camino que convierta este escándalo ante lo que pasa -y nos pasa- en
Energía Histórica.



PLAZA CATALUNYA-BARCELONA, 21 de mayo de 2011

-- 
Patricio Chacon Moscatelli
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