[telescoperos] Re: apuntesy saludos.

  • From: Marcelo Heredia Len <mheredial@xxxxxxxxxxx>
  • To: <telescoperos@xxxxxxxxxxxxx>
  • Date: Wed, 3 Oct 2007 00:23:12 +0000

POR QUÉ TODAVÍA NO ME COMPRÉ UN DVD 


 
Eduardo Galeano
 
 
Lo que me pasa es que no consigo andar por el mundo tirando cosas y 
cambiándolas por el modelo siguiente sólo porque a alguien se le ocurre 
agregarle una función o achicarlo un poco. 
 
No hace tanto con mi mujer lavábamos los pañales de los críos. Los colgábamos 
en la cuerda junto a otra ropita; los planchábamos, los doblábamos y los 
preparábamos para que los volvieran a ensuciar. Y ellos, nuestros nenes, apenas 
crecieron y tuvieron sus propios hijos se encargaron de tirar todo por la borda 
(incluyendo los pañales). ¡Se entregaron inescrupulosamente a los desechables! 
 
Si, ya lo sé. A nuestra generación siempre le costó tirar. ¡Ni los desechos nos 
resultaron muy desechables! Y así anduvimos por las calles guardando los mocos 
en el bolsillo y las grasas en los repasadores. Y nuestras hermanas y novias se 
las arreglaban como podían con algodones para enfrentar mes a mes su fertilidad.
 
¡Nooo! Yo no digo que eso era mejor. Lo que digo es que en algún momento me 
distraje, me caí del mundo y ahora no sé por dónde se entra. Lo más probable es 
que lo de ahora esté bien, eso no lo discuto. 
 
Lo que pasa es que no consigo cambiar el equipo de música una vez por año, el 
celular cada tres meses o el monitor de la computadora todas las navidades. 
 
¡Guardo los vasos desechables! ¡Lavo los guantes de látex que eran para usar 
una sola vez! ¡Apilo como un viejo ridículo las bandejitas de espuma plástica 
de los pollos! ¡Los cubiertos de plástico conviven con los de acero inoxidable 
en el cajón de los cubiertos!
 
Es que vengo de un tiempo en el que las cosas se compraban para toda la vida. 
¡Es más! ¡Se compraban para la vida de los que venían después! La gente 
heredaba relojes de pared, juegos de copas, fiambreras de tejido y hasta 
palanganas y escupideras de loza. Y resulta que en nuestro no tan largo 
matrimonio, hemos tenido más cocinas que las que había en todo el barrio en mi 
infancia y hemos cambiado de heladera tres veces. 
 
¡Nos están fastidiando! ¡¡Yo los descubrí. Lo hacen adrede!! Todo se rompe, se 
gasta, se oxida, se quiebra o se consume al poco tiempo para que tengamos que 
cambiarlo. Nada se repara. Lo obsoleto es de fábrica. 
 
¿Dónde están los zapateros arreglando las medias suelas de las Nike? ¿Alguien 
ha visto a algún colchonero escardando sommiers casa por casa? 
 
¿Quién arregla los cuchillos eléctricos? ¿El afilador o el electricista? ¿Habrá 
teflón para los hojalateros o asientos de aviones para los talabarteros?
 
Todo se tira, todo se desecha y mientras tanto producimos más y más basura. El 
otro día leí que se produjo más basura en los últimos 40 años que en toda la 
historia de la humanidad. El que tenga menos de 40 años no va a creer esto: 
¡¡Cuando yo era niño por mi casa no pasaba el basurero!! ¡¡Lo juro!! ¡Y tengo 
menos de xx años! Todos los desechos eran orgánicos e iban a parar al 
gallinero, a los patos o a los conejos (y no estoy hablando del siglo XVII). No 
existía el plástico ni el nylon. 
 
La goma sólo la veíamos en las ruedas de los autos y las que no estaban rodando 
las quemábamos en San Juan. Los pocos desechos que no se comían los animales, 
servían de abono o se quemaban.
 
De por ahí vengo yo. Y no es que haya sido mejor. Es que no es fácil para un 
pobre tipo al que educaron en el 'guarde y guarde que alguna vez puede servir 
para algo' pasarse al 'compre y tire que ya se viene el modelo nuevo'. 
 
Mi cabeza no resiste tanto. Ahora mis parientes y los hijos de mis amigos no 
sólo cambian de celular una vez por semana, sino que además cambian el número, 
la dirección electrónica y hasta la dirección real. Y a mí me prepararon para 
vivir con el mismo número, la misma mujer, la misma casa y el mismo nombre (y 
vaya si era un nombre como para cambiarlo) 
 
Me educaron para guardar todo. ¡¡¡Toooodo!!! Lo que servía y lo que no. Porque 
algún día las cosas podían volver a servir. Le dábamos crédito a todo.
 
Si, ya lo sé, tuvimos un gran problema: nunca nos explicaron qué cosas nos 
podían servir y qué cosas no. Y en el afán de guardar (porque éramos de hacer 
caso) guardamos hasta el ombligo de nuestro primer hijo, el diente del segundo, 
las carpetas del jardín de infantes y no sé cómo no guardamos la primera 
caquita. 
 
¿Cómo quieren que entienda a esa gente que se desprende de su celular a los 
pocos meses de comprarlo?
 
En casa teníamos un mueble con cuatro cajones. El primer cajón era para los 
manteles y los repasadores, el segundo para los cubiertos y el tercero y el 
cuarto para todo lo que no fuera mantel ni cubierto. 
 
Y guardábamos. ¡¡Como guardábamos!! ¡¡Tooooodo lo guardábamos!! 
 
¡Guardábamos las chapitas de los refrescos! ¡¿Cómo para qué?! Hacíamos 
limpia-calzados para poner delante de la puerta para quitarnos el barro. 
Dobladas y enganchadas a una piola se convertían en cortinas para los bares. Al 
terminar las clases le sacábamos el corcho, las martillábamos y las clavábamos 
en una tablita para hacer los instrumentos para la fiesta de fin de año de la 
escuela. ¡Tooodo guardábamos!
 
Las cosas que usábamos: mantillas de faroles, ruleros, ondulines y agujas de 
primus. 
 
Y las cosas que nunca usaríamos. Botones que perdían a sus camisas y carreteles 
que se quedaban sin hilo se iban amontonando en el tercer y en el cuarto cajón. 
 
Partes de lapiceras que algún día podíamos volver a precisar. Tubitos de 
plástico sin la tinta, tubitos de tinta sin el plástico, capuchones sin la 
lapicera, lapiceras sin el capuchón.
 
Encendedores sin gas o encendedores que perdían el resorte. Resortes que 
perdían a su encendedor. 
 
Cuando el mundo se exprimía el cerebro para inventar encendedores que se 
tiraban al terminar su ciclo, inventábamos la recarga de los encendedores 
descartables. 
 
Y las Gillette -hasta partidas a la mitad- se convertían en sacapuntas por todo 
el ciclo escolar. Y nuestros cajones guardaban las llavecitas de las latas de 
sardinas o del corned beef, por las dudas que alguna lata viniera sin su llave. 
 
¡Y las pilas! Las pilas de las primeras Spica pasaban del congelador al techo 
de la casa. Porque no sabíamos bien si había que darles calor o frío para que 
vivieran un poco más. No nos resignábamos a que se terminara su vida útil, no 
podíamos creer que algo viviera menos que un jazmín. 
 
Las cosas no eran desechables. Eran guardables. 
 
¡¡Los diarios!! Servían para todo: para hacer plantillas para las botas de 
goma, para poner en el piso los días de lluvia y por sobre todas las cosas para 
envolver ¡Las veces que nos enterábamos de algún resultado leyendo el diario 
pegado al trozo de carne! 
 
Y guardábamos el papel plateado de los chocolates y de los cigarros para hacer 
guías de pinitos de navidad y las páginas del almanaque para hacer cuadros y 
los cuentagotas de los remedios por si algún medicamento no traía el 
cuentagotas y los fósforos usados porque podíamos prender una hornalla de la 
Volcán desde la otra que estaba prendida y las cajas de zapatos que se 
convirtieron en los primeros álbumes de fotos. Y las cajas de cigarros Richmond 
se volvían cinturones y posa-mates y los frasquitos de las inyecciones con 
tapitas de goma se amontonaban vaya a saber con qué intención, y los mazos de 
naipes se reutilizaban aunque faltara alguna, con la inscripción a mano en una 
sota de espada que decía 'este es un 4 de bastos'. 
 
Los cajones guardaban pedazos izquierdos de palillos de ropa (broches) y el 
ganchito de metal. Al tiempo albergaban sólo pedazos derechos que esperaban a 
su otra mitad para convertirse otra vez en un palillo. 
  
Yo sé lo que nos pasaba: nos costaba mucho declarar la muerte de nuestros 
objetos. Así como hoy las nuevas generaciones deciden 'matarlos' apenas 
aparentan dejar de servir, aquellos tiempos eran de no declarar muerto a nada. 
Ni a Walt Disney. 
 
Y cuando nos vendieron helados en copitas cuya tapa se convertía en base y nos 
dijeron: 'Cómase el helado y después tire la copita', nosotros dijimos que sí, 
pero, ¡minga que la íbamos a tirar! Las pusimos a vivir en el estante de los 
vasos y de las copas. 
 
Las latas de arvejas y de duraznos se volvieron macetas y hasta teléfonos. Las 
primeras botellas de plástico se tansformaron en adornos de dudosa belleza. Las 
hueveras se convirtieron en depósitos de acuarelas, las tapas de bollones en 
ceniceros, las primeras latas de cerveza en portalápices y los corchos 
esperaron encontrarse con una botella.
 
Y me muerdo para no hacer un paralelo entre los valores que se desechan y los 
que preservábamos. 
 
¡Ah¡ No lo voy a hacer!
 
Me muero por decir que hoy no sólo los electrodomésticos son desechables; que 
también el matrimonio y hasta la amistad es descartable.
 
Pero no cometeré la imprudencia de comparar objetos con personas.
 
Me muerdo para no hablar de la identidad que se va perdiendo, de la memoria 
colectiva que se va tirando, del pasado efímero. No lo voy a hacer. 
 
No voy a mezclar los temas, no voy a decir que a lo perenne lo han vuelto 
caduco y a lo caduco lo hicieron perenne. 
 
No voy a decir que a los ancianos se les declara la muerte apenas empiezan a 
fallar en sus funciones, que los cónyuges se cambian por modelos más nuevos, 
que a las personas que les falta alguna función se les discrimina o que valoran 
más a los lindos, con brillo y glamour. 
 
Esto sólo es una crónica que habla de pañales y de celulares. 
 
De lo contrario, si mezcláramos las cosas, tendría que plantearme seriamente 
entregar a la bruja como parte de pago de una señora con menos kilómetros y 
alguna función nueva. 
 
Pero yo soy lento para transitar este mundo de la reposición y corro el riesgo 
de que la bruja me gane de mano y sea yo el entregado.
 
Hasta aquí. 
 
Eduardo Galeano

Marcelo Heredia


Date: Mon, 1 Oct 2007 16:56:48 -0400From: caylo20@xxxxxxxxxxx: 
telescoperos@xxxxxxxxxxxxxxxxxxxx: [telescoperos] apuntesy saludos.
HOLA  AMIGOS DE LA TELESCOPERIA:
Se adjuntan comentarios a mail atrasados pero que para mi son nuevos.
 
 
HOLA MINNELLI : Espero  que cuándo te visitemos no tengas que recibir ningún 
Fax . ¿ Le mandaste ese chiste a alguien más  ?
 
 
HOLA CLAUDIO: No conocía la magnífica frase de   las mariposas de Carl  Sagan. 
Muchas gracias.
 
HOLA GASTÖN : Muy buenas  las salvadas milagrosas . Esos tipos nacieron de 
nuevo .
 
 HOLA KLAUS WOLF.:    El segundo capitulo de Los Propios Dioses  , ese en que 
se describe el comportamiento de la Triada , con el Racional , la Emocional y 
el Paternal ( aunque mejor yo le hubiera puiesto Paternal-Maternal ) me hizo  
sospechar  que en esa triada se define todo lo que hacen las actuales parejas 
terrestres formadas por Hombre y  Mujer . Y si esas funciones y actitudes , 
repartidas en tres entidades , igual se complejisaban , como no va ser dificil 
para nosotros. Dicen que Asimov  reconocía que escribir ese capítulo fue el que 
le produjo más alegría y orgullo . 
 
ISAAC ASIMOV:    A  los que leyeron la trilogía de Fundación  se les recomienda 
leer uno que se llama algo así como Preludio a la Fundación . Narra como empezó 
Hari Sheldon y la psicohistoria , y al final Asimov vuelve a la idea que lo 
persigue , referente al papel de los robot , y en este robot hay algo  
interesantemente inquietante. 
 
El Caylo , crítico de libros.
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