[cubacel] Múnich 1938 y Kiev 2022
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- Date: Sun, 30 Jan 2022 01:11:54 +0000
Múnich 1938 y Kiev 2022, en vísperas de una guerra en Europa
El mundo no es el mismo que en 1938, pero cuesta ver Múnich, en vísperas de
una guerra sin percibir la sombra de Ucrania. La película británica, estrenada
por Netflix este enero, cabalga entre el thriller, el retrato de la diplomacia
y el cine de espías para recordar un episodio fundamental del siglo XX: los
acuerdos de Múnich, firmados en 1938, mediante los que Reino Unido y Francia
aceptaban la anexión del territorio checo de los Sudetes por la Alemania nazi
con el fin de contener a Hitler. Como no es ningún secreto, el asunto no
funcionó.
El filme está protagonizado por dos estupendos George MacKay (Hugh Legat) y
Jannis Niewöhner (Paul von Hartmann), que sostienen la trama de espionaje, y
Jeremy Irons, que brilla en el papel del ex primer ministro británico Neville
Chamberlain, un hombre condenado por la historia y absuelto en esta película.
Sobre este último pivota el drama histórico-político.
Oxford, 1932. La película arranca con una breve y feliz escena que expone el
triángulo amistoso que conforman George y Paul junto a la novia de este último,
Lenya. Los tres celebran sobre el césped universitario el fin de sus estudios y
hablan de futuro. Paul, un joven apasionado que reprocha a George la flema
británica, ansía volver a Alemania a luchar por una patria en horas bajas. El
país llevaba más de una década preso de la sensación de humillación tras la
derrota sufrida en la Primera Guerra Mundial y las condiciones de un Tratado de
Versalles que consideraba insultante, y eran muchos los alemanes con ganas de
recuperar un poco (o un mucho) de la gloria perdida.
En esa encrucijada de la Historia, Reino Unido y Francia deciden aceptar la
anexión de la región como precio a pagar por una paz que duraría demasiado
poco
1938. Ni Paul ni George son hombres de armas. Seis años después, ambos han
alcanzado posiciones notables en la diplomacia de sus respectivos países.
George, ahora padre y esposo sin tiempo para su familia, es secretario del
primer ministro Chamberlain y vive con preocupación las horas previas a la
invasión de Checoslovaquia por parte de Alemania en el marco de la crisis de
los Sudetes.
En esa encrucijada de la Historia, Reino Unido y Francia deciden aceptar la
anexión de la región como precio a pagar por una paz que duraría demasiado poco.
A Paul, diplomático en Berlín, le han bastado esos seis años para darse cuenta
de que el Hitler que consideraba una esperanza en su juventud es en realidad un
monstruo que no va a detenerse en los Sudetes. En sus manos caen pruebas de que
el plan expansionista del führer tiene unas dimensiones insospechadas y
observa con pavor cómo las democracias vecinas se avienen a permitir la
amputación a Checoslovaquia creyendo que así frenarán la guerra.
Paul decide arriesgarse a viajar a Múnich como traductor a sabiendas de que
George estará allí, momento en que se despliega la trama de espionaje. El plan
del alemán es entregar a su amigo de juventud los documentos que prueban que
Hitler planea ocupar buena parte de Europa para que este se los haga llegar a
Chamberlain y logre disuadirlo de firmar los acuerdos. Aunque los amigos ya no
son lo que eran –una discusión por motivos políticos había roto su amistad años
atrás– los dos se encuentran en el mismo bando: el de evitar la guerra. ¿Pero
cuál guerra?
Pese a las dudas que siente George respecto al pacto y la exclusión de los
checoslovacos, principales interesados en la cuestión, su espíritu diplomático,
su temple británico y su decidida apuesta por el diálogo, le hacen pensar –con
escaso convencimiento– que la firma del acuerdo puede, como le dice
Chamberlain, impedir una guerra que matará a miles de personas. Paul le
insiste. Si no se frena a Hitler a tiempo, morirán millones.
"Si lo incumple, el mundo verá cómo es él. Y unirá a los aliados, quizá hasta
a Estados Unidos. Y parecer un idiota es un coste nimio"
El filme se desequilibra en este punto, donde la parte diplomática fluye
elegantemente frente a una atropellada sucesión de acontecimientos en los
esfuerzos de los jóvenes funcionarios por llegar hasta el primer ministro
británico en los minutos previos a la firma de los acuerdos. Chamberlain,
finalmente, formaliza el pacto tras despedir, con cajas destempladas, a un Paul
desconsolado pero no resignado, que en plena noche desvela a George una duda
que planea a lo largo de toda la película: ¿dónde está Lenya? Para no
descubrirlo todo, lo dejaremos en que es judía.
Llegados a este punto, a Paul solo le queda una opción. Esa mañana estará a
solas con Hitler para entregarle un dossier de prensa y existe una solución
final. "No escogemos la época en la que vivimos. Lo único que podemos escoger
es cómo respondemos", dice el alemán a su amigo cuando intenta contenerlo.
George le pide que razone, que espere a que él llegue a Londres con el
documento del plan de Hitler y lo haga público, que hay espacio para el diálogo
y que siempre hay esperanza. Pero Paul le replica: "La esperanza es que lo haga
otro. Nos iría mejor sin ella".
La historia es la que es. Chamberlain volvió a casa triunfante con los Acuerdos
y apenas medio año después, en marzo de 1939, Hitler proclamó en Praga el
protectorado de Bohemia y Moravia, demostrando el fracaso de la llamada
política de apaciguamiento. El premier británico, eclipsado por la figura
descomunal de Winston Churchill, ha pasado a la historia como un ingenuo,
cuando no un cobarde o el hombre que pactó con el demonio. La película de
Christian Schwochow se alinea en su tramo final con las tesis que empezaron a
surgir en los años 60 según las cuales el primer ministro logró un pequeño pero
precioso tiempo que le permitió fortalecer su alianza con Francia y rearmarse.
"Lo de anoche solo resuelve una pequeña disputa. Habrá más y quiero que se
comprometa públicamente con la paz", dice Chamberlain a su equipo antes de
traerse desde Múnich un compromiso firmado por Hitler de no volver a entrar en
guerra. El gabinete le pide que lo reconsidere: si el führer lo incumple
quedará como un idiota, pero el premier les hace callar: "Si lo incumple, el
mundo verá cómo es él. Y unirá a los aliados, quizá hasta a Estados Unidos. Y
parecer un idiota es un coste nimio".
2022. La disyuntiva entre la fuerza y la palabra. Los hombres y los tiempos
terribles. Las personas llamadas a tomar decisiones más grandes que sus vidas.
El mundo ya no es el mismo. Pero se parece.
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