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  • From: Patricio Chacon <pachamos@xxxxxxxxx>
  • To: chile-h@xxxxxxxxxxxxxxxx, chilefuturo@xxxxxxxxxxxxx
  • Date: Mon, 8 Mar 2010 18:25:26 -0300

Les copio un articulo que aclara muchas leseras que se han dicho, a
proposito del "terremoto moral", y de pasadita, aprovech de enviar un saludo
a todas las feminas, por el dia internacional de la mujer, que este anio
esta pasando super piola.

Me lo envio una buena amiga.

Patricio



Los daños morales de un cataclismo social

/ La Nación Domingo Por Mariela Vallejos

Perturbadoras consecuencias de un sismo que dejó a la vista profundas
grietas en la identidad nacional. Violencia y pillaje se impusieron entre
una población aterrada. A una semana de la catástrofe, analizamos el trauma
menos esperado de todos: la caída del mito ciudadano.








Domingo 7 de marzo de 2010 | | LND Reportajes

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Fotos<http://www.lanacion.cl/los-danos-morales-de-un-cataclismo-social/noticias/2010-03-06/193453.html#tc_tab1>




Todavía no se asentaba el polvo del derrumbe ni el mar volvía a su sitio
cuando llegó el segundo remezón. Uno que puso en tela de juicio la imagen
que Chile tenía de Chile. De entre la oscuridad, los escombros y la
desesperación emergió lo más primitivo del ser humano y, en el espejo de los
medios, nos encontramos con una escena de pesadilla: el vecino, tan parecido
a nosotros mismos, convertido súbitamente en depredador. Todos contra todos
parecía ser la consigna y cundió el pánico en Concepción, Talca, y luego en
barrios de Santiago. Pero, ¿basta un desastre natural, por grave que éste
sea, para trocar en minutos a gente común y a ciudadanos más o menos
normales en una turba de saqueadores violentos y resentidos? ¿Hasta qué
punto el instinto de conservación justifica que tantos corrieran a los
supermercados y a las bombas de bencina a acabar con el stock sin que
importara un comino lo que le pasaba al de al lado? ¿Hasta qué punto el
instinto de conservación individual explica el total desprecio por el bien
colectivo que campeó tras el sismo? ¿Cuándo se impuso la ley de la selva?
¿Después del terremoto o el fenómeno venía de antes?

Luego de que la autoridad retomara el control de las zonas afectadas,
intentamos llegar a la raíz de un comportamiento que desnudó profundas
grietas en la base de la convivencia nacional.

Naturaleza humana

A juicio de la sicóloga de la Universidad Diego Portales, Verónica Gómez,
hay una base “natural” instintiva en lo ocurrido. “Una situación límite como
el terremoto genera una alarma biológica. El organismo interpreta la amenaza
externa que recibe a través del aparato cognitivo (pensamiento) y gatilla
una respuesta del sistema simpático (nervioso)”, afirma la profesional.
Agrega que el cuerpo genera adrenalina y otras hormonas que producen
reacciones fuertes. Gómez explica que, cuando “hay personalidades mal
configuradas y/o trastornos graves de personalidad, se gatillan conductas
disruptivas y desadaptadas. Allí aparece lo más primitivo del ser humano”.
Por eso, dice, “más allá de la lógica de la sobrevivencia, es común que la
gente se pelee en situaciones límite como la que vivimos”.

Violencia más o menos explicable que, en Concepción, rápidamente dio paso a
un extenso capítulo de vandalismo e irracionalidad. ¿Qué tan biológico era
eso? Poco, admite Gómez. Agrega que “la violencia específica contra el
comercio y los incendios de locales se explican más como un desquite, como
la expresión de un fuerte resentimiento social”, dice la especialista. Una
emoción consciente o inconsciente gestada a fuego lento por largo tiempo.

Luego de que el sábado y domingo la televisión repitiera incesantemente
imágenes de saqueos y convulsión, uno de los primeros en poner el foco en su
origen fue el capellán de Un Techo Para Chile, Felipe Berríos: “Aquí hubo
dos terremotos: el natural y el social”, dijo. “Y tal vez se deba a que un
sector de la población se ha sentido como fuera del desarrollo del país”. El
capellán fue enfático: “Aquí se cayó el estuco social... apareció la
decepción y la frustración acumulada y se liberó la amargura”.

Berríos había puesto el dedo en la llaga de la inequidad, iniciando una
reflexión más profunda sobre nuestro mito de que Chile es un país solidario:
“Estábamos acostumbrados en el país a que siempre, después de una
catástrofe, lo que venía era espontáneamente la solidaridad (...) y hemos
visto que eso no se ha producido”, lamentó. ¿Su diagnóstico?: “Hemos ido
perdiendo el ser ciudadano y nos hemos ido volviendo consumidores, y el
consumidor es prepotente, piensa sólo en él primero”.

El sacerdote también increpó a la televisión por limitarse a pontificar
contra el pillaje y llamó a los medios a asumir un rol de liderazgo positivo
para frenar el caos.

Para entonces, las imágenes del saqueo habían dado la vuelta al mundo y las
interpretaciones se sucedían. Aunque no faltó quien criticó a las
autoridades por no imponer de inmediato el control militar, otros ponían el
foco en los protagonistas del pillaje. Muchos observadores no conseguían
entender por qué, casi inmediatamente después del terremoto, y antes de que
la necesidad impulsara a ciudadanos supuestamente hambrientos a tomar lo
necesario para sobrevivir, hordas descontroladas irrumpieron en
supermercados y se tomaron las calles. Esto otro, tenía más visos de
estallido social que de mero descontrol atribuible al pánico y la necesidad.

Según el sicólogo social de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano,
Domingo Asún, el fenómeno del estallido social sólo se da cuando hay
tensiones latentes bajo un escenario de catástrofe. “Para las víctimas de la
región del Maule y Concepción, el terremoto implicó una seguidilla de
eventos traumáticos en un lapso breve. El ruido, el desplome de los hogares
y de los símbolos, el peligro inminente de muerte y los incendios generaron
un agudo sentimiento de estar atrapado”, señala. “Lo anterior, unido al
corte de electricidad, estrecha el mundo cognitivo y dispara una reacción
similar a la del pánico al interior de una discoteca que se incendia”,
afirma. Pero este escenario extremo explica sólo en parte el comportamiento
irracional. “Lo que vimos en Chile en esta ocasión tiene, más bien, las
características de lo que llamamos un estallido social. Es decir, la
violencia está definida por tensiones sociales y raciales. El grupo actúa de
acuerdo a estereotipos, con esquemas básicos que condicionan la conducta. El
resentimiento se vuelca a las instituciones hacia las que la gente no siente
lealtad, porque percibe que se han aprovechado de él en cuanto a consumidor:
las multitiendas, las farmacias. Estalla la catarsis colectiva y la ira”,
explica.

Enajenación capitalista

En opinión de Asún, los eventos de esta semana “venían precedidos de otros
hechos que habíamos estado ignorando por largo tiempo, pero que algunos
especialistas ya habían consignado al retratar el individualismo de los
chilenos. Esto que se evidenció violentamente tras el terremoto, ya se había
manifestado, pero no lo habíamos ponderado. Parecían hechos aislados, pero
se estaban sucediendo en fechas históricas como el 11 de septiembre, y
después de encuentros de fútbol. Esto ya lo habían advertido cientistas
políticos, incluso el informe del Programa de las Naciones Unidas para el
Desarrollo (PNUD) 2009 que muestra un quiebre de las confianzas y la
creación de una ideología y subjetividad individualista. Este informe revela
un tejido social basado en intereses particulares y falta de sentimientos
comunitarios, declara Asún. Sólo así se explica que, tras el terremoto, se
esfumara el respeto a las normas y las instituciones tan rápidamente: “La
red social se cayó igual como se cayó el sistema de comunicaciones
telefónico, dejándonos a oscuras”.

¿Cuál es su diagnóstico? dice Asún: “Lo que pasó fue un fenómeno de
enajenación capitalista”, subraya. “Y a la hora de contener, se evidenció la
ausencia de redes sociales que contuvieran las expresiones instintivas. El
fracaso en la construcción de la solidaridad es un hecho mayor. Se diluyen
las instituciones y salen a relucir las lealtades más básicas: el clan, la
familia inmediata. En este escenario, al Estado no le quedó más alternativa
que enviar a las Fuerzas Armadas”, afirma.

El sociólogo y Premio Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales Manuel
Antonio Garretón también apunta los dardos hacia el modelo económico.
Critica la ideología del lucro que se impone a distintos niveles y reprocha
que Chile haya adoptado esquemas de desarrollo que producen inequidad. Pero
¿a qué se refieren los analistas? A la hora de ejemplificar la ideología del
lucro, los referentes internacionales son numerosos y transversales:
comenzando por la crisis financiera mundial generada por la especulación al
más alto nivel y sin precedentes. La lógica que se impone parece ser ésta:
si Bernard Madoff no se arrugó para embolsarse 50 mil millones de dólares en
una suerte de asalto a mano armada global, ¿qué remilgos podrían tener los
demás?

Garretón agrega: ”Mi impresión es que en el último tiempo, el modelo de
desarrollo chileno no ha sido pensado en términos de lo que somos como
realidad geográfica. Debimos pensar en tener más de una ruta que atraviese
todo el país, que la capital tenga más de un aeropuerto, y que las regiones
contaran con autonomía para responder a la crisis sin que debiera hacerse
necesariamente desde el centro”. Necesitamos una estructura distinta.

“En una situación como ésta”, consigna, “la gente queda entregada a
reacciones instintivas y animales. Yo digo que no es sólo eso. También,
cuando desaparecen normas y parámetros y no funcionan las instituciones, la
gente recurre a conductas instintivas, pero también a lo aprendido. Y ¿qué
aprendió? Que cada uno se rasca con sus uñas y que cada uno es enemigo del
otro. Esto provoca inmediatismo individual. Falla la interacción social y
desaparecen los límites”.

“Es evidente que la catástrofe, si bien afecta a todos, afecta mucho más a
algunos segmentos. Hay sectores de pobreza y de ubicación geográfica que
quedan mucho más vulnerables. En los últimos años se ha exacerbado una
visión consumista, de individualismo respecto de los derechos ciudadanos. Un
ejemplo que puede parecer atemporal: un país que cambia el voto obligatorio
por el voto voluntario, es un país que no le da importancia al hecho de que
el acto de votar es un deber ciudadano y no una cuestión de estado de ánimo.
Se exacerba el aspecto consumo, la realización personal y los derechos
individuales, propiedad privada e iniciativa individual, en desmedro de lo
colectivo”, señala.

Pero Garretón subraya que no todo es negativo: “Hay comportamientos
altruistas de jóvenes que van a hacer trabajo voluntario. Esto me recuerda
la década del sesenta, tras el terremoto de Valdivia, cuando comenzó la gran
tradición de los trabajos de verano”, consigna.

Tanto Garretón como Asún manifiestan que es clave aprender de la experiencia
de esta semana. “Esta catástrofe genera la posibilidad de repensar el
modelo. Pero habrá que reconstruir de otra manera. No basta con restablecer
lo que se tenía”, asegura Garretón.

Asún señala que lo sucedido le penará al país por largo tiempo. “El trauma
social es enorme: se pierde la sensación de invulnerabilidad y control que
teníamos”. Pero advierte que, ante un panorama resquebrajado, se abre la
oportunidad de redefinir y recrear el tejido social: “Desafíos políticos son
rearticular las organizaciones sociales y el tejido comunitario”. Por
último, este trabajo debe ir de la mano de la reconstrucción: “Si no hay
organización social arraigada, no hay posibilidad de desplegar una acción
humanitaria que resulte en contribución al largo plazo”, destaca.

El sacerdote Berríos lo expresó: “Es así como en los años 60, después del
terremoto, descubrimos que nuestras casas tenían una falencia constructiva
en un país sísmico y se pusieron normas y estándares de construcción, lo
cual permitió soportar relativamente bien este terremoto y tsunami. Yo creo
que nosotros tenemos que ver qué es lo que nos ha fallado en nuestra
estructura social, en qué fallamos como sociedad, qué pilares de nuestra
sociedad necesitan ser reforzados, qué valores necesitan ser construidos de
nuevo”, dijo.

En el escenario socioeconómico que se viene, hay una realidad decidora:
Chile está entre los 10 países que peor distribuyen la riqueza en el mundo.
El terremoto de la madrugada del sábado 27 nos impuso la tarea de
examinarnos profundamente, de saber qué haremos como sociedad para enfrentar
futuras catástrofes naturales con pilares sociales sólidos. //LND
-- 
Patricio Chacon Moscatelli
http://web.archive.org/web/20050329193647/www.geocities.com/etica_piagetiana/

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