[MN] Re: Recalo de cartas

  • From: Miguel Sandelis <sandelis88@xxxxxxxxx>
  • To: malnombre@xxxxxxxxxxxxx
  • Date: Mon, 10 Sep 2012 11:38:19 -0500

Y este es un comentario sobre la carta del supuesto cubano-búlgaro

Por: Iroel 
Sánchez<http://lapupilainsomne.wordpress.com/2012/09/03/esperando-a-afp/>

   - El 13 de junio de 2012 el blog *La joven Cuba *publica el texto "Carta
   a un joven que se
va<http://lajovencuba.wordpress.com/2012/06/13/carta-a-un-joven-que-se-va/>"
   del académico cubano Rafael Hernández donde aborda el tema de la emigración
   entre los cubanos.
   - El 22 de agosto el blog *Penúltimos días,* cuyo autor Ernesto
   Hernández Busto ha solicitado la invasión de Cuba por Estados
Unidos<http://lapupilainsomne.wordpress.com/2011/05/16/la-pregunta-de-granma-y-la-opinion-mas-intima-2/>,
   publica el texto "Carta de un joven que se ha
ido<http://www.penultimosdias.com/2012/08/22/acuse-de-recibo-carta-de-un-joven-que-se-ha-ido/>"
   en respuesta a Rafael Hernández, firmado por Iván López Monreal desde
   Pomori, Bulgaria.
   - El 23 de agosto de 2012 la agencia AFP que, como *Penúltimos días *no
   había hablado  hasta el momento de la carta de Hernández, emite un cable
   desde La Habana titulado "Jóvenes cubanos reclaman derecho a opinar y
   decidir en su
país<http://www.google.com/hostednews/afp/article/ALeqM5gswbSmNlDtQcB8wRplJeFdB-1POw?docId=CNG.8ba7fbb42876204d905a7fd7aaebaa06.2c1>"
   firmado por Carlos Batista, refiere que la carta de López "está corriendo
   como pólvora en las redes sociales" y recoge varios comentarios en ellas.
   - El 27 de agosto de 2012 el periodista norteamericabo Tracey Eaton
   publica en su blog *Along the Malecón *un texto titulado* *"Proff of
   life: Seraching for
Ivan<http://alongthemalecon.blogspot.com/2012/08/proof-of-life-searching-for-ivan.html>"
   en que afirma: "He buscado en la Internet a un cubano llamado Iván López
   Monreal y encontré sólo referencias a la carta. No he podido encontrar
   ningún otro rastro de un  Iván López Monreal, ni fotos, ni blogs, ensayos,
   no hay página de Facebook, no hay pruebas de vida". Agrega Eaton: "Llama la
   atención que alguien que era un fantasma en Internet hasta hace unas
   semanas de repente la saca del parque con su primera pieza" y además recoge
   contradicciones entre la edad del remitente y las vivencias que refiere.
   - El 31 de agosto de 2012 un forista con nick Fam Guy deja un comentario
   en *Penúltimos
días*<http://www.penultimosdias.com/2012/08/31/entre-conspiraciones-y-eufemismos/comment-page-1/#comment-214459>:
   "esto no tiene mucho que ver pero despues de una segunda lectura me he dado
   cuenta de que el autor de ”Carta de un joven que se ha ido” no es Ivan
   López Monreal sino CAM" (CAM=Carlos Alberto Montaner, célebre propagandista
   de la guerra sucia contra Cuba, acusado de reiterados vínculos con la
   Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos).
   - Hasta el momento AFP ni ningún otro medio se han hecho eco del texto
   de Tracey Eaton ni del comentario de Fam Guy.
   - Agrego a lo anterior que hoy, 3 de septiembre de 2010, llamé a Rafael
   Hernández, quien me dijo recibió la carta de López Monreal el 13 de agosto
   desde una dirección en *Gmail* a nombre de López Monreal y que al
   dirigirse a ella no ha recibido respuesta.

En cuanto al contenido de la carta de López Monreal, pese a su esmerada
redacción que logra abordar con envoltura humana todas las líneas maestras
de la propaganda contra Cuba, aprovechando un tema altamente sensible y muy
debatido entre los cubanos, el lugar de origen del polemista parece ser el
menos indicado para dar lecciones sobre emigración y prosperidad. Dice*Wikipedia
* <http://es.wikipedia.org/wiki/Bulgaria>, no *EcuRed*, que "Bulgaria tiene
una de las tasas de crecimiento demográfico más bajas en el mundo. El
crecimiento negativo de la población se produjo desde principios de la
década de 1990, debido a un colapso económico, una baja tasa de natalidad y
la alta emigración. En 1989, la población ascendía a 9.009.018 personas,
cayendo gradualmente a 7.950.000 en 2001 y 7.528.000 en el año 2010" y su
tasa de emigración
neta<http://www.cubano1erplano.com/2012/09/ww.indexmundi.com/g/g.aspx?v=27&c=bu&l=es>duplicó
la de  Cuba en el mismo período. Sólo
en Valencia, España, viven 37 000
búlgaros<http://www.eldiarioexterior.com/imagenes%5Cfotosdeldia%5C36018_rumania__bulgaria_y_polonia__relaciones_migratorias.pdf>.
Pero a diferencia de Cuba -bloqueada por su vecino más poderoso- Bulgaria
es miembro de la Unión Europea y es el país con más pobreza
<http://primicias24.com/internacionales/aumento-en-2011-pobreza-en-bulgaria/>en
esa comunidad, índice que aumentó en
20011<http://primicias24.com/internacionales/aumento-en-2011-pobreza-en-bulgaria/>.
En particular Pomori, un balneario donde abundan las playas
privadas,<http://www.letsbookhotel.com/en/bulgaria/pomorie/hotel/hotel-festa-via-pontica.aspx>es
un mal lugar para contar historias sobre limitaciones en el acceso a
las
playas de Cuba como las que relata la carta de López.

Ahora, esperemos -sentados- a que AFP se haga eco de algunas de estas
informaciones.


El 8 de septiembre de 2012 13:56, Alfredo Aguilera <
aamiranda@xxxxxxxxxxxxxxxxxx> escribió:

>        Hola MN!!! Aquí les mando un recalo de cartas,jeje,esta es la
> repuesta a una carta que pasaron no hace mucho por la lista,de un
> periodista que se dirige a los jovenes cubanos que abandonan
> nuestro país..esta es una carta de un joven cubano que emigro a 
> Bulgariadirigida al periodista que publico aquel articulo...esta durísima,de
>  aquí se puede sacar un monotema sabroso sabroso...abajo mando la carta
> del periodista para el que no recuerde la pueda leer tambien.La mesa
> esta servida,que comience el monotema..jeje.nos vemos-bye
>
>
>
>      Artículo/noticia publicado/a en Kaosenlared.net en el apartado de Libre
> Publicación<http://kaosenlared.net/component/k2/itemlist/category/20-libre-publicaci%C3%B3n.html>
>  NO
> seleccionada/o por el Colectivo Editorial.
>  Respuesta de Iván López Monreal, joven cubano emigrado en Bulgaria a la
> “Carta a un joven que se va” de Rafael Hernández.
>
> Estimado Rafael Hernández,
>
> He leído con mucho interés su “Carta a un joven que se va”. Me he sentido
> aludido, porque hace dos años me marché de Cuba, tengo 28 años y vivo en
> Pomorie, una ciudad balneario situada en el este de Bulgaria. La razón
> por la que le escribo es para intentar explicarle mi postura como joven
> cubano emigrado. Sin solemnidades ni verdades absolutas, porque si algo me
> ha enseñado dejar mi país, es descubrir que esas verdades no existen.
>
> Puede que algunos de los que nos hemos marchado en los últimos años (somos
> miles) tengan claro el momento en que decidieron hacerlo. Yo no. Lo mío
> fue progresivo, casi sin darme cuenta. Empezaría con ese recurso tan
> cubano que es la queja. Por nimiedades, tal vez. Por lo que no hay, por lo
> que no llega, por lo que pasa, por lo que no pasa, por no saber. O no
> poder. La queja no es grave, lo grave es que se cronifique como una
> enfermedad cuando nada parece resolverse. Y uno puede aceptar que eso es
> así, y es tu país para lo bueno y para lo malo, o pasar a la siguiente
> categoría, que es la frustración. O sea, descubrir que la solución a la
> mayoría de los problemas no está en tus manos. O no te permiten hacerlo.
> O aún más triste: no parece importar.
>
> Abandonar o permanecer en tu país es una decisión muy personal que nunca
> debe juzgarse en términos morales. Yo elegí este camino porque quería un
> futuro diferente al que veía en Cuba, y salí a buscarlo consciente de que
> podía salir mal, pero quise correr ese riesgo. No voy a mentirle diciendo
> que fue doloroso. No lloré en el aeropuerto. Todo lo contrario, me alegré.
> Le digo más, me liberé.
>
> Tiene usted razón cuando dice que mi generación carece de esos lazos
> emocionales que generan experiencias como Playa Girón, la Crisis de Octubre
> o la guerra de Angola. Pero no se equivoque, yo también he tenido mis
> epopeyas. A lo mejor no tan épicas, pero sí igual de demoledoras. En estos
> veintidós años que menciona, he visto degradarse el país por el tanto
> lucharon mis padres. He visto marchar a mis maestros de primaria y
> secundaria. He visto a familias discutir por el derecho a comerse un pan.
> He visto el malecón lleno de gente nerviosa gritando contra el gobierno, y
> gente aún más nerviosa gritando a su favor. He visto a jóvenes construyendo
> balsas para huir quién sabe a dónde, y a una turba lanzando mierda de gato
> contra la casa de un “traidor”. Incluso, Rafael, he visto a un
> perro comiéndose a otro perro en la esquina habanera de 27 y F. Y también
> he visto a mi padre, que sí estuvo en Angola, con el rostro pálido, sin
> respuestas, el día que un custodio de hotel le dijo que no podía seguir
> caminando por una playa de Jibacoa (frente al camping internacional) por
> ser cubano. Yo estaba con él. Yo lo vi. Tenía diez años, y un niño de diez
> años no olvida cómo la dignidad de su padre se va a la mierda. Aunque haya
> vuelto de una guerra con tres medallas.
>
> Me habla usted de las conquistas sociales de la Revolución. De la
> educación y la medicina. Voy a hablarle de mi educación. Tuve buenos
> maestros, y cuando se marcharon fueron sustituidos por otros menos
> preparados que, a su vez, fueron remplazados por trabajadores sociales que
> escribían experiencia con S y eran incapaces de señalar en un mapa cinco
> capitales de Latinoamérica (esto no me lo contaron, lo viví) Mis padres
> tuvieron que contratar maestros privados para que yo aprendiera de verdad.
> No lo pagaban ellos sino una tía mía radicada en Toronto. De modo que si
> somos honestos, buena parte de la formación que tengo se la debo a los
> clientes del restaurante griego donde trabajaba mi tía. Pero hay más. En
> tiempos de mi hermana mayor era extremadamente raro que un alumno sacara
> una nota de cien. En mi época el cien se volvió algo común, no porque los
> alumnos fuésemos más brillantes sino porque los profesores bajaron sus
> exigencias para maquillar el fracaso escolar. ¿Y sabe una cosa? Yo tuve
> suerte, porque los que venían detrás de mí en vez de maestros tuvieron un
> televisor.
>
> De la medicina poco tengo que decirle porque usted vive en Cuba. Y salvo
> el hecho de mantenerse la gratuidad, cosas que admito sigue siendo
> meritoria, el estado de los hospitales, la precariedad de unos médicos mal
> pagados y la creciente corrupción empujan cada vez más al sistema de salud
> hacia ese tercer mundo del que tanto hizo por alejarse. Y lo cierto es
> que, hoy en día, un cubano que maneje divisas tiene más posibilidades de
> recibir un tratamiento mejor (haciendo regalos o incluso pagando) que uno
> que no lo tenga, aunque sea de forma ilegal. Y aunque la constitución diga
> otra cosa. Por triste que resulte admitirlo, Rafael, la educación y la
> medicina de la que disponen los cubanos de hoy es peor que la que
> disfrutaron mis padres.
>
> Usted dice que el país hace un gran esfuerzo, que existe un embargo. Y yo
> le respondo que también existe un gobierno que lleva cincuenta años tomando
> decisiones en nombre de todos los cubanos. Y si estamos en el punto en el
> que estamos, lo más sano es que admitiera que no ha sabido, o no ha podido,
> o no ha querido hacer las cosas de otra forma. Por la razones que sea.
> Porque el fracaso también está cargado de razones. Y en vez de 
> atrincherarsecon sus figuras históricas en el Consejo de Estado, debería dar 
> paso a los
> que vienen detrás. Rafael, es muy frustrante para un joven de mi edad ver
> que en Cuba llevamos 50 años sin que se produzca un relevo generacional
> porque el gobierno no lo ha permitido. Y no hablo de que me den el poder a
> mí, que tengo 28 años. Hablo de los cubanos que tienen 40, 50 o incluso 60
> años y no han tenido nunca la posibilidad de decidir. Porque las personas
> que hoy en día tienen esas edades y ocupan puestos de responsabilidad en
> Cuba no han sido formados para tomar decisiones, sino para aprobarlas. No
> son dirigentes, son funcionarios. Y ahí incluyo desde ministros hasta los
> delegados de la asamblea nacional. Son parte de un sistema vertical que no
> da margen para que ejerzan la autonomía que les corresponde. Todo se
> consulta. Y contrario a lo que dice el refrán: en vez de pedir perdón,
> todos prefieren pedir permiso.
>
> Dice usted que en mi país se puede votar y ser elegido para cargos desde
> los 16 años. Y que la presencia de jóvenes delegados ha bajado desde los
> años 80 hasta ahora. Incluso me advierte que si seguimos marchándonos,
> habrá menos jóvenes votando y por tanto menos elegibles. Y yo le pregunto:
> ¿De qué sirve mi voto? ¿Qué puedo yo cambiar? ¿Qué han hecho los delegados
> de la asamblea nacional para que me interese por ellos? Seamos sinceros,
> Rafael, y creo que usted lo es en su carta, así que yo también quiero serloen 
> la mía, ambos sabemos que la asamblea nacional, tal y como está
> concebida, solo sirve para aprobar leyes por unanimidad. Resulta
> paradójico llamarle asamblea a una institución que se reúne una semana al
> año. Tres o cuatro días en verano y tres o cuatro días en diciembre. Y en
> esos días se limita a aprobar los mandatos del Consejo de Estado y de su
> Presidente, que es quien decide lo que se hace o no se hace en el país.
> Lamentablemente, yo no puedo votar a ese presidente. Y no sabe cuánto me
> gustaría hacerlo.
>
> Hace unos días escuché a Ricardo Alarcón confesarle a un periodista
> español que él no cree en la democracia occidental “porque los ciudadanos
> solo son libres el día que votan, el resto del tiempo los partidos hacen lo
> que quieren...” Aunque fuera así, que no lo es (al menos no siempre, y no
> en todas las democracias), estaría reconociendo que desde que yo nací, en
> 1984, los electores en Estados Unidos, por ejemplo, ha tenido siete días de
> libertad (uno cada cuatro años) para cambiar a su presidente. Algunas veces
> lo han hecho para bien, y otras para mal. Pero esa es otra historia. Un
> joven de New Jersey que tenga mi edad ya ha tenido dos días de libertad
> para, por ejemplo, echar a los republicanos de Bush y nombrar a Obama.
> Los cubanos no hemos podido tomar una decisión así desde 1948 (no incluyo
> las elecciones de Batista, por supuesto). Y si usted me dice que la
> capacidad de nombrar a un presidente no es relevante para un país yo le
> digo que sí lo es. Y más para un joven que necesita sentir que se le toma
> en cuenta. Aunque solo sea por un día.
>
> Usted probablemente piensa que los que nos marchamos elegimos el camino
> más fácil, que lo duro es quedarse a resolver los problemas. Pero le
> tengo que decir que mis abuelos y mis padres se quedaron en Cuba
> para pelearse con esos problemas. Renunciaron a muchas cosas por la
> Revolución y hasta se jugaron la vida por ella. Para darme un país
> avanzado, equitativo, progresista. Y el que me han dado es uno en el que la
> gente celebra poder comprar un carro y vender su casa como si fuera una
> conquista. Pero eso no es una conquista, es recuperar un derecho que ya
> teníamos antes de la Revolución. ¿A eso hemos llegado? ¿A celebrar como un
> éxito algo tan básico? ¿Cuántas otras cosas básicas habremos perdido en
> estos años? Para mis padres es doloroso asumir ese fracaso, y no lo quieren
> para mí. No quieren que con 55 años tenga un sueldo que no me alcance para
> vivir, ni el sueldo ni la libreta. Porque no alcanza. Y no quieren que para
> sobrevivir acuda al mercado negro, a la corrupción, a la doble moral, a
> fingir. Prefieren que esté lejos. A los 28 años yo me he convertido en la
> seguridad social de mis padres, ¿O cómo cree que sobreviven dos personas
> con 650 pesos? Sí, Rafael, hemos tenido que irnos cientos de miles de
> cubanos para que nuestro país no quiebre. Lo que Cuba ingresa de nuestras
> remesas es superior, en valor neto, a casi todas sus exportaciones. Eso sí,
> el país ha perdido juventud y talento, y en vez de abrir un debate realista
> sobre cómo parar esa sangría, sigue anclado a un inmovilismo ideológico que
> no es otra cosa que miedo al futuro. ¿Y qué hago yo en un país cuyos
> gobernantes le tienen miedo al futuro...? ¿Esperar a que se mueran...?
> ¿Esperar a que cambien las leyes por generosidad y no por convicción? ¿Qué
> hago yo en un país que sigue premiando la incondicionalidad política por
> encima del talento? ¿A qué puedo aspirar si no basta con lo que soy y lo
> que hago...? ¿A convertirme un cínico? ¿O me anima usted a que dé la cara
> y diga lo que pienso? Algunos jóvenes de mi generación ya lo han hecho, ¿Y
> dónde están? Recordemos a Eliécer Ávila, un estudiante de la Universidad de
> Oriente que tuvo la valentía de preguntarle a Ricardo Alarcón por qué los
> jóvenes cubanos no podíamos viajar como cualquier otro, y fue represaliado
> por el sistema. Él no tuvo la culpa de que allí hubiera un cámara de la BBC
> , ni de la respuesta ridícula que dio Alarcón (aquella barbaridad de que el
> cielo se llenaría de aviones que chocarían entre ellos) Hoy Eliécer vive
> marginado por razones políticas. Y no es un terrorista ni un mercenario ni
> un apátrida, es un joven humilde, mulato, universitario, que cometió el
> error de ser honesto. Que triste hacer una revolución para terminar
> condenando a alguien por ser honesto. ¿Para eso quiere usted que me quede,
> Rafael?
>
> Dejar tu país y tu familia no es un camino fácil. Ni la solución a nada,
> solo es un principio. Te vas a otra cultura, tienes que aprender otro
> idioma, pasas momentos muy malos. Te sientes solo. Pero al menos tienes el
> alivio de saber que con esfuerzo puedes conseguir cosas. Mi primer invierno
> en Bulgaria fue muy duro, conseguí trabajo como transportista y pasé cuatro
> meses subiendo y bajando lavadoras para ahorrar dinero y poder viajar a
> Turquía. Una ilusión que tenía desde niño. Y viajé. No tuve que pedir un
> permiso de salida ni mi avión chocó con ninguno. Pude cumplir el sueño de
> Eliécer. Y me alegro de haberlo hecho. He conocido otras realidades, he
> podido comparar. He descubierto que el mundo es infinitamente imperfecto, y
> que los cubanos no somos el centro de nada. Se nos admira por algunas cosas
> igual que se nos aborrece por otras. También he descubierto que irme no
> ha cambiado mis convicciones de izquierda. Porque lo de Cuba no es
> izquierda, Rafael. Póngale usted el nombre que quiera, pero no es
> izquierda. Yo estoy de parte de aquellos que buscan el progreso social con
> igualdad de oportunidades y sin exclusiones. Pienses como pienses. Sin
> sectarismo ni trincheras. Porque eso solo sirve para enfrentar a la
> sociedad y sustituir verdades por dogmas.
>
> Por último, Rafael, la casualidad quiso que terminara en un país que
> también estuvo gobernado por un partido y una ideología única. Aquí no hubo
> revolución de terciopelo como en Checoslovaquia, ni derribaron un muro como
> en Berlín ni fusilaron un presidente como en Rumania. Aquí, como en Cuba,
> la gente no conocía a sus disidentes. Aquí no había fisuras, y sin embargo,
> en una semana pasaron de ser un estado socialista a una república
> parlamentaria. Y nadie protestó. Nadie se quejó. No puedo evitar preguntarme,
> ¿Acaso pasaron 40 años fingiendo? Desde entonces no han tenido un camino de
> rosas, han enfrentado varias crisis, incluso la población ha llegado a
> vivir con peor calidad de la que tenía en los años 80, pero curiosamente,
> la inmensa mayoría de búlgaros no quiere volver atrás. Y eso que el
> socialismo que dejaron ellos era bastante más próspero que el que hoy
> tenemos los cubanos. Pero en este país no piensan en el pasado, piensan en
> el presente. En mejorar la economía, en resolver las desigualdades (que las
> hay, como en Cuba), en combatir la doble moral, los personalismos y la
> corrupción que generó el estado durante décadas.
>
> El día que ese presente importe en Cuba, no tenga duda, nos veremos en La
> Habana.
>
> Iván López Monreal
>
> Pomorie, Bulgaria.
>
> 10 de agosto del 2012
>
>
>
> Ufffffffff,esta es la del periodista:
>
>
>
>
> "Levántate cada día recordando esta nave donde seguimos remando, que solo
> se mueve si todos la empujamos"
> Por. Rafael Hernández. Director de la revista Temas<http://www.temas.cult.cu/>
> Especial para La Joven Cuba <http://lajovencuba.wordpress.com/>
> *Ninguno tenga en poco tu juventud, sino sé ejemplo de los creyentes en
> palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza… Ten cuidado de ti mismo y
> de la doctrina; persiste en ello, pues haciendo esto, te salvarás a ti
> mismo y a los que te oyeren.*
> San Pablo, Epístola 1ª a Timoteo, cap 4, vers. 12, 16.
> Seguro no recuerdas la caída del  muro de Berlín, pues quizás naciste en
> ese mismo año o cuando más terminabas la primaria. Para ti y tus amigos, la
> muerte del Che es un acontecimiento tan remoto como lo era la Revolución
> rusa para los que nos fuimos a alfabetizar en 1961. Tan remoto como el
> siglo pasado. Aunque celebraste el nacimiento del nuevo milenio, te sientes
> más del siglo XXI que del XX. Si alguien te dijera que eres un cubano de
> transición, lo mirarías con extrañeza. (Te comento que esa frase despedía
> cierto resplandor en los años 60; ahora no tanto). En cambio, si alguien te
> preguntara si eres un ciudadano del Periodo especial, quizás te encogerías
> de hombros o le harías un comentario mordaz, pero en el fondo estarías más
> de acuerdo. La mayor parte de tu infancia y adolescencia han coincidido con
> ese Periodo especial, que a diferencia de los viejos, a ti no te ha tocado
> vivir como malos tiempos o incluso derrumbe de ilusiones, sino como único
> horizonte de vida. En estos 22 años, que  vienen siendo como una generación
> y media, según los expertos, no has recolectado epopeyas como Playa Girón o
> la Crisis de Octubre, ni siquiera la guerra de Angola. Sientes que la mayor
> diferencia con los viejos, sin embargo, no ha sido la falta de aquellas
> gestas, sino de aquellos sueños. Esa épica revolucionaria se aleja más de
> ti mientras más la televisión vacía sus imágenes repetidas en la pantalla,
> las has visto tantas veces que no te dicen nada. Pero no es tanto eso lo
> que te falta, sino los proyectos que otros antes de ti pudieron hacerse.
> Cuando llegaste, todo estaba hecho, armado, por los que habían demolido lo
> viejo (lo que para ellos era “el pasado”), construido y reglamentado el
> orden nuevo. Tú, que no llegaste a tiempo para aquellas edificaciones,
> piensas que aquel país inventado por otros (para ti, “el pasado”) ya no
> existe, y solo sobrevive un orden viejo, más bien irremediable. Lo peor,
> sin embargo, no es haber nacido en un orden preestablecido, porque eso le
> pasa a todo el mundo, sino tus inciertas posibilidades de cambiarlo. En
> todo caso, no quieres invertir tu vida intentándolo, porque no tienes otra
> que esta; y aspiras a conseguir un techo propio, un empleo que te guste y
> te permita lo que puedas con tu capacidad y esfuerzo, sin penurias de
> transporte y luz, y planear para irte de vacaciones a alguna parte una vez
> al año, aunque tengas que quitarte de otras cosas. Piensas que la única
> manera de asegurarte esa vida es saltar por encima de este horizonte y
> buscar otros.
> No sé cuándo lo decidiste –y quizás una parte de ti todavía duda. Puede
> ser que se te haya ocurrido la primera vez cuando supiste que un amigo tuyo
> ya no estaba aquí; cuando, en un encuentro con viejos compañeros de clase,
> se pusieron a inventariar al grupo, y ahí se dieron cuenta de que muchos se
> habían ido. O porque a tu pareja se le ha metido en la cabeza y no para de
> hablar de eso el santo día. O porque esa misma pareja se ha hecho ciudadana
> española, y con ese pasaporte ya pueden irse a vivir a Europa o a cualquier
> país, hasta los mismos Estados Unidos. O porque tus parientes en Miami,
> Madrid o Toronto pueden darte una mano. O porque simplemente necesitas
> respirar otro aire.
> Esta carta parte de creer que piensas con tu propia cabeza. Mi intención
> no es disuadirte, ni hacerte advertencias, ni mucho menos endilgarte un
> discurso patriótico. No pretendo hablarte como tu padre, consejero o guía
> espiritual; ni como mensajero de una fe religiosa, verdad revelada, voz de
> la experiencia o autoridad de maestro. Te invito a pensar entre los dos tus
> razones, pero sobre todo el contexto y significado de tu decisión de irte
> del país. A poner en situación tus argumentos, para sacar algo en limpio
> que, tal vez, pueda servirte. No creas que lo hago solo por ti. Tengo mis
> propios motivos, porque tu decisión de partir nos implica a todos, y sobre
> todo a los que no hemos pensado nunca en irnos.
> Te propongo primero que miremos juntos lo que tenemos alrededor.
>  Oyes decir que los jóvenes no tienen valores, reniegan del socialismo,
> se quieren ir del país y no les interesa la política. Quizás los que así
> piensan identifican valores con sus valores, la política con movilizaciones
> y discursos, la defensa del socialismo con determinados mandamientos
> --entre otros, que este sistema es solo para los revolucionarios
> comprometidos, que un ciudadano cubano solo lo es mientras resida en la
> tierra donde nació, o que disponer de otro documento de viaje equivale a
> ponerse a las órdenes de una potencia extranjera.
> Te advierto que los que así razonan no son nada más “algunos
> funcionarios”, sino muchas otras buenas personas, íntegros ciudadanos, para
> quienes defender la patria no es una declaración. De hecho, cuando estos
> hablan de defender las conquistas sociales de la Revolución,  la mayoría
> piensa en educación y salud gratuitas, y --si esa es la medida de la
> Revolución y el socialismo en el plano social--, es lógico que muchos digan
> que tú deberías pagarlas, si te quieres mudar a otra parte “donde no vas a
> defenderlas”.
> En cambio, tú crees que esos derechos los conquistó la Revolución para
> todos, y por eso mismo son tuyos, sin más condiciones que haber nacido en
> esta isla. Has escuchado que, según la Constitución, los derechos básicos
> de un cubano están más allá de su manera de pensar; y que la justicia
> social y la igualdad son precisamente eso: principios y valores que hay que
> ejercer de verdad, sin sujetarlos a clase, raza, género, orientación
> sexual, religión o ideología, porque representan la conquista más
> importante de todas, la de la dignidad plena de la persona. Bueno, si tú
> estás de acuerdo con eso, quizás te sorprenda escuchar que eres una
> criatura del socialismo. Si te importan el bienestar de toda la sociedad,
> la democracia de los ciudadanos, la libertad (incluida la de todos los que
> te rodean) y la independencia nacional, te advierto que eres un ser más
> polítizado que muchos habitantes del planeta –incluidos probablemente la
> mayoría de ese país para donde vas.
> También tú tienes, como esos otros buenos ciudadanos que acabo de
> mencionar, tus propias verdades asumidas, que compartes con tus amigos, y
> que ustedes tampoco ponen nunca en tela de juicio. Por ejemplo, piensan que
> son un cero a la izquierda, y que nada pasa por ustedes. Sin embargo, te
> comento que este sistema nuestro te consulta y te pide que te movilices,
> porque  tu movilización y tus opiniones le son necesarias para que la
> mayoría de las políticas funcionen—aunque ni tú ni muchos burócratas lo
> entiendan así. En efecto, aunque ellos sigan pensando que lo decisivo es
> aceitar la cadena de mando y cumplir el plan,  y tú creas que eres una
> nulidad en el sistema, cuando pides la palabra para criticar los
> Lineamientos, reclamas tus derechos en cualquier parte, protestas ante
> desigualdades y privilegios, aplaudes una crítica dicha sin pelos en la
> lengua, pides que las políticas no solo se enuncien sino tengan resultados
> --e incluso cuando acudes a la Plaza refunfuñando, para hacer quórum en la
> misa de Joseph Ratzinger-- estás contribuyendo activamente a la política, y
> a mantener vivo un tejido sin el cual este sistema languidecería, y que los
> sociólogos llaman *consenso.*
> Por cierto, ese tejido es lo que sostiene también al capitalismo. La
> diferencia consiste en que este no requiere que participes activamente,
> basta con que no intentes subvertirlo, tengas la sensación de estar
> informado y poder decidir quién gobierna, yendo a votar (o no) cada cierto
> tiempo. Naturalmente que allá puedes expresar muchas opiniones y escuchar
> otras miles, elegir entre varios candidatos, enterarte de quiénes son y
> cómo piensan, sus planes y propuestas para los grandes problemas del país,
> e ir a votar (si eres ciudadano) por el que te parezca. Quizás te hayas
> preguntado a veces por qué este sistema nuestro, que tiene sus elecciones,
> no puede darle a la gente que piensa como tú la posibilidad de expresar sus
> opiniones políticas en la televisión, proponer tantos candidatos como
> quiera (no solo abajo, sino a todos los niveles), escucharlos, hacerles
> preguntas y saber lo que tienen en la cabeza, antes de votar por ellos y
> sus propuestas. Siempre has oído que la confrontación política en la
> televisión, una lista abierta de candidatos y el debate entre ellos no es
> otra cosa que la politiquería del capitalismo. Que si abrimos ese espacio,
> los americanos, la mafia de Miami y los disidentes se van a aprovechar para
> usar sus dineros y confundir al pueblo. Y al enemigo “no se le puede dar ni
> tantico así”. Etc.
> También debes haber oído, sin embargo, que nosotros mismos podemos acabar
> con esto que tenemos más probablemente que ese enemigo. Y que este y sus
> planes no pueden ser la causa de que dejemos de hablar de nuestros
> problemas, porque al final, la verdad se impone. Lo has oído, en la voz de
> los principales dirigentes, una y otra vez, pero es como si nada, los
> argumentos de siempre siguen ahí. Estás cansado de escuchar anuncios de
> cambios que no acaban de llegar, y que no dependen de “factores objetivos”,
> sino de una “vieja mentalidad” que sigue sujetando las riendas.
> Por cierto, ahorita que mencioné una frase suya, me pregunto si alguna vez
> has leído al Che Guevara. Hasta no hace mucho saludabas todas las mañanas
> recordando su nombre. Me figuro que lo admiras como protagonista de mil
> hazañas de guerra, y sobre todo, haber sido capaz de morir por sus ideas.
> Te es familiar el guerrillero heroico, pero lo que sabes del pensador
> político del socialismo es apenas unas frases sacadas de contexto en vallas
> y muros despintados, y ciertos lugares comunes, como el tema del “hombre
> nuevo” y los “estímulos morales versus materiales”. ¿Por qué será que nunca
> te hicieron leer en clase “El socialismo y el hombre en Cuba”? El Che no
> creía en la infalibilidad del gobierno o de lo que él llamaba la
> vanguardia. “Sin embargo, el Estado se equivoca a veces. Cuando una de
> estas equivocaciones se produce, se nota una disminución cuantitativa de
> cada uno de los elementos que la forman, y el trabajo se paraliza hasta
> quedar reducido a cantidades insignificantes; es el instante de
> rectificar”. También advertía que la participación ciudadana era esencial:
> “el hombre en el socialismo, a pesar de su aparente estandarización, es más
> completo; a pesar de la falta del mecanismo perfecto para ello, su
> posibilidad de expresarse y hacerse sentir en el aparato social es
> infinitamente mayor. Todavía es preciso acentuar su participación
> consciente, individual y colectiva en todos los mecanismos de dirección y
> de producción».
> Tú también piensas que la participación no puede ser solo cosa de marchas,
> actos y reuniones, donde tu presencia no cambia nada ni incide “en los
> mecanismos de dirección”, sino por el contrario, se diluye en “cumplimiento
> de metas” y otras formalidades. Sientes que en esa participación falta
> compromiso, sinceridad, espontaneidad. Si te piden que pongas un ejemplo de
> formalismo, tal vez menciones a las organizaciones juveniles y los medios
> de comunicación, cuyo estilo y retórica te hacen “desconectar” a ti y a tus
> amigos; o los CDR y la FMC, donde tampoco te sientes participante de nada
> sustancial.
> No sé si sabes que, en un país donde puedes votar y ser elegido para
> cargos en el Poder Popular desde los 16 años, la presencia de jóvenes
> delegados en municipios y provincias ha ido bajando, desde 22 % (1987)
> hasta 16 % (2008). En la Asamblea Nacional, esa presencia promedio cayó al
> 4% en los años 90; y aunque creció en las últimas elecciones, sigue siendo
> inferior a 9% de los diputados.  Como habrás oído, el porciento de viejos
> en el país ha aumentado y hoy es el más alto que hayamos tenido nunca
> (17,73 %); mientras el de niños y jóvenes ha disminuido. Sin embargo, los
> de tu edad, 16-34, son todavía el 31,41 % de toda la población que puede
> participar en el sistema político –muy por encima de los mayores de 60, que
> son solo el 21,6 % de los que tienen ese derecho. Obviamente, la presencia
> de jóvenes en cargos elegidos por voto está muy por debajo de su peso en la
> población adulta. Sea cual sea la causa de ese bajísimo perfil, está claro
> que mientras más jóvenes como tú salgan del país, menos será su presencia
> en cargos políticos; y si resides afuera no vas a poder votar ni mucho
> menos ocupar ninguna responsabilidad. Como ves, tu decisión de irte tiene
> hondas implicaciones también para los que nos quedamos.
> Esto de irse del país no es nada nuevo, claro. Desde antes del 59, cada
> vez más gente se iba, sobre todo al Norte; de hecho, ya íbamos en camino de
> alcanzar una cifra como la de hoy, con más de un millón de nacidos aquí en
> el exterior. Cientos de miles, incluida la clase alta y muchos
> profesionales, se fueron en los 60. Cuando el Mariel (1980) y los balseros
> (1994), partieron otras decenas de miles, entre ellos muchos que no
> trabajaban, administrativos y obreros. En esas oleadas de los últimos
> treinta años, no había tantos jóvenes, profesionales y mujeres como ahora.
> Algunos te dirán, sin embargo, que de otros países –México, Centroamérica,
> el Caribe, para hablar solo de los vecinos— se va más gente que de esta
> isla y no pasa nada. Que hay más dominicanos, jamaicanos y guatemaltecos
> tratando de llegar a EEUU o adonde sea, que cubanos.  Y que en definitiva,
> las remesas de los que se han ido mantienen a flote la economía de sus
> parientes y de su país. ¿Por qué tanto trauma con el caso de Cuba, si eso
> le pasa a otros muchos? ¿No habría que empezar a pensar que somos otra isla
> del Caribe, en vez de asumirnos como los raros y de vivir esta experiencia
> tan normal como una tragedia nacional?
> Otros consideran, en cambio, que somos un caso diferente, porque aquí la
> gente sale por razones políticas, no económicas. Algunos incluso nos miran
> como una isla rodeada de caña de azúcar por todas partes, donde nadie sabe
> lo que pasa afuera. Pero seguro tú sí te has enterado de lo que se dice
> sobre Cuba y los cubanos en el mundo. Aunque no tienes Internet en tu
> casa,  conseguiste un buzón de correo electrónico, u oyes la BBC o Radio
> Caracol o Radio Exterior de España u otra de las muchas estaciones en
> español que se cogen desde cualquier radio. Es probable que hables con
> alguno de los millones de turistas que caminan por nuestras calles; que
> tengas un primo en Hialeah o Alicante; un amigo que viaja porque es médico,
> académico, músico o funcionario. Por alguna de estas vías, o por discursos
> que escuchas aquí mismo, habrás notado que se ha puesto de moda hablar del
> *éxodo* y de la *diáspora* cubanos. ¿Te has fijado que nadie se refiere a
> los japoneses en Sao Paulo, los turcos en Alemania o los gallegos en toda
> América Latina desde que llegó Colón como un *éxodo* o una *diáspora* –y
> son muchísimos más que nosotros en cualquier parte? ¿Por qué será? Estas
> palabras resonantes vienen de la Biblia, donde se usan para describir el
> éxodo desde Egipto a “la tierra prometida” del pueblo de Israel; y su
> posterior dispersión por el mundo. ¿Acaso seremos los judíos de estos
> tiempos? ¿Otro “pueblo elegido”, que paga la culpa por sus pecados?
> ¿Debería tocarle entonces a la iglesia, vicaria de Dios y ajena a los
> éxodos, la misión de reconciliarnos? Como ves, el lenguaje no es totalmente
> inocente. En todo caso, esa afición a creernos excepcionales y esa marea de
> palabras no nos ayudan mucho a ganar claridad sobre lo que somos y nos está
> pasando realmente.
> A fin de cuentas, dentro de poco, tú también serás  “un cubano de la
> diáspora” –lo que siempre será mejor, por cierto, que si te llamaran
> “exiliado”. Cuando llegues allá, verás con tus propios ojos que algunos se
> fueron a la diáspora y han terminado en el exilio. Las causas de esa
> enemistad radican allá y aquí. En ciertos países, la industria del
> anticastrismo, con ramificaciones en muchos sectores, ha creado un mercado
> laboral, donde es posible conseguir un cierto empleo o modo de vida, si uno
> se radicaliza en contra. Como podrás comprobar, al revés que aquí, lo
> políticamente correcto allá es hablar mal de todo lo que pasa aquí, y esa
> norma, en ciertos lugares, puede ser muy estricta, ya lo verás. Otros, en
> cambio, se han puesto así porque del lado de acá les han hecho pagar costos
> elevados, no solo en dinero. Se han sentido castigados, sujetos de
> prohibiciones y separaciones, obligados a pagar una multa personal que les
> resulta injusta y onerosa, solo por haber decidido probar fortuna en otra
> parte. No importa que se haya reconocido oficialmente el origen económico y
> familiar de la emigración, se sigue cultivando insensiblemente entre muchos
> de los que parten un encono, cuyo costo rebasa todas las recaudaciones y
> contabilidades de corto plazo, porque deja una huella indeleble en las
> personas, y por lo mismo, en el cuerpo real de la nación. El precio de esa
> enemistad, naturalmente, es inestimable.
> Como ves, aunque tu decisión personal parece solo eso, tiene un
> significado social y político mayor. Te reitero que nada de lo comentado
> hasta aquí intenta cambiar tus planes. Estoy seguro de que si te quieres
> ir, no hay papeleo, ni trabas, ni condicionamientos familiares, ni tarifas,
> ni medidas punitivas que te detengan. Eso lo saben bien aquellos cuyos
> hijos se han ido, experiencia que incluye a todos los grupos y jerarquías.
> Algunos parecen olvidar, sin embargo, que sobre este tema de la política
> migratoria ha habido experiencias provechosas, que deberían tener un efecto
> demostrativo. Por ejemplo, en el sector de la cultura. Justamente, si
> fueras artista o escritor, no tendrías el dilema de quedarte aquí para
> siempre o irte para siempre. Podrías decidir trabajar afuera durante años,
> y finalmente regresar a tu lugar, para salir cada vez que quieras –como han
> hecho muchos. O seguir allá, mantenerte en contacto y colaborar con
> proyectos aquí, retornar una y otra vez –como hacen otros. Lo cierto es que
> la mayoría de nuestros artistas y escritores no se ha ido del país de modo
> definitivo. Si se tratara solo de términos “estrictamente económicos”, está
> claro que, para los intereses del país, su valor como capital humano es
> muchas veces superior a las gabelas migratorias. Esa política alternativa
> ha dado frutos no solo para ellos, sino para todos nosotros.
> No me vuelvas a decir entonces que la política no te interesa, porque la
> verdad es que todo esto te importa mucho –igual que a la mayoría de los
> jóvenes como tú, que viven afuera, pendientes de lo que pasa aquí. Si te
> preguntaran por tus sentimientos como cubano, quizás digas que estás
> orgulloso de que seamos así como somos, de nuestra herencia cultural,
> tradiciones, luchas por la independencia, creencias, valores, patriotismo.
> Ya ves que tu “apoliticismo” es muy dudoso, digan lo que digan o lo que
> pienses de ti mismo. Ahora bien, probablemente sí te va convenir mucho
> conectarte en directo con las realidades del mundo, y aprenderlas por ti
> mismo, cosa difícilmente alcanzable solo con Internet, la antena o el mp3.
> Salir de Cuba, además de probar fortuna, te da el chance de crecer por ese
> lado. Nada contribuye más a la educación política que viajar, conocer otras
> gentes y culturas, valores y creencias ajenas, palpar directamente y hasta
> experimentar los problemas de otros, para darse cuenta de dónde uno está.
> Si hubieras tenido la oportunidad de viajar y regresar, una y otra vez, el
> contexto en el que tomarías tu decisión ahora sería diferente.
> Quiero terminar esta carta, naturalmente, con una despedida. No queremos
> que te vayas. Pero si ya lo decidiste, ninguna talanquera burocrática te lo
> impedirá, y lo que más cuenta ahora es que no te vayas para siempre.
> Queremos que no partas del todo, y para asegurarlo, lo primero es poner un
> calzo para que la puerta siga abierta. Donde quiera que estés, piénsate uno
> de nosotros, y que perteneces aquí, pase lo que pase. No rompas ni nos dés
> la espalda ni te dejes provocar por nadie, de allá o de aquí, que pueda
> convertirte en un enemigo. Levántate cada día recordando esta nave donde
> seguimos remando, que solo se mueve si todos la empujamos. También tú
> puedes remar desde allá, para que siga a flote y se encamine a buen puerto.
> No dejes que te entre el bicho de la soledad o la nostalgia, que no sirve
> para nada; ni te resignes a la idea de que estás lejos; ni dejes de estar
> pendiente de todo lo que nos pasa. Nosotros seguimos contando contigo. Te
> esperamos siempre, como al que vuelve de un viaje. Lleva con orgullo que
> eres un ciudadano de este país, porque la cubanía no es un documento de
> viaje, ni la patria un pedazo de tela. Habrá quienes te digan que somos una
> isla virtual o imaginada, un territorio diaspórico y otras metáforas. Tú y
> nosotros sabemos que Cuba es el espacio real donde compartimos cosas
> tangibles como riesgos y resultados, costos y aspiraciones, entre todos.
> Así debe ser; y será, si nos lo proponemos duro. Buena suerte y hasta
> pronto.
>
>
>
>
>
>  <http://www.uci.cu/>
>
>
>
> --
>
>
> "Si he cantado mal, yo lo quiero saber, dímelo. ¿Quieres decir sin el alma
> o quieres decir sin la voz? ¿O quieres decir que no sientes lo mismo que
> siento yo?"
>
>
>
> <http://www.uci.cu/>
>
>   <http://www.uci.cu/>
>
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