[colombiamigra] Fw: VERGONZOSAS TRAGEDIAS EN EL MEDITERRANEO

  • From: "william mejia" <dmarc-noreply@xxxxxxxxxxxxx> (Redacted sender "wmejia8a@xxxxxxxxx" for DMARC)
  • To: Colombiamigra <colombiamigra@xxxxxxxxxxxxx>
  • Date: Sun, 26 Apr 2015 15:03:44 +0000 (UTC)


----- Forwarded Message -----
From: Juan Artola <artola.juan@xxxxxxxxxxx>
To: Maria F <mfagetm@xxxxxxxxx>; 'Jorge' <fagetjorge@xxxxxxxxx>; Julín Acosta
<julin-acosta@xxxxxxxxxxx>
Sent: Sunday, April 26, 2015 8:58 AM
Subject: VERGONZOSAS TRAGEDIAS EN EL MEDITERRANEO

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   La vergüenza del Mediterráneo Sami Naïr / Javier de Lucas* Hay que
garantizar los derechos humanos de los inmigrantes detenidos Si los países
ribereños de la costa norte del Mediterráneo tienen el derecho de mantener
centros de detención para inmigrantes, deben también obligatoriamente atender a
los detenidos, respetando las normas que garantizan el respeto de los derechos
humanos. No todos lo hacen con la misma celeridad, y la verdad es que España se
ha distinguido, estos últimos años, a raíz de la crisis económica, por unos
comportamientos que han conmocionado hasta a las autoridades europeas. Se ha
hecho acreedora a no pocas críticas en cuanto al respeto y garantía de los
derechos humanos de inmigrantes y refugiados, relacionadas en particular con el
trato que reciben en las fronteras (las “vallas”) de Ceuta y Melilla, con
episodios tan terribles como los 15 muertos en la playa del Tarajal, que la
justicia española estudia en estos momentos, gracias al esfuerzo de algunas
ONG. También, con las prácticas de las cínicamente denominadas “devoluciones en
caliente”, que a veces incluyen malos tratos —documentados gráficamente y
denunciados entre otros por la ONG PRODEIN— y que suponen violaciones palmarias
de derechos humanos elementales, como lo muestra un reciente informe de
penalistas y constitucionalistas: Derechos en la frontera. ¿Fronteras sin
derechos?No sólo diferentes ONG, sino también autoridades europeas, tanto de la
UE como del Consejo de Europa, así como de la ONU, han expresado reiteradamente
su preocupación por estas malas prácticas y el riesgo que suponen para la
garantía de derechos humanos elementales.Uno de los motivos que más preocupa,
realmente una vergüenza para España y que debería ser corregido sin más tardar,
concierne a la situación de los derechos humanos de las personas internadas en
los Centros de Internamiento de Extranjeros, CIE, creados conforme al artículo
26.2 de la LO de Extranjería de 1985, y definidos como establecimientos
públicos “de carácter no penitenciario“, donde se retiene de manera cautelar y
preventiva básicamente a extranjeros sometidos a expediente de expulsión del
territorio nacional, bien por su condición de irregulares, bien por haber sido
condenados por un delito y haberse aplicado la opción de expulsión. Más del 60%
de los internados, en realidad, lo son por irregularidad administrativa, es
decir, no han cometido delito que explique una situación de privación de
libertad. Aunque el objetivo es la expulsión, a veces se utilizan eufemismos
como “repatriación” o “retorno”, lo que no es correcto, pues la directiva
europea de retorno (2008/115/CE) permite que esos irregulares sean deportados
no sólo a sus países de origen, sino a países terceros por los que haya
presunción de que han transitado. A esos efectos, los Estados de la UE han
desplegado un sistema de acuerdos bilaterales para poder desprenderse de ese
peso muerto sin mancharse las manos. Así lo ha hecho España, por ejemplo, con
Marruecos, Mauritania o Nigeria. Existen actualmente ocho CIE en España (en
Italia, que multiplica casi por 20 el número de inmigrantes y refugiados
recibidos, hay 13), aunque el Gobierno español actual ha anunciado en
diferentes ocasiones su voluntad de crear uno o dos más. Se encuentran en
Madrid, Barcelona, Tenerife, Gran Canaria, Murcia, Valencia, Algeciras y
Fuerteventura. Anteriormente existió un CIE en Málaga, que fue cerrado por sus
inaceptables condiciones en 2012. A pesar de ser expresamente definidos como
establecimientos no penitenciarios, su régimen es de hecho de privación de
libertad. La estancia máxima, según la aplicación que hizo el Estado español de
la mencionada directiva de 2008, es de 60 días, aunque la directiva habilita
hasta ¡18 meses! Las críticas y denuncias sobre restricciones indebidas de
derechos, ausencia efectiva de control judicial, deficientes condiciones de
salud e higiene, dificultades para acceso a traductor, asistencia social y
psicológica, e incluso acceso a abogado, son interminables. También se han
denunciado malos tratos (sólo en el CIE de Zapadores, más de 50 quejas). A todo
ello hay que sumar tres casos de muertes en CIE, de los que sólo uno, la de
Samba Martine en el CIE de Aluche, está siendo investigado judicialmente tras
una sentencia de la Audiencia Provincial de Madrid. El informe anual del
Defensor del Pueblo es indicativo (por ejemplo, el apartado 4.7 del informe
correspondiente a 2014). El propio reglamento de los CIE, publicado en 2014, ha
sido objeto de una severa corrección por parte del Tribunal Supremo. El 10 de
febrero de 2015 se conocía una importante sentencia del pleno de la sala de lo
contencioso administrativo del TS, en la que se declaraban contrarias a derecho
varios aspectos del articulado, reconociendo así parcialmente el recurso
interpuesto por tres ONG, APDHA, Federación Asociaciones SOS Racismo y
Andalucía Acoge. El 13 de abril de 2015 un comunicado conjunto de Cáritas y el
Servicio Jesuita de Inmigrantes denunciaba que, transcurrido más de un año de
la publicación del Reglamento de los Centros de Internamiento de Extranjeros,
ninguna mejora se ha producido en el tratamiento indigno infligido a los
integrantes de estos centros. Lo nuevo, es que ahora las denuncias provienen no
sólo de las ONG sino también de autoridades europeas. El pasado 9 de abril, la
delegación contra la tortura del Consejo de Europa que estudió en 2014 la
situación de los CIE de Zona Franca y Aluche hizo público un informe
extremadamente crítico con la situación de los internados y la garantía de sus
derechos. Entre otras duras críticas, hacen constar la frecuencia de denuncias
verosímiles de malas prácticas, como insultos, trato vejatorio, intimidación,
agresiones físicas y psicológicas, imposibilidad de los internos de ir al baño
durante siete horas seguidas, sobreocupación de las celdas, a pesar de que haya
muchas vacías: “Hay hasta ocho personas en celdas de 24 metros cuadrados”. En
el centro barcelonés, además, no es raro encontrar chinches, según confirma el
grupo de trabajo. Enfatizan la necesidad de que las autoridades españolas
pongan fin a la “humillante práctica” de llamar por el número de detención a
los extranjeros en lugar de por su nombre. Incluso hacen constar que pudieron
escuchar cómo determinados agentes de policía en la Zona Franca insultaban a
los extranjeros. Desgraciadamente, lo denunciado aquí no es específico a
España. El pasado 25 de febrero, en Grecia, tras el suicidio de un paquistaní
de 28 años internado en un centro de detención de extranjeros, el Gobierno
revisó totalmente su régimen. La sensación de vergüenza que le causó el Centro
de Amygdaleza (norte de Atenas) al ministro adjunto de Protección Ciudadana,
Yanis Panusis, fue tan insoportable, según su propio testimonio, que decretó la
apertura de los cinco centros de detención del país y la liberación progresiva
de los 3.500 internos (entre los que había, atención, 216 menores no
acompañados). Sólo los indocumentados con algún delito pendiente o una orden de
expulsión seguirán recluidos. Su vergüenza debería ser la nuestra… *Sami Naïr
es catedrático de Ciencias Políticas y profesor invitado de la Universidad
Pablo de Olavide de Sevilla. Javier de Lucas es catedrático de Filosofía del
Derecho y Filosofía Política en la Universidad de Valencia. En El País de
Madrid, 24 ABR 2015   UE: migración y medidas erráticas – Editorial, La
Jornada, México, 23 Abr 2015  La Unión Europea anunció ayer que se triplicarán
los recursos destinados a rescatar inmigrantes, apenas unos días después de la
tragedia ocurrida frente a las costas de Libia, donde naufragó una embarcación
en la que perecieron más de 750 personas que intentaban ingresar a territorio
europeo de forma clandestina.El anuncio se suma al plan de acción difundido
hace unos días por Bruselas, en el que se definen acciones como el
reforzamiento de los patrullajes en el mar Mediterráneo, otorgándoles
financiamiento, equipamiento y ampliando su alcance; los operativos de
destrucción de embarcaciones usadas por los traficantes de personas; el envío
de equipos de trabajo a países como Italia y Grecia para procesar conjuntamente
las solicitudes de asilo; el registro de las huellas dactilares de todos los
migrantes; el establecimiento de un programa de regreso para la rápida
deportación de migrantes indocumentados, entre otras.Cabe dudar, sin embargo,
de la eficacia de esas medidas para afrontar un fenómeno que se ha vuelto ya
una crisis humana y que ha convertido al Mediterráneo en una trampa mortal para
miles de inmigrantes que intentan llegar al viejo continente en busca de
mejores condiciones de vida.Cabe recordar que en lo que va del año más de mil
750 migrantes han perdido la vida al intentar cruzar de África a Europa a bordo
de embarcaciones precarias, 30 veces más que en el mismo periodo de 2014, de
acuerdo con cifras de la Organización Internacional para las Migraciones
(OIM).No es casual que, ante la magnitud del problema, las principales agencias
de inmigración, refugiados y derechos humanos pertenecientes a la Organización
de Naciones Unidas hayan pedido ayer mismo a la Unión Europea que vaya más allá
del enfoque minimalista con que se aborda el tema migratorio en ese
conglomerado de naciones.En efecto, con las medidas anunciadas por Bruselas las
naciones no resolverán el problema, sino que harán más difícil, peligrosa y
mortífera la ruta de los inmigrantes hacia el viejo continente; incrementarán
los costos que les son requeridos por los traficantes de personas y potenciarán
el drama humano que implica llegar a las costas europeas del Mediterráneo.La
migración es un fenómeno inherente a las civilizaciones y tan antiguo como la
humanidad misma. Lejos de intentar suprimirlo, las metrópolis planetarias
tendrían que adoptar medidas que conlleven a disminuir las condiciones de
precariedad y riesgo en que se colocan las personas que buscan trasladarse a
otro lugar sin contar con los documentos necesarios para ello.En el caso
europeo, la responsabilidad moral con los inmigrantes es doble, particularmente
con los africanos, si se toma en cuenta la responsabilidad que las naciones
europeas han tenido en el historial de saqueo y la convulsión que han padecido
las naciones africanas.  DEL DIARIO PÁGINA 12 DE ARGENTINA
REPORTAJE AL SINDICALISTA ALEMAN MICHAEL SOMMER SOBRE LOS MIGRANTES QUE SE
AHOGAN EN EL MEDITERRANEO
“No debe haber un muerto más”
De visita en la Argentina invitado por el Instituto del Mundo del Trabajo de la
Universidad de Tres de Febrero, el ex presidente de la central sindical más
importante del mundo opinó sobre la crisis humanitaria, Grecia y la
ultraderecha europea. Por Martín GranovskyYa no es un funcionario activo de los
sindicatos. Revista ad honorem en la Fundación Ebert, de los socialdemócratas
alemanes. “Hasta el final de mi vida voy a trabajar para que el mundo sea más
justo”, dice a Página/12 Michael Sommer, que a los 63 años es uno de los
sindicalistas más experimentados del mundo. Entre otros cargos presidió la
Confederación Sindical Internacional entre el 2010 y el 2014.–¿Cómo miden los
sindicatos alemanes el impacto de los últimos muertos en el Mediterráneo
mientras trataban de llegar a Europa desde el norte de Africa?–El impacto fue
menor por un hecho que obviamente no debe celebrarse: se trata de la tercera
gran ola migratoria de las que son consecuencia indirecta de la intervención
norteamericana en la región. Los migrantes que se embarcan huyen de la guerra
civil en Siria. O del desmembramiento de Libia. O de la pobreza extrema en el
continente africano. Es una mezcla de razones políticas y de pobreza. En África
central también hay movimientos migratorios de los que huyen en forma masiva.
Los europeos pensaron durante mucho tiempo que estaban “protegidos”, y lo digo
entre comillas, por el mar. El caso de Alemania es geográficamente especial
porque al no tener costas en el Mediterráneo la llegada de los migrantes se
producía de otro modo.–Pero además de la gran ola turca, que ya es un fenómeno
antiguo y sobre todo económico, llegan refugiados.–Sí, y se producen conflictos
sociales que justamente son alentados por la extrema derecha. Ante este aliento
los sindicatos socialdemócratas son unívocos en sus declaraciones. Se unen para
opinar que los refugiados tienen un derecho. El derecho de que nosotros los
acojamos y protejamos. En el siglo pasado hubo muchísimos alemanes que tuvieron
la suerte de lograr que otros países los refugiaran. Por lo tanto en este
sentido hay una obligación moral de acoger y de no cerrar las fronteras. Eso
más allá de que no sea un problema financiero, porque Alemania cuenta con los
recursos para hacerlo. Estamos muy a favor de que las intervenciones en el
Mediterráneo para salvar a los refugiados de la muerte sean reforzadas
sustancialmente. No debe haber un muerto más. Por otro lado tenemos que lograr
que se combatan las causas de estas corrientes migratorias. No hablo de
combatir a los refugiados sino a los motivos económicos y políticos que
provocan la emigración.–¿Cuál sería la forma de combate a las causas de la
migración masiva?–Primero una ayuda de carácter económico y asistencia
humanitaria en aquellos lugares donde hay guerra civil. Incluso hay que dar
apoyo a los países que acogen refugiados, como Jordania, porque en algún
momento no lo van a poder soportar. Debemos desplegar una política que no
caldee más los conflictos sino que contribuya a una solución. Muchas veces
escucho en Europa que se elevan reclamos en favor de soluciones militares. Es
increíble. Aprendamos de nosotros mismos. Por primera vez en la historia
llevamos 60 o 70 años de paz. Por primera vez no se dirimen conflictos con
medios militares sino con instrumentos humanitarios, económicos y sociales.
Estoy orgulloso de poder decir que hay movimientos de derecha que pueden ver
distinto lo que estoy diciendo pero que en Alemania esos movimientos no tienen
ninguna oportunidad de triunfar con su propuesta.–¿Grecia es un problema o un
desafío?–Ambas cosas. La crisis griega es una fuente de problemas para los
mismos griegos, para la Unión Europea, para la solidaridad en Europa y también
para Alemania. A diferencia de muchos otros países de la UE, Alemania está bien
económicamente. Entonces no nos podemos hacer las víctimas si debemos pagar
algunos euros para ayudar a resolver la crisis. Por otro lado Grecia
internamente es un gran problema para sí misma porque es víctima de su propia
elite. Una elite que no paga impuestos, que está exprimiendo a su propio país y
que se lleva su dinero al exterior. Los más pobres pagan la crisis. A ellos les
hacen pagar. Necesitamos que el nuevo gobierno griego logre que de una buena
vez los ricos hagan su contribución a la financiación del Estado y de la
sociedad.–¿Esto se aplica a otros países en crisis como España?–Para los
Estados periféricos del sur de la UE precisamos una ayuda a fondo. Como
sindicatos alemanes exigimos, junto con las confederaciones europeas, que para
esos países haya un Plan Marshall o similar que esté en el orden de los 200 mil
millones de euros. Un aporte menor carecería de efecto. Si se realiza en forma
planificada teniendo en cuenta la industria, la renovación ecológica y el
desarrollo tecnológico, la protección del Estado tendrá una utilidad concreta
en la elaboración de condiciones para un futuro mejor. Para eso no hay que
seguir la corriente que se expresa por ejemplo en la prensa de derecha según la
que hay que dejar solos a los griegos y echarlos del euro. Para esta derecha,
Alemania sería la gran isla de los que siempre están felices. Es un error. Solo
para tener en cuenta motivos prácticos, Alemania necesita de la UE como
mercado. La estrategia de olvidar a la UE y pensar solo en los Estados Unidos y
Asia no funcionará. Los sindicatos creemos en la solidaridad, pero ayudar a
Grecia no es solo un acto de solidaridad europea. La solución de la crisis en
los países de Europa también es un resultado que favorecerá a Alemania.–El
Nobel de Economía Paul Krugman suele criticar a la canciller Angela Merkel por
su defensa cerrada de la austeridad como base de la política económica.–En
Alemania hemos desplegado políticas en un sentido distinto. La propia Merkel lo
hizo. En 2008, cuando apareció la crisis de los bancos, hicimos lo contrario de
la política de austeridad que entonces y ahora predica la canciller. Como
sindicatos impulsamos y conseguimos una política laboral activa para proteger a
la gente del despido y entre otras cosas logramos un plan de estímulo al cambio
de autos de modelos antiguos. Algo parecido a lo que había hecho Franklin
Delano Roosevelt en los Estados Unidos después de la crisis del ‘30. Fue un
enorme programa de coyuntura y obtuvo un resultado: la crisis del 2008 en
Alemania terminó en 2011. En 2008 el Producto Bruto había decrecido menos cinco
por ciento. Con austeridad no hubiéramos logrado salir del estancamiento. La
austeridad es un sinsentido. Ahorrar en el marco de una crisis solo profundiza
la crisis. La austeridad es doblemente asocial. Uno, profundiza la crisis. Dos,
lleva más gente a una situación de crisis y la vuelca en ella. En Europa en el
marco del movimiento sindical, aun teniendo en cuenta las diferencias entre el
norte y el sur del continente, tenemos mucha conciencia de que la crisis no se
puede combatir con medidas de austeridad. Las diferencias dependen de la
profundidad de la reforma en cada país y del contenido de esa reforma.–¿Qué
significa “reforma” para usted?–La palabra va cambiando, ¿no? Cuando yo era
joven se reformaba para lograr progreso. Hoy “reforma” es una descripción del
retroceso. Por eso soy alérgico a la palabra reforma, porque es una palabra de
barricada de los neoliberales. Creo que hay una amplia disposición por parte de
los sindicatos a cambios de verdad. El problema es la relación entre las
fuerzas de capital y trabajo. Hoy la política europea es un partido aburrido de
fútbol que después de 120 minutos, con alargues y todo, sigue cero a cero. De
hecho no se hace nada. Incluso eso sucede en el gobierno federal de Alemania
por la relación entre las fuerzas conservadoras y las fuerzas progresistas del
SPD, el Partido Socialdemócrata. Un director de cine solía decir que el camino
del medio termina siendo el camino de la muerte. Hay que tratar de modificar la
relación de fuerzas porque en Europa hace falta una solución rápida. En Italia,
en Grecia, en España y en el Reino Unido estamos perdiendo generaciones. Mire
las cifras: 40 por ciento de desocupados en España, 25 en el Reino Unido, 60 en
Grecia. Para la gente joven es una realidad insoportable y al mismo tiempo esas
cifras representan una gran amenaza contra la democracia. Veo con gran
preocupación que las fuerzas de la solidaridad se debilitan y proliferan las
fuerzas nacionalistas que desprecian a la gente. Fíjese lo que acaba de pasar
en Finlandia.–Los ultraderechistas obtuvieron menos diputados, pero igual
superaron el 16 por ciento de los votos.–Por eso digo que hay muchas razones
que deben llevarnos a hacer algo. No podemos seguir en la nebulosa. ¿En qué
punto de la crisis estamos? Nadie sabe si estamos exactamente en el punto medio
de la crisis. Nadie sabe cuándo finalizará la crisis y tampoco si finalizará o
si, en cambio, ya estamos viviendo la próxima crisis de la especulación. Las
burbujas siguen. Hay que observar los valores alcanzados en el mercado por
empresas como Google o Facebook. Son inflados, no reales. En 2010, como vocero
de los sindicatos, me entrevisté con los jefes de gobierno del G-20 y del G-8.
Se nos prometió combatir las razones de la crisis financiera. No pasó nada. Los
especuladores siguen felices. Ya tienen enormes colchones financieros y los
hijos de los especuladores aprenden en las universidades cómo se especula
mejor. La próxima crisis superará a las democracias occidentales. Avanzarán
ideas como las del Tea Party en los Estados Unidos. En la próxima crisis van a
votar a un caballo como presidente.–Una versión democrática de Calígula, que
hizo emperador a su caballo. ¿Hay una propuesta sindical
alternativa?–Inversiones en la economía real. Todo lo demás conduce a la
locura. Nunca antes hubo tanto capital en el mundo. El problema es que no solo
no se reparte sino que el reparto existente es contra los más pobres. La única
manera de dominar la especulación es que el reparto de abajo hacia arriba
termine y se invierta en la economía real y en la infraestructura. No es que en
el mundo no haya trabajo. Suceden otras cosas: el trabajo no se paga y la
riqueza está en los bolsillos equivocados  

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