Gracias querido... El 16 de agosto de 2012 18:23, Mario Parada <mario.parada@xxxxx> escribió: > excelente reflexión, me dieron ganas de leer el libro primero, y luego > ganas de que tu crítica aparezca en un medio de comunicación masiva (la > misma tercera?, the clinic? otro?) > Estamos rodeados de bullshiters!!!! > muchas gracias!! > > > El 16 de agosto de 2012 15:14, Félix Aguirre <felix.aguirre@xxxxx>escribió: > > *Nuestra cultura ´bullshit´* >> >> Acabo de terminar la lectura de *La mala educación. Ideas que inspiran >> al movimiento estudiantil en Chile*. Confieso que, en principio, compré >> y leí el texto movido por motivos, con perdón de la expresión, >> estrictamente académicos. Dicho de otra manera, me acerqué a la lectura del >> profesor Fernando Atria más atraído por la primera parte del título de su >> obra que por el punto y seguido. Me apresuro a aclarar, eso sí, que, como >> se verá más adelante, no es que esté más interesado en los diagnósticos >> sobre el estado (comatoso) de nuestra educación estatal que en las >> vicisitudes políticas del movimiento estudiantil. No, sencillamente >> –pensaba para mis adentros- creía encontrarme en esas etapas en las que los >> investigadores de manera rimbombante anunciamos la necesidad de “alejarnos” >> de la contingencia y darnos un respiro frente a la realidad. Con lo que no >> contaba es con la rapidez con que el profesor Atria se encargó de >> devolverme a la realidad… >> >> Pero, lo que me interesa ahora no es destacar las muchas virtudes que uno >> puede encontrar en este libro (¡léanlo!). Lo que me devolvió abruptamente a >> la realidad es lo que el profesor Atria, haciéndose eco de la expresión >> acuñada por el filósofo Harry Frankfurt para describir nuestra cultura >> contemporánea, denomina, cómo podríamos decirlo, la cultura de la demagogia >> o de la manipulación de la verdad (la cultura que el mismo Frankfurt >> denomina *Bullshit*) y de quienes la personifican (los *Bullshitters*); >> los acólitos de la demagogia que viven de ocultar su ideología a golpe de >> medias verdades, de cifras manipuladas o de confiar más en una imagen que >> en mil palabras; en fin, de esos fanáticos de siempre que dicen estar >> inspirados por la salvación del prójimo cuando en realidad están >> defendiendo intereses propios, muchos de ellos inconfesables. Para decirlo >> con más precisión, personajes que pululan por doquier, cuyo interés no >> apunta a desentrañar los hechos con los que podemos intentar objetivar los >> juicios que hacemos sobre la realidad, sino en la pura y simple *inversión >> de la verdad*: de una “verdad” que solamente sirve a sus propósitos. >> Personajes, por tanto, que, como sugiere el filósofo norteamericano, no son >> ni honestos ni mentirosos. Son, simplemente, manipuladores. * * >> >> Como botón de muestra traigo a colación la última columna de Patricio >> Navia publicada en el matutino *La Tercera *(*). El politólogo* *abre >> los fuegos de su argumentación sobre el significado del proceso >> eleccionario municipal que se avecina, echando mano de una afirmación que >> parece incontestable: “*En democracia,* *los votos pesan más que >> cualquier marcha”*. A juicio de Navia, tras un año en que la política >> nacional se debatió a partir del impacto que lograron en la opinión pública >> las movilizaciones sociales, las elecciones del 28 de octubre pondrán a >> cada quien en su sitio: “*El día de la elección, la voz de los votos >> despejará cualquier duda sobre la dirección en la que quiere avanzar el >> país. Aquellos que se atribuyen la representación de la voluntad popular >> deberán ser capaces de movilizar votantes, porque el peso de los votos se >> hará oír más fuerte que cualquier cacerolazo*”. Tras reconocer que el >> gobierno cambió sus prioridades programáticas al sentirse presionado por >> los manifestantes, como lo demuestra, entre otras cosas, el hecho de que la >> reforma tributaria en curso no sea sino uno de los resultados de aquellas >> presiones, Navia apela a quienes justificando las marchas o compartiendo >> las inquietudes de los convocantes defienden la idea de que estas >> expresiones sociales representan *“(…) a una ciudadanía activa, >> politizada y comprometida*”. Y, enseguida, una vez que el lector ya ha >> percibido que el interés de Navia no es la ni la elección de octubre, ni el >> movimiento estudiantil, ni la democracia, se despacha la siguiente >> digresión, un tanto larga pero que merece la pena ser leída con atención: “ >> *Un análisis menos militante lleva a cuestionar los efectos de las >> marchas sobre principios básicos de la democracia, como la igualdad y la >> representación. Los estudiantes tienen tiempo y capacidad para marchar. >> Lamentable, los habitantes de zonas rurales, los enfermos graves o los >> padres de infantes sin acceso a jardines infantiles no poseen las mismas >> herramientas para ejercer presión a favor de sus legítimas demandas. >> Cuando votamos, todos somos iguales. Pero cuando marchamos -hacemos >> lobbying o ejercemos presión por otros medios- se impone la desigualdad. >> Nada más desigual que tomar decisiones políticas a partir de cuánta gente >> participa en una marcha. Nada más igualitario que una elección donde el >> voto de cada persona -empresario o estudiante, rico o pobre, líder >> universitario o joven trabajador de un call center- vale lo mismo. Además, >> las marchas también confunden el principio de representación. Por más >> desprestigiados que estén, los legisladores llegaron a sus puestos con voz >> de personas. Los líderes de las marchas no tienen la misma representación >> democrática*”. >> >> Después de este exabrupto todo parece estar más claro. Nótese entonces >> que la manera con que Navia comienza el artículo no es baladí, sino todo un >> exordio. Una vez que uno termina de leer el texto completo percibe que cada >> vez que Navia menciona la democracia lo hace desde un conjunto de atributos >> universales, mientras que cuando alude a las marchas, naturalmente, se >> refiere al movimiento social-estudiantil chileno, ese que ocupó las calles >> y se instaló en la retina de la opinión pública durante todo el año pasado. >> Dicho de otro modo, Navia no se refiere a cualquier democracia, sino a los >> valores que universalmente atribuimos al régimen democrático, ni escribe >> sobre cualquier marcha, sino sobre las marchas que ecologistas primero y >> estudiantes después conmocionaron la agenda pública nacional durante el >> 2011. >> >> El ejemplo de Navia es solamente uno de muchos que ilustran cómo se ha >> ido instalando la *cultura Bulshitt* en ciertos medios de comunicación >> nacionales desde la irrupción del movimiento estudiantil y del >> extraordinario esfuerzo que realizan sus secuaces para reiterar una serie >> de argumentos meramente ideológicos, pensados con el único fin de frustrar >> cualquier intento de analizar la realidad con ese mínimo de >> intersubjetividad que cabe exigir en el debate sobre los asuntos públicos >> que más nos preocupan. No se trata de rebatir a Navia aludiendo a un buen >> puñado de ejemplos extraídos de la experiencia, y que muestran hasta qué >> punto la emergencia de movimientos sociales fueron extraordinariamente >> importantes en el advenimiento de democracias con pedigríes tan poco >> cuestionables como la británica o la de los mismísimos Estados Unidos de >> Norteamérica –país por cierto donde Navia enseña Ciencia Política. No se >> trata tampoco de enrostrar al *opinólogo* lo que el politólogo parece >> ignorar en todo lo que atañe a un campo de su disciplina que ha sido objeto >> de una prolija literatura durante estos últimos treinta años. Tampoco por >> cierto se trata de sucumbir a la tentación de espetarle a Navia frases del >> estilo, *¿pero de qué democracia me habla tratándose de Chile?* o esta >> otra, *¿pero de qué idea de representación me habla si estamos en la >> república del binominal?* No, la cosa es aún más grave. Se trata de >> percibir la *inversión* de verdad en la que incurre esa primera y >> atronadora expresión a partir de la que Navia se permite enfrentar los >> atributos universales de la democracia representativa con las multitudes >> chilenas indignadas, y, sobre todo, desvelar cuál es la verdadera >> intención del autor de este panfleto. >> >> Prueben, por ejemplo, la siguiente fórmula y podrán apreciar lo que >> insinúo. Imaginen por un instante que la columna comenzara así: ¿podemos >> decir que la democracia que vivimos en estos días en Chile se parece en >> algo a la de antes de ese fatídico –según Navia- mes de agosto de 2011, >> cuando el Presidente tomó el teléfono y puso fin a la termoeléctrica >> Barracones? O esta otra: ¿qué ha cambiado en el debate público sobre el >> discurrir de nuestra democracia tras las marchas de 2011? Planteado en >> estos términos, el debate se centraría en “nuestra” democracia y en >> “nuestro” movimiento estudiantil. Y a renglón seguido podríamos sostener >> que, los hechos muestran que, al menos, está cambiando la percepción de la >> opinión pública en tres asuntos de enorme relevancia para el futuro de >> “nuestra” democracia: i) que las prioridades de la agenda con que este >> gobierno llegó a La Moneda cambiaron dramáticamente tras las movilizaciones >> de 2011 –y añadiría que con ella también la agenda de toda la clase >> política; ii) que de no introducir con urgencia regulaciones en el modelo >> económico va a resultar una falacia sostener que nuestros mercados operan >> con independencia de voluntades individuales y/o corporativas, lo que >> amenaza con transformar el juego de la oferta y la demanda en parte de esa >> cultura *bullshit* que tenemos el deber de desenmascarar; y lo más >> interesante, o quizás más inquietante para los *bullshitters*, iii) que >> para un número creciente de ciudadanos la autonomía que toda persona >> requiere para tener control sobre su vida se garantiza no solamente porque >> acceda a convertirse en propietario de bienes y ser consumidor de >> servicios, sino porque es, ante todo, “propietario” de derechos….Son >> precisamente de estos asuntos de los que Navia no desea hablar. >> >> (*) >> http://blog.latercera.com/blog/pnavia/entry/salen_las_marchas_entran_los >> >> >> -- >> Félix Aguirre >> Profesor Titular del Instituto de Sociología. >> Universidad de Valparaíso. >> >> > -- Félix Aguirre Profesor Titular del Instituto de Sociología. Universidad de Valparaíso.