[co_inspiracion] Re: [co_inspiracion] Re: [co_inspiracion] Nuestra cultura ´bullshit´

  • From: Félix Aguirre <felix.aguirre@xxxxx>
  • To: co_inspiracion@xxxxxxxxxxxxx
  • Date: Thu, 16 Aug 2012 21:48:28 -0400

Gracias querido...

El 16 de agosto de 2012 18:23, Mario Parada <mario.parada@xxxxx> escribió:

> excelente reflexión, me dieron ganas de leer el libro primero, y luego
> ganas de que tu crítica aparezca en un medio de comunicación masiva (la
> misma tercera?, the clinic? otro?)
> Estamos rodeados de bullshiters!!!!
> muchas gracias!!
>
>
> El 16 de agosto de 2012 15:14, Félix Aguirre <felix.aguirre@xxxxx>escribió:
>
>  *Nuestra cultura ´bullshit´*
>>
>> Acabo de terminar la lectura de *La mala educación. Ideas que inspiran
>> al movimiento estudiantil en Chile*. Confieso que, en principio, compré
>> y leí el texto movido por motivos, con perdón de la expresión,
>> estrictamente académicos. Dicho de otra manera, me acerqué a la lectura del
>> profesor Fernando Atria más atraído por la primera parte del título de su
>> obra que por el punto y seguido. Me apresuro a aclarar, eso sí, que, como
>> se verá más adelante, no es que esté más interesado en los diagnósticos
>> sobre el estado (comatoso) de nuestra educación estatal que en las
>> vicisitudes políticas del movimiento estudiantil. No, sencillamente
>> –pensaba para mis adentros- creía encontrarme en esas etapas en las que los
>> investigadores de manera rimbombante anunciamos la necesidad de “alejarnos”
>> de la contingencia y darnos un respiro frente a la realidad. Con lo que no
>> contaba es con la rapidez con que el profesor Atria se encargó de
>> devolverme a la realidad…
>>
>> Pero, lo que me interesa ahora no es destacar las muchas virtudes que uno
>> puede encontrar en este libro (¡léanlo!). Lo que me devolvió abruptamente a
>> la realidad es lo que el profesor Atria, haciéndose eco de la expresión
>> acuñada por el filósofo Harry Frankfurt para describir nuestra cultura
>> contemporánea, denomina, cómo podríamos decirlo, la cultura de la demagogia
>> o de la manipulación de la verdad (la cultura que el mismo Frankfurt
>> denomina *Bullshit*) y de quienes la personifican (los *Bullshitters*);
>> los acólitos de la demagogia que viven de ocultar su ideología a golpe de
>> medias verdades, de cifras manipuladas o de confiar más en una imagen que
>> en mil palabras; en fin, de esos fanáticos de siempre que dicen estar
>> inspirados por la salvación del prójimo cuando en realidad están
>> defendiendo intereses propios, muchos de ellos inconfesables. Para decirlo
>> con más precisión, personajes que pululan por doquier, cuyo interés no
>> apunta a desentrañar los hechos con los que podemos intentar objetivar los
>> juicios que hacemos sobre la realidad, sino en la pura y simple *inversión
>> de la verdad*: de una “verdad” que solamente sirve a sus propósitos.
>> Personajes, por tanto, que, como sugiere el filósofo norteamericano, no son
>> ni honestos ni mentirosos. Son, simplemente, manipuladores.  * *
>>
>> Como botón de muestra traigo a colación la última columna de Patricio
>> Navia publicada en el matutino *La Tercera *(*). El politólogo* *abre
>> los fuegos de su argumentación sobre el significado del proceso
>> eleccionario municipal que se avecina, echando mano de una afirmación que
>> parece incontestable: “*En democracia,* *los votos pesan más que
>> cualquier marcha”*. A juicio de Navia, tras un año en que la política
>> nacional se debatió a partir del impacto que lograron en la opinión pública
>> las movilizaciones sociales, las elecciones del 28 de octubre pondrán a
>> cada quien en su sitio: “*El día de la elección, la voz de los votos
>> despejará cualquier duda sobre la dirección en la que quiere avanzar el
>> país. Aquellos que se atribuyen la representación de la voluntad popular
>> deberán ser capaces de movilizar votantes, porque el peso de los votos se
>> hará oír más fuerte que cualquier cacerolazo*”. Tras reconocer que el
>> gobierno cambió sus prioridades programáticas al sentirse presionado por
>> los manifestantes, como lo demuestra, entre otras cosas, el hecho de que la
>> reforma tributaria en curso no sea sino uno de los resultados de aquellas
>> presiones, Navia apela a quienes justificando las marchas o compartiendo
>> las inquietudes de los convocantes defienden la idea de que estas
>> expresiones sociales representan *“(…) a una ciudadanía activa,
>> politizada y comprometida*”. Y, enseguida, una vez que el lector ya ha
>> percibido que el interés de Navia no es la ni la elección de octubre, ni el
>> movimiento estudiantil, ni la democracia, se despacha la siguiente
>> digresión, un tanto larga pero que merece la pena ser leída con atención: “
>> *Un análisis menos militante lleva a cuestionar los efectos de las
>> marchas sobre principios básicos de la democracia, como la igualdad y la
>> representación. Los estudiantes tienen tiempo y capacidad para marchar.
>> Lamentable, los habitantes de zonas rurales, los enfermos graves o los
>> padres de infantes sin acceso a jardines infantiles no poseen las mismas
>> herramientas para ejercer presión a favor de sus legítimas demandas.
>> Cuando  votamos,  todos  somos  iguales. Pero cuando marchamos -hacemos
>> lobbying o ejercemos presión por otros medios- se impone la desigualdad.
>> Nada más desigual que tomar decisiones políticas a partir de cuánta gente
>> participa en una marcha. Nada más igualitario que una elección donde el
>> voto de cada persona -empresario o estudiante, rico o pobre, líder
>> universitario o joven trabajador de un call center- vale lo mismo.  Además,
>> las marchas también confunden el principio de representación. Por más
>> desprestigiados que estén, los legisladores llegaron a sus puestos con voz
>> de personas. Los líderes de las marchas no tienen la misma representación
>> democrática*”.
>>
>> Después de este exabrupto todo parece estar más claro. Nótese entonces
>> que la manera con que Navia comienza el artículo no es baladí, sino todo un
>> exordio. Una vez que uno termina de leer el texto completo percibe que cada
>> vez que Navia menciona la democracia lo hace desde un conjunto de atributos
>> universales, mientras que cuando alude a las marchas, naturalmente, se
>> refiere al movimiento social-estudiantil chileno, ese que ocupó las calles
>> y se instaló en la retina de la opinión pública durante todo el año pasado.
>> Dicho de otro modo, Navia no se refiere a cualquier democracia, sino a los
>> valores que universalmente atribuimos al régimen democrático, ni escribe
>> sobre cualquier marcha, sino sobre las marchas que ecologistas primero y
>> estudiantes después conmocionaron la agenda pública nacional durante el
>> 2011.
>>
>> El ejemplo de Navia es solamente uno de muchos que ilustran cómo se ha
>> ido instalando la *cultura Bulshitt* en ciertos medios de comunicación
>> nacionales desde la irrupción del movimiento estudiantil y del
>> extraordinario esfuerzo que realizan sus secuaces para reiterar una serie
>> de argumentos meramente ideológicos, pensados con el único fin de frustrar
>> cualquier intento de analizar la realidad con ese mínimo de
>> intersubjetividad que cabe exigir en el debate sobre los asuntos públicos
>> que más nos preocupan. No se trata de rebatir a Navia aludiendo a un buen
>> puñado de ejemplos extraídos de la experiencia, y que muestran hasta qué
>> punto la emergencia de movimientos sociales fueron extraordinariamente
>> importantes en el advenimiento de democracias con pedigríes tan poco
>> cuestionables como la británica o la de los mismísimos Estados Unidos de
>> Norteamérica –país por cierto donde Navia enseña Ciencia Política. No se
>> trata tampoco de enrostrar al *opinólogo* lo que el politólogo parece
>> ignorar en todo lo que atañe a un campo de su disciplina que ha sido objeto
>> de una prolija literatura durante estos últimos treinta años. Tampoco por
>> cierto se trata de sucumbir a la tentación de espetarle a Navia frases del
>> estilo, *¿pero de qué democracia me habla tratándose de Chile?* o esta
>> otra, *¿pero de qué idea de representación me habla si estamos en la
>> república del binominal?* No, la cosa es aún más grave. Se trata de
>> percibir la *inversión* de verdad en la que incurre esa primera y
>> atronadora expresión a partir de la que Navia se permite enfrentar los
>> atributos universales de la democracia representativa con las multitudes
>> chilenas indignadas, y, sobre todo, desvelar cuál es la  verdadera
>> intención del autor de este panfleto.
>>
>> Prueben, por ejemplo, la siguiente fórmula y podrán apreciar lo que
>> insinúo. Imaginen por un instante que la columna comenzara así: ¿podemos
>> decir que la democracia que vivimos en estos días en Chile se parece en
>> algo a la de antes de ese fatídico –según Navia- mes de agosto de 2011,
>> cuando el Presidente tomó el teléfono y puso fin a la termoeléctrica
>> Barracones? O esta otra: ¿qué ha cambiado en el debate público sobre el
>> discurrir de nuestra democracia tras las marchas de 2011? Planteado en
>> estos términos, el debate se centraría en “nuestra” democracia y en
>> “nuestro” movimiento estudiantil. Y a renglón seguido podríamos sostener
>> que, los hechos muestran que, al menos, está cambiando la percepción de la
>> opinión pública en tres asuntos de enorme relevancia para el futuro de
>> “nuestra” democracia: i) que las prioridades de la agenda con que este
>> gobierno llegó a La Moneda cambiaron dramáticamente tras las movilizaciones
>> de 2011 –y añadiría que con ella también la agenda de toda la clase
>> política; ii) que de no introducir con urgencia regulaciones en el modelo
>> económico va a resultar una falacia sostener que nuestros mercados operan
>> con independencia de voluntades individuales y/o corporativas, lo que
>> amenaza con transformar el juego de la oferta y la demanda en parte de esa
>> cultura *bullshit* que tenemos el deber de desenmascarar; y lo más
>> interesante, o quizás más inquietante para los *bullshitters*, iii) que
>> para un número creciente de ciudadanos la autonomía que toda persona
>> requiere para tener control sobre su vida se garantiza no solamente porque
>> acceda a convertirse en propietario de bienes y ser consumidor de
>> servicios, sino porque es, ante todo, “propietario” de derechos….Son
>> precisamente de estos asuntos de los que Navia no desea hablar.
>>
>> (*)
>> http://blog.latercera.com/blog/pnavia/entry/salen_las_marchas_entran_los
>>
>>
>> --
>> Félix Aguirre
>> Profesor Titular del Instituto de Sociología.
>> Universidad de Valparaíso.
>>
>>
>


-- 
Félix Aguirre
Profesor Titular del Instituto de Sociología.
Universidad de Valparaíso.

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