[chilefuturo] Re: Un articulito futbolero, entretenido

  • From: "Ana Miranda - Valparaiso" <amiranda@xxxxxxxxxx>
  • To: <chilefuturo@xxxxxxxxxxxxx>
  • Date: Tue, 20 Jul 2010 17:46:59 -0400

EXCELENTE!!!!!!! ENTRETENIDO Y MUY INTERESANTE....Y LO MEJOR ES QUE LO LEI 
COMPLETO Y CON INTERES.

Ana Miranda



-----Mensaje original-----
De: chilefuturo-bounce@xxxxxxxxxxxxx [mailto:chilefuturo-bounce@xxxxxxxxxxxxx] 
En nombre de Patricio Chacon
Enviado el: martes, 20 de julio de 2010 17:25
Para: chilefuturo@xxxxxxxxxxxxx
Asunto: [chilefuturo] Un articulito futbolero, entretenido

Aparecido en 
http://www.publico.es/deportes/327634/reino/magico/galeano/mundial/futbol

El reino mágico
EDUARDO GALEANO
 ESCRITOR 13/07/2010 16:59 Actualizado: 13/07/2010 17:16

Pacho Maturana, colombiano, hombre de vasta experiencia en estas
lides, dice que el fútbol es un reino mágico, donde todo puede
ocurrir. El Mundial reciente ha confirmado sus palabras: fue un
Mundial insólito.

Insólitos fueron los diez estadios donde se jugó, hermosos, inmensos,
que costaron un dineral. No se sabe cómo hará Suráfrica para mantener
en actividad esos gigantes de cemento, multimillonario derroche fácil
de explicar pero difícil de justificar en uno de los países más
injustos del mundo.

Insólita fue la pelota de Adidas, enjabonada, medio loca, que huía de
las manos y desobedecía a los pies. La tal Jabulani fue impuesta
aunque a los jugadores no les gustaba ni un poquito. Desde su castillo
de Zurich, los amos del fútbol imponen, no proponen. Tienen costumbre.

Insólito fue que por fin la todopoderosa burocracia de la FIFA
reconociera, al menos, al cabo de tantos años, que habría que estudiar
la manera de ayudar a los árbitros en las jugadas decisivas. No es
mucho, pero algo es algo. Ya era hora. Hasta estos sordos de
voluntaria sordera tuvieron que escuchar los clamores desatados por
los errores de algunos árbitros, que en el último partido llegaron a
ser horrores. ¿Por qué tenemos que ver en las pantallas de televisión
lo que los árbitros no vieron y quizá no pudieron ver? Clamores de
sentido común: casi todos los deportes, el basquetbol, el tenis, el
béisbol y hasta la esgrima y las carreras de autos, utilizan
normalmente la tecnología moderna para salir de dudas. El fútbol, no.

Los árbitros están autorizados a consultar una antigua invención
llamada reloj, para medir la duración de los partidos y el tiempo a
descontar, pero de ahí está prohibido pasar. Y la justificación
oficial resultaría cómica, si no fuera simplemente sospechosa: el
error forma parte del juego, dicen, y nos dejan boquiabiertos
descubriendo que errare humanum est.

Insólito fue que el primer Mundial africano en toda la historia del
fútbol quedara sin países africanos, incluyendo al anfitrión, en las
primeras etapas. Sólo Ghana sobrevivió, hasta que su selección fue
derrotada por Uruguay en el partido más emocionante de todo el torneo.

Algunos resentidos llegamos a sospechar que el pulpo era un corrupto
Insólito fue que la mayoría de las selecciones africanas mantuvieran
viva su agilidad, pero perdieran desparpajo y fantasía. Mucho
corrieron, pero poco bailaron. Hay quienes creen que los directores
técnicos de las selecciones, casi todos europeos, contribuyeron a este
enfriamiento. Si así fuera, flaco favor han hecho a un fútbol que
tanta alegría prometía. África sacrificó sus virtudes en nombre de la
eficacia, y la eficacia brilló por su ausencia.

Insólito fue que algunos jugadores africanos pudieran lucirse, ellos
sí, pero en las selecciones europeas. Cuando Ghana jugó contra
Alemania, se enfrentaron dos hermanos negros, los hermanos Boateng:
uno llevaba la camiseta de Ghana, y el otro la camiseta de Alemania.

De los jugadores de la selección de Ghana, ninguno jugaba en el
campeonato local de Ghana. De los jugadores de la selección de
Alemania, todos jugaban en el campeonato local de Alemania. Como
América Latina, África exporta mano de obra y pie de obra.

Insólita fue la mejor atajada del torneo. No fue obra de un portero,
sino de un goleador. El atacante uruguayo Luis Suárez detuvo con las
dos manos, en la línea del gol, una pelota que hubiera dejado a su
país fuera de la Copa. Y gracias a ese acto de patriótica locura, él
fue expulsado pero Uruguay no.

Insólito fue el viaje de Uruguay, desde los abajos hasta los arribas.

Nuestro país, que había entrado al Mundial en el último lugar, a duras
penas, tras una difícil clasificación, jugó dignamente, sin rendirse
nunca, y llegó a ser uno de los mejores. Algunos cardiólogos nos
advirtieron, desde la prensa, que el exceso de felicidad puede ser
peligroso para la salud. Numerosos uruguayos, que parecíamos
condenados a morir de aburrimiento, celebramos ese riesgo, y las
calles del país fueron una fiesta. Al fin y al cabo, el derecho a
festejar los méritos propios es siempre preferible al placer que
algunos sienten por la desgracia ajena.

Terminamos ocupando el cuarto puesto, que no está tan mal para el
único país que pudo evitar que este Mundial terminara siendo nada más
que una Eurocopa. Y no fue casual que Diego Forlán fuera elegido mejor
jugador del torneo.

Insólito fue que el campeón y el vicecampeón del Mundial anterior
volvieron a casa sin abrir las maletas. En el año 2006, Italia y
Francia se habían encontrado en el partido final. Ahora se encontraron
en la puerta de salida del aeropuerto. En Italia, se multiplicaron las
voces críticas de un fútbol jugado para impedir que el rival juegue.

En Francia, el desastre provocó una crisis política y encendió las
furias racistas, porque habían sido negros casi todos los jugadores
que cantaron la Marsellesa en Suráfrica. Otros favoritos, como
Inglaterra, tampoco duraron mucho. Brasil y Argentina sufrieron
crueles baños de humildad. Medio siglo antes, la selección argentina
había recibido una lluvia de monedas cuando regresó de un Mundial
desastroso, pero esta vez fue bienvenida por una abrazadora multitud
que cree en cosas más importantes que el éxito o el fracaso.

Insólito fue que faltaran a la cita las superestrellas más anunciadas
y más esperadas. Lionel Messi quiso estar, hizo lo que pudo, y algo se
vio. Y dicen que Cristiano Ronaldo estuvo, pero nadie lo vio: quizás
estaba demasiado ocupado en verse.

Insólito fue que una nueva estrella, inesperada, surgiera de la
profundidad de los mares y se elevara a lo más alto del firmamento
futbolero. Es un pulpo que vive en un acuario de Alemania, desde donde
formula sus profecías. Se llama Paul, pero bien podría llamarse
Pulpodamus.

Al fin se hizo justicia, lo que no es frecuente en el fútbol ni en la vida
Antes de cada partido del Mundial, le daban a elegir entre los
mejillones que llevaban las banderas de los dos rivales. Él comía los
mejillones del vencedor, y no se equivocaba.

El oráculo octópodo influyó decisivamente sobre las apuestas, fue
escuchado en el mundo entero con religiosa reverencia, fue odiado y
amado y hasta calumniado por algunos resentidos, como yo, que llegamos
a sospechar, sin pruebas, que el pulpo era un corrupto.

Insólito fue que al fin del torneo se hiciera justicia, lo que no es
frecuente en el fútbol ni en la vida. España conquistó, por primera
vez, el campeonato mundial de fútbol. Casi un siglo esperando.

El pulpo lo había anunciado, y España desmintió mis sospechas: ganó en
buena ley, fue el mejor equipo del torneo, por obra y gracia de su
fútbol solidario, uno para todos, todos para uno, y también por las
asombrosas habilidades de ese pequeño mago llamado Andrés Iniesta. Él
prueba que a veces, en el reino mágico del fútbol, la justicia existe.

Cuando el Mundial comenzó, en la puerta de mi casa colgué un cartel
que decía "Cerrado por fútbol". Cuando lo descolgué, un mes después,
yo ya había jugado 64 partidos, cerveza en mano, sin moverme de mi
sillón preferido.

Esa proeza me dejó frito, los músculos dolidos, la garganta rota; pero
ya estoy sintiendo nostalgia.

Ya empiezo a extrañar la insoportable letanía de las vuvuzelas, la
emoción de los goles no aptos para cardíacos, la belleza de las
mejores jugadas repetidas en cámara lenta. Y también la fiesta y el
luto, porque a veces el fútbol es una alegría que duele, y la música
que celebra alguna victoria de esas que hacen bailar a los muertos,
suena muy cerca del clamoroso silencio del estadio vacío, donde ha
caído la noche y algún vencido sigue sentado, solo, incapaz de
moverse, en medio de las inmensas gradas sin nadie.




-- 
Patricio Chacon Moscatelli
http://web.archive.org/web/20050329193647/www.geocities.com/etica_piagetiana/

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