[chilefuturo] Opinion de un Premio Nobel ....

  • From: Patricio Chacon <pachamos@xxxxxxxxx>
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  • Date: Mon, 10 Oct 2011 17:43:37 -0300

....sobre los Ocupa de Wall Street.

Estoy muy de acuerdo, salvo con sus conclusiones finales: de los
politicos se puede esperar muy poco, creo yo. Los OcupaWS deberian
confiar en mas en forzar un plebiscito vinculante, pienso.

Esta en http://www.sinpermiso.info/textos/index.php?id=4486

Va la copia.

Patricio


                
                
Ocupad Wall Street: enfrentarse a los malhechores
Paul Krugman · · · · ·

09/10/11



Aquí está pasando algo. No está claro exactamente lo que es, pero
puede que por fin estemos asistiendo a la aparición de un movimiento
popular que, a diferencia del Tea Party, está enfadado con la gente
con la que hay que estar enfadado.

Cuando empezaron las manifestaciones de Ocupa Wall Street, hace tres
semanas, la mayoría de los medios informativos desdeñaban los
incidentes, si es que se dignaban a mencionarlos. Por ejemplo, después
de nueve días de manifestaciones, la Radio Pública Nacional no había
dado la más mínima información sobre ellos.

Por tanto, el hecho de que las manifestaciones no solo hayan
continuado, sino que además hayan crecido y acabaran volviéndose
demasiado importantes para ignorarlas, es una prueba de la pasión de
los que participan en ellas. Ahora que los sindicatos y un número cada
vez mayor de demócratas expresan al menos un apoyo matizado a los
manifestantes, Ocupa Wall Street empieza a parecerse a un
acontecimiento importante que, con el tiempo, incluso podría llegar a
considerarse un punto de inflexión.

¿Qué podemos decir de las manifestaciones? Lo primero es lo primero:
la acusación de los manifestantes de que Wall Street es una fuerza
destructiva, económica y políticamente es totalmente acertada.

Un cinismo agotador y la certeza de que nunca se hará justicia se han
apoderado de una gran parte de nuestro debate político y, sí, yo mismo
he sucumbido a veces. Mientras tanto, ha resultado fácil olvidar lo
escandalosa que es realmente la historia de nuestras desgracias
económicas. Por eso, en caso de que lo hayan olvidado, ha sido una
obra en tres actos.

En el primer acto, los banqueros se aprovecharon de la liberalización
para desmandarse (y pagarse unas espléndidas sumas), inflando unas
enormes burbujas mediante unos préstamos temerarios. En el segundo
acto, las burbujas se pincharon, pero los contribuyentes rescataron a
los banqueros, con muy pocos compromisos a cambio, aunque los
trabajadores normales y corrientes seguían sufriendo las consecuencias
de los pecados de los banqueros. Y en el tercer acto, los banqueros
mostraron su agradecimiento volviéndose contra la gente que les había
salvado y proporcionando su apoyo -y la riqueza que seguían poseyendo
gracias a los rescates- a los políticos que prometieron mantener sus
impuestos bajos y eliminar la moderada normativa que se estableció a
raíz de la crisis.

Teniendo en cuenta esta historia, ¿cómo es posible no aplaudir a los
manifestantes por tomar finalmente partido?

Es verdad que algunos de los manifestantes van vestidos de forma
extraña o tienen lemas que parecen absurdos, lo que es inevitable dado
el carácter abierto de los acontecimientos. Pero ¿y qué? A mí, al
menos, me ofende mucho más ver a unos plutócratas con trajes de corte
exquisito, que deben su permanente riqueza a las garantías del
Gobierno y se quejan de que el presidente Obama ha dicho cosas malas
sobre ellos, que ver a unos jóvenes desharrapados denunciando el
consumismo.

Tengan en cuenta también que la experiencia ha dejado penosamente
claro que los hombres trajeados no solo no tienen ningún monopolio
sobre la sabiduría, sino que además tienen muy poca sabiduría que
ofrecer. Cuando los bustos parlantes de, pongamos por caso, la CNBC se
mofan de los manifestantes por su falta de seriedad, recuerden cuántas
personas serias nos aseguraron que no había una burbuja de la
vivienda, que Alan Greenspan era un oráculo y que los déficits
presupuestarios harían que se dispararan los tipos de interés. Una
crítica mejor a los manifestantes es su falta de reivindicaciones
políticas concretas. Seguramente resultaría útil que los manifestantes
se pudieran poner de acuerdo sobre al menos algunos cambios políticos
que les gustaría ver promulgados. Pero no deberíamos conceder
demasiada importancia a la falta de concreción. Está claro qué clase
de cosas quieren los manifestantes de Ocupa Wall Street, y en realidad
es a los intelectuales políticos y a los políticos a quienes les
corresponde la labor de completar los detalles.

Rich Yeselson, un experto organizador e historiador de movimientos
sociales, ha sugerido que la ayuda para las deudas de los
estadounidenses que trabajan sea uno de los temas centrales de las
manifestaciones. Yo lo secundo, porque dicha ayuda, además de hacer
justicia económica, podría contribuir en gran medida a la recuperación
de la economía. Y sugeriría que los manifestantes también exijan
inversiones en infraestructuras -no más recortes de impuestos- para
ayudar a crear puestos de trabajo. Ninguna propuesta va a convertirse
en ley en el actual clima político, pero la razón principal de las
protestas es cambiar ese clima político.

Y ello abre verdaderas oportunidades políticas. No, por supuesto, para
los republicanos de hoy día, que instintivamente se ponen de parte de
los que Theodore Roosevelt apodaba los malhechores de gran riqueza.
Mitt Romney, por ejemplo, quien, dicho sea de paso, probablemente
pague menos impuestos con respecto a sus ingresos que muchos
estadounidenses de clase media, condenó rápidamente las
manifestaciones llamándolas “guerra de clases”.

Pero a los demócratas se les está brindando lo que equivale a una
segunda oportunidad. El Gobierno de Obama ya desperdició antes una
gran cantidad de posible buena voluntad al adoptar unas medidas
benignas con los banqueros que no consiguieron poner en marcha una
recuperación económica, y eso que los banqueros devolvieron el favor
volviéndose en contra del presidente. Ahora, sin embargo, el partido
de Obama tiene la oportunidad de empezar de cero. Lo único que tiene
que hacer es tomarse esas manifestaciones tan en serio como merecen
tomarse.

Y si las manifestaciones incitan a algunos políticos a hacer lo que
deberían haber estado haciendo desde el principio, Ocupa Wall Street
habrá sido un éxito clamoroso.

Paul Krugman es profesor de economía en Princeton y premio Nobel de 2008.

El País, 9 octubre 2011
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Patricio Chacon Moscatelli
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