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GMT+2Subject: [NIEM] Uruguai
https://www.elobservador.com.u y/uruguay-otra-vez-pais-inmigr antes-n1223431
Uruguay, otra vez país de inmigrantes
Por Eduardo Blasina
Abril 14, 2018 05:00
Una nueva realidad que nos obliga a reflexionar
Él era productor agropecuario, a su manera y de la manera que lo dejaban.
Plantaba cebolla, tomate, poroto. Mi papá y mis tíos tenían tambo. Vivía en una
zona rural y viajaba una vez por mes al mercado de la ciudad, donde luego de
pagar impuestos vendía su producción al precio que el Estado dictaba. "El año
que el gobierno tenía un producto, ese año no le interesaba lo que cosecharas.
El año que le faltaba estabas obligado a venderle."
Salía a defender su mercancía, sus tomates, pero como en el 1984 de Orwell, el
Estado tenía el poder absoluto y si querían decomisarle todo, todo le quitaban.
Y eso fue lo que lo decidió a arriesgar la vida con tal de no vivir en la
opresión. "Lo que me hizo decidirme es que fui a la capital con mi tomate, me
decomisaron todo, pero fue en realidad un robo porque no me dieron nada por mis
tomates. Iba a un lugar donde te permitían vender pagando impuestos altos, pero
así y todo, ponen inspectores que pagando impuestos y todo, ellos definen a que
precio tienes que vender. Y si quieren quitarte todo, te lo quitan".
Uruguay se ha vuelto, como en la primera mitad del siglo pasado, un país de
inmigración. Y lo será cada vez más. Por eso es más que oportuna la muestra que
empezará la semana próxima y que nos invita a cuestionarnos este nuevo Uruguay
colorido y más diverso. Los afiches que circulan ya abundantemente al menos por
la capital son bien llamativos e invitan a la reflexión. Porque en las redes
sociales ya circulan cuestionamientos a la llegada de cubanos y venezolanos,
como una posible invasión totalitaria encubierta. Bien distinta esa impresión
del polarizador mundo de las redes, con la que tienen vecinos de Santa Rosa,
encantados con la amabilidad, el respeto y la intención de trabajar
cordialmente con los empleadores que tienen los cubanos que llegan en
cantidades crecientes al pueblo.
"Cuando me decomisaron mis tomates que valían unos US$ 2.000 decidí que no iba
a trabajar más, que me iba a ir costase lo que costase. Hicimos una lancha con
unos amigos, nos tiramos al agua pero nos agarraron los estadounidenses y nos
deportaron de nuevo a Cuba.Entonces fuimos para la Guayana francesa y de ahí a
Brasil y de ahí a Uruguay, donde tenía a un amigo, que su cuñado estaba acá
hacía dos años y no le iba mal. El estaba hacía ocho meses acá y todos están
mucho mejor que en Cuba. Empecé haciendo changas, trabajando todos los días que
se podía. Trabajaba tres o cuatro días a la semana".
Hoy trabaja establemente en un establecimiento agropecuario y al hablar tanto
con él como con su empleador pareciera que la relación fuera de una amistad
solidaria entre el agradecimiento del exiliado que logra un salario que le
permite ahorrar y mandar dinero a su familia, y el empleador agradecido por
encontrar quien trabaja alegre y con espíritu de equipo. Adaptarse a la
agricultura uruguaya tal vez no haya sido fácil. "Yo traía una idea pero allá
todo es manual y aquí todo es mecanizado.. Soy técnico en cultura física, pero
me dediqué al campo que es donde más se puede prosperar, porque en Cuba
cualquier empleado gana un salario que no le da para comer, el que más gana
trabaja por 600 pesos al mes que son 25 dólares al mes. Aquí gano en un día lo
que allá ganaba en un mes así que puedo mandar dinero a mi familia desde que
llegué, mi familia ha tenido esa pensión todos los meses".
Tal vez por el contraste con la dura realidad de la que vienen, tal vez porque
en el interior rural hay una bonhomía que tal vez aleja a algunos ventajeros
para los que siempre un inmigrante es vulnerable, este excampesino cubano y
ahora trabajador rural con residencia en Uruguay está agradecido. "Lo que más
me gusta es como me ha tratado la gente. Soy un privilegiado porque he conocido
muy buenas personas."
Respecto a la gente que tiene el temor de que la llegada de cubanos tenga un
fin político, lo ve con escepticismo. "El que venga de Cuba nadie viene con la
idea de repetir lo de allá. No extraño la comida porque allá hay que comer
hasta piedras y el frío me gusta así que creo que vine a un país que no pensé
que me fuera a gustar tanto, acá no hay ningún tipo de problemas, allá sí".
Decía que la muestra es oportuna. Porque Uruguay todavía no ha tomado plena
consciencia de su renovada condición de país de inmigración. Lo que conlleva no
pocos desafíos. La desocupación va en ascenso, la gente que llega de afuera a
trabajar solo quiere trabajar y los salarios que se ofrecen aquí les parecen
excelentes. Bares, restaurantes, supermercados, la industria avícola y por qué
no las empresas del agro de todo el país, pueden estar encontrando una
provisión de trabajadores que significarán un desafío para esa mayoría de
uruguayos que no termina la Secundaria. Cada inmigrante que llega, es una
persona que recomienda a decenas de compatriotas salir de la miseria de Cuba y
Venezuela para venir aquí.
"El tema es salir, Cuba está como Venezuela, se trata de salir para cualquier
lado para donde sea". Y por supuesto como cualquier uruguayo atento puede
advertir, la inmigración no es solo de estos países. De Haití, India, o
Dominicana, una nueva realidad nos obliga a reflexiones varias que serán
posibles no solo viendo los llamativos afiches por las calles, sino a través de
la muestra que se inaugura este 19 de abril en el Museo de las Migraciones
(MUMI) "Nosotros versus. Los otros", del diseñador gráfico Patricio "Pato"
Handl, que llega gracias a las gestiones de la fundación Viena/Montevideo, que
él mismo, inmigrante, integra. Es que ya ha llenado las calles de Austria con
estas reflexiones tan candentes en Europa.
Los afiches ya hace tiempo que me interpelan a mi mismo cuando veo a una mujer
musulmana con su velo y algo irreductible en mi interior me dice que no es lo
que quiero. Que sí quiero recibir a perseguidos de todo el mundo y a mujeres
musulmanas... pero de aquellas que lleguen deseando quitarse el velo opresor. Y
que por abierto a la diversidad que sea no quiero a ninguna envuelta en velo
intentando convencer a niñas uruguayas que hay algo incorrecto en llevar libre
su pelo, sus orejas o sus cachetes al viento. Debates que por unos días
podremos tener incluso personalmente con el autor, que llevará adelante
distintas charlas y presentaciones, sobre diversos de aspecto de este arte de
la reflexión social. La oportunidad uruguaya es un imán para gente de todo el
mundo y era urgente poner sobre la mesa como quienes llegan del mundo potencian
la oportunidad de esta comarca.
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https://www.elobservador.com.u y/el-55-los-uruguayos-consider ;
a-positiva-la-llegada-inmigran tes-el-32-cree-que-es-negativa -n1201946
El 55% de los uruguayos considera positiva la llegada de inmigrantes; el 32%
cree que es "negativa"
Marzo 28, 2018 15:15
Una tercera parte de la población rechaza que extranjeros se instalen en el
país, y un 6% de evalúa el fenómeno como muy negativo En un momento histórico
en que Uruguay volvió a ser un país receptor de inmigrantes –llegaron 30..000
en los últimos tres años, siendo la mayoría latinoamericanos–, una encuesta de
la consultora Cifra reveló que el 55% de los uruguayos considera positivo la
llegada de extranjeros al país.
Una tercera parte entiende lo opuesto, incluyendo a 6% de la población que
prefirió el matiz de "muy negativo" para definir el arribo de inmigrantes, de
acuerdo al sondeo difundido este martes en Telemundo. Igual cifra respalda como
"muy positivo" que esa realidad suceda.
En Montevideo la inmigración se ve con mejores ojos que en el interior. El 60%
de quienes viven en la capital está de acuerdo con la llegada de inmigrantes,
cuando ese porcentaje desciende a 52% en el interior.
CIFRA
Respecto a las edades, son los jóvenes de entre 17 y 29 años quienes se
mostraron más receptivos. Un 67% de esa franja etérea respalda la inmigración.
Los porcentajes van descendiendo a medida que la población encuestada aumenta
en edad. El 55% de quienes tienen entre 30 y 44 años apoya este fenómeno, entre
los que tienen entre 45 y 59 ese valor se reduce a 53%; y solo el 45% de los
que tienen 60 y más años evalúa positivo la llegada de extranjeros a competir
por fuentes de trabajo.
Por género se percibe una mayor inclinación a recibir extranjeros por parte de
los hombres: ellos lo apoyan en un 58%, mientras que las mujeres que están de
acuerdo son el 51%.
Ideología e ingreso
El informe de la encuestadora asegura que encuentra una correlación entre las
posturas a recibir inmigrantes y las ideologías con que se definen las
personas. La tendencia indica que quienes se presentan como de izquierda son
más favorables a este fenómenos que quienes se definen como de derecha. En el
primer caso, la aceptación es de un 71%, y en el segundo, de un 47%.
"Esto también coincide con la filosofía más internacionalista tradicional de la
izquierda en contraste con una posición más nacionalista asociada a la
derecha", dice el reporte.
La última variable evaluada es el poder adquisitivo, y aquí también puede
notarse una correlación: a medida que el ciudadano tiene mejores ingresos se
encuentra más propenso a la inmigración. El 78% de quienes tienen un ingreso
definido como alto no presentan reparos ante la llegada de extranjeros; entre
los que declararon tener un ingreso medio alto un 57% apoya el fenómeno, y
quienes tienen ingresos medio bajo y bajo apoyan la inmigración en un 48% y
47%, respectivamente.
"La configuración de opiniones hacia los inmigrantes se parece mucho a la
configuración de opiniones hacia el brexit en el Reino Unido", concluye el
estudio de Cifra. La referencia de comparación es el plebiscito a que recurrió
Reino Unido antes de resolver su salida de la Unión Europea en 2016.
"La población más urbana, más joven, de mejor posición económica, con empleos
estables, de centro izquierda" era la que estaba más a favor de independizarse
del bloque económico europeo. "Ese mismo perfil de población –asegura la
consultora– está más a favor de darles la bienvenida a los inmigrantes. Es el
país abierto contra el país cerrado, un debate que hoy se está reavivando en la
mayoría de las 'grandes potencias'".
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https://www.elobservador.com.uy/gobierno-estudia-incorporacion-nuevos-tipos-visa-ordenar-la-inmigracion-n1226793
Gobierno estudia incorporación de nuevos tipos de visa para "ordenar" la
inmigración
Por Federica Chiarino
Abril 27, 2018 05:00
Representantes del Estado, y de los extranjeros coincidieron en algunas de las
fallas que hoy arrastra Uruguay en esa materia
Fidel no vino por turismo ni por negocios. Es cubano, tiene 54 años y dos hijos
gemelos de seis meses que están enfermos. En enero llegó a Uruguay escapando de
una difícil situación económica y con la esperanza de conseguir nuevas
oportunidades en este país. Tenía una casa donde alojarse, algo de dinero que
le había enviado un amigo de Estados Unidos y, en poco tiempo, consiguió
trabajo en una empresa de limpieza que ofrece servicios al Palacio de la Luz.
Se considera un afortunado y, entre lágrimas, agradece a las autoridades de
Migraciones y del Mides por el trato recibido. Pero no todos los inmigrantes
gozan de la misma suerte, y sus inquietudes no siempre se resuelven tan rápido
como las de Fidel.
Si no es por turismo o por negocios, por ahora no hay otra opción. Si un
inmigrante pretende ingresar a Uruguay, y necesita visa, solo puede acceder a
ella alegando alguno de esos dos motivos. Pero la directora de la Dirección
Nacional de Migración, Myriam Coitinho, anunció este miércoles que está en
etapa de análisis un decreto para diversificar los motivos de obtención de
visas para ingresar al país.
De prosperar la iniciativa se habilitarán otras opciones como estudios,
trabajo o razones humanitarias. El anuncio se dio en el ámbito de una mesa de
diálogo sobre movilidad humana, convocada por el Instituto Nacional de Derechos
Humanos (INDDHH).
"Eso nos va a permitir ordenar los flujos migratorios", dijo Coitinho, y añadió
que de esta forma se evitaría "el abuso de gente sin escrúpulos". La noticia
despertó aplausos y silbidos entre el público, mayoritariamente cubano.
Los requisitos están a estudio de las autoridades de Migración, pero se prevé
que para la visa de trabajo –que estiman que será la más solicitada– se pida un
contrato firmado o una promesa de trabajo.
El presidente del instituto de derechos humanos (INDDHH), Juan Faroppa, reclamó
que el Estado uruguayo no tiene una política pública específica para la
movilidad humana. Durante su exposición en la mesa de diálogo recordó el caso
ocurrido en octubre del año pasado, cuando llegaron cuatro inmigrantes
nigerianos a Uruguay por el puerto de Montevideo.
Los cuatro jóvenes arribaron en la madrugada de un sábado, y se contactaron con
un teniente de Prefectura. Pero nadie sabía cómo ayudarlos, dónde podían dormir
o acceder a un plato de comida. Sin haber cometido ningún delito, pasaron su
primera noche en Uruguay en un calabozo. Esa fue la única solución que se les
brindó en el momento.
En esta línea, el académico de la Facultad de Derecho de la Udelar, Juan
Ceretta, dijo que "si habían cometido un delito, el Estado sí tenía una
respuesta" para ellos. Hubiese sido, probablemente, el mismo calabozo al que se
envió a los nigerianos por ser inmigrantes. Pero la ironía que quiso remarcar
Caretta es que exista un protocolo para los delincuentes que ingresan al país,
pero no para los inmigrantes que vienen en busca de oportunidades.
Uruguay recibe cada vez más inmigrantes, de todas partes del mundo. La crisis
en Venezuela hizo que en los últimos años miles de ciudadanos de el país
caribeño decidieran radicarse en Uruguay. En 2017, la cantidad de venezolanos
que inmigró a Uruguay superó por primera vez a los argentinos..
Según Rinche Roodenberg, presidenta de la asociación Idas y Vueltas, Uruguay
debe prepararse porque la demanda es muy grande. "El Estado no tiene capacidad
para adaptarse rápido a nuestras necesidades y nos seguimos sintiendo muy
solos", dijo, y mencionó situaciones de refugiados que viven en carpas en
algunos campings.
Cuando llegan, según Roodenberg, "no tienen a dónde ir, ni qué comer, ni saben
dónde encontrar un trabajo".
Demoras para obtener la cédula
Varios cubanos presentes en la sala del INDDHH realizaron preguntas e
intervenciones. También algunas quejas. Un tema recurrente fueron las
dificultades y demoras en obtener su cédula de identidad. Sin ella, se les hace
muy difícil conseguir trabajo. Muchos de los cubanos que llegaron al mismo
tiempo que Fidel, o incluso antes, dijeron que tenían fecha para tramitar su
cédula en agosto o setiembre.
El inmigrante cubano dijo que en la Dirección Nacional de Identificación Civil
hay demora y que cuando se presentan migrantes a solicitar sus cédulas se les
da prioridad a los que vienen del Mercosur. "¿Por qué le dan la cédula a los
del Mercosur antes que a los cubanos?" reclamó Fidel. "¿Por qué no somos todos
personas iguales?", insistió..
Las autoridades, por suparte, respondieron que se está trabajando para agilizar
los trámites para aquellos que no son nacionales del Mercosur.. Coitinho
explicó que el trato preferencial para los ciudadanos del Mercosur se debe a
que existen acuerdos de residencia.
Acceso a la educación
La educación de los migrantes, desde la infancia hasta la universidad, es otra
preocupación entre los cubanos en Uruguay. Karla Mateluna, de la asociación
Idas y Vueltas del Chuy, relató varias situaciones de vulnerabilidad, como
algunos casos de niños que no pueden acceder a la escuela pública, ya sea por
no tener su cédula o porque ninguna de ellas les hace un lugar.
Pero la directora de Educación del Ministerio de Educación y Cultura (MEC),
Rosita Angelo, dijo que "no hay ni un solo niño migrante que llegue y no tenga
asignado un lugar en una escuela pública" y que el ministerio recibe, año a
año, solicitudes de "miles de niños migrantes".
Entre el público había médicos, arquitectos, abogados. Pero muchos de ellos no
pueden ejercer su profesión en el país, porque no tienen forma de demostrar sus
estudios o porque no pueden apostillar su título.
Angelo explicó que no es fácil acreditar que la persona ha recibido una
determinada formación si no hay documentos que lo prueben. En muchos casos, son
los países de origen los que dificultan el viaje del título a Uruguay, o cobran
costos muy elevados.
Para quienes sí logran traer sus comprobantes de estudios, el MEC está
trabajando en responder más rápido a las solicitudes de apostillado y
reválidas.
El decano de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la
Udelar, Álvaro Rico, admitió que no existe una ventanilla única de consulta
para quienes vienen a realizar sus estudios universitarios a Uruguay. Las
consultas se atienden por facultad, lo que implica que el extranjero desconozca
qué se estudia en cada una de ellas. "No estamos resolviendo un fenómeno que en
la Udelar llegó para instalarse", dijo.
Inmigrantes y representantes del Estado y la sociedad civil coinciden en que la
avalancha se avecina. Llegarán cada vez más extranjeros, como Fidel, en busca
de oportunidades. El gobierno se prepara para recibirlos, y responder a sus
necesidades a la mayor brevedad posible. Mientras tanto, Fidel y muchos otros
claman para que así sea.
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https://www.icndiario.com/2018/04/28/cubanos-y-dominicanos-enganados-montevideo-no-es-la-nueva-miami/
Cubanos y dominicanos engañados: Montevideo no es la nueva Miami
Por R.C. Gómez - 28 abril, 2018
Las redes de tráfico de personas, que lucran con la desesperación de los
inmigrantes cubanos, dominicanos y venezolanos que salen de sus países en busca
de una vida digna son generalmente engañados por inescrupulosos que solo buscan
hacer su negocio.
Un artículo del diario El País de Uruguay: “Nuevos orientales, entre el paraíso
y el infierno”, desnuda la cruda realidad de la vida de estos inmigrantes que
piensan que llegaron a Montevideo, la nueva Miami sudamericana. Nada de esto es
real.
El influyente periódico uruguayo dice en el subtítulo del artículo: “Inmigrar a
nuestro país de forma irregular puede ser una pesadilla. Cubanos y dominicanos
arriesgan su vida al entrar por la frontera y, una vez dentro, pasan meses
hasta que obtienen la cédula y pueden trabajar. Organizados y junto a
activistas, le exigen al Estado que reaccione”.
El País entrevistó al cubano Edy Rodríguez, que al relatar su odisea, hizo
esfuerzos para no llorar: “El boca a boca en Cuba asegura que Montevideo es la
nueva Miami. Integrantes de la misma red que les cobran un mínimo de US$ 400
para guiarlos hacia el sur, les dicen que en este país se vive como reyes y en
un solo año harán más dinero que en toda su vida en la isla. Nadie les advierte
que sin visa deberán esperar hasta seis meses por la cédula (de identidad).
Muchos vienen sin saber siquiera que tenemos cuatro estaciones. Cargan lo que
cabe en una mochila y unos pocos dólares que se les escurren pagando pensiones
con pisos agujereados por donde se ven pasar ratones”, cuenta.
Varios extranjeros narran los engaños que sufrieron por parte de las mafias que
les aseguraron una vida mejor en territorio uruguayo. Un país donde muchos
ciudadanos nativos tienen dificultades para conseguir trabajo.
Otro tema es el invierno. Muchos cubanos acostumbrados al calor llegaron y se
encontraron con el insoportable frío invernal de Uruguay; otra prueba de que no
habían llegado a la “Miami sudamericana”.
Pero también los inmigrantes exigen a las autoridades del país que eligieron
para vivir, en este caso Uruguay.
Los dominicanos piden que se elimine la visa impuesta en 2014 ya que perjudica
la reunificación familiar, aseguran mientras cientos de migrantes llegan a
Uruguay y la pregunta es saber si realmente este país está preparado para
recibir a tantas personas desde el exterior que van a radicarse.
La inseguridad
La inseguridad pública es otro tema que preocupa a las autoridades. En lo que
va del año 2018 han ocurrido 132 homicidios en todo el país, hasta el 21 de
abril. El ministro del Interior de Uruguay, dijo en una interpelación en el
Senado que “del total de homicidios cometidos entre el 2012 y 2018, motivados
por el conflicto entre criminales pasó a ser de un 29% en 2012 a un 45% en
2017. Mientras que en el primer trimestre de 2018, el 58% de los homicidios
están relacionados con el conflicto entre delincuentes”.
El líder opositor, Senador Jorge Larrañaga de Alianza Nacional de Uruguay,
declaró: ‘Los delincuentes tienen a la sociedad uruguaya al borde del knockout,
nos están ganando’. En un artículo de opinión, Larrañaga sostiene: “300
homicidios por año. Un enorme aumento de los femicidios. ¿Cuándo nos hubiéramos
imaginado un país con 20.000 rapiñas entre las consumadas y las tentativas?,
¿cuándo se hubiera pensado que en el interior del país se verían como nunca
antes, ajustes de cuentas o un incremento de las rapiñas? y ¿cuándo se hubiera
creído que en nuestro país existieran sicarios, barrios tomados por el
narcotráfico dejando a miles de compatriotas honestos y trabajadores rehenes de
estos delincuentes? Repito, porque a veces es necesario reiterar: hay barrios
de Uruguay tomados por los narcos, hay sicarios y hay guerra entre bandas”.
Larrañaga agregó en referencia al gobierno: “No es admisible que
permanentemente echen culpas hacia afuera. Han responsabilizado del aumento de
delitos: al neoliberalismo, al capitalismo, al consumismo, a los 90, al 2002, y
hasta han osado responsabilizar a la víctimas (civiles y policías), pero nunca
han hecho ni la menor autocrítica. No se les ha ocurrido admitir que falla la
política de seguridad, que no es suficiente lo que se está haciendo. Perdón, no
quiero olvidarme de las iniciativas del gobierno…aparentemente ahora van a
salir con escopetas con balas de goma…”
Los refugiados siguen llegando a Uruguay
A la lista de 42 refugiados sirios, seis ex reclusos de Guantánamo y 69
colombianos, se agregan 16 ciudadanos salvadoreños, más dos que ya han recibido
asilo en Uruguay.
La situación de los salvadoreños es alarmante; según consigna el diario El País
de Montevideo, vienen huyendo del peligro de las maras (pandillas criminales),
la guerra de las drogas, las ejecuciones extrajudiciales de los paramilitares y
la casi epidemia de femicidios.
Cada una de estas familias recibió una casa del Ministerio de Vivienda de
Uruguay —en principio por un máximo de dos años— y un sustento de Naciones
Unidas (Acnur), para hacer frente al desafío de reconstruir sus vidas de la
nada, pero el país que les recibe, asume una responsabilidad proactiva en el
cuidado de las personas a las que da protección.
A esto se agrega una oleada de inmigrantes que llegaron a Uruguay en forma
masiva, venezolanos, dominicanos y cubanos, que se suman a las colectividades
de argentinos y brasileños, entre otras nacionalidades.
El Estado uruguayo, también subsidia a los reclusos de Guantánamo y a las
familias sirias, muchas de las cuales exigen más ayudas al gobierno
izquierdista de Tabaré Vázquez.
Las diferencias del gobierno con las familias sirias
El problema de las familias de refugiados sirios que llegaron a Uruguay
llevadas por decisión del expresidente Mujica en 2014 durante su mandato, le
trajo al gobierno nuevas complicaciones en abril de 2017
Una familia siria que fue instalada en el departamento de Salto desde hace tres
años a través del programa de Reasentamiento de Personas Sirias en Uruguay, fue
a la Presidencia de la República para exigir “una mejor subvención financiera e
irse del país”. Meses atrás explicaron que “aunque nuestro país esté en guerra,
allá se vive mejor que en Uruguay, acá es todo caro y no cumplieron con
nosotros”.
No es la primera vez que se reciben las quejas de esta familia cuyos miembros
han declarado a los medios conceptos tales como: “en guerra vivíamos mejor” o
“ahora estamos mucho peor que antes”.
El sueño truncado de los dominicanos
El diario uruguayo El Observador, revela en un artículo: “Dominicanos vinieron
en busca de un sueño y terminaron en un asentamiento” en el barrio precario La
Quinta, donde en un principio vivían unas 19 familias provenientes de República
Dominicana que arribaron a Uruguay en busca de una prosperidad que nunca llegó.
Llegaron allí luego de que sus habitantes, en su mayoría dominicanos, fueran
desalojados por orden judicial de un predio ubicado en la zona de Parque
Guaraní de Montevideo.
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https://www.elpais.com.uy/que-pasa/nuevos-orientales-paraiso-infierno.html
Nuevos orientales, entre el paraíso y el infierno
Inmigrar a nuestro país de forma irregular puede ser una pesadilla. Cubanos y
dominicanos arriesgan su vida al entrar por la frontera y, una vez dentro,
pasan meses hasta que obtienen la cédula y pueden trabajar. Organizados y junto
a activistas, le exigen al Estado que reaccione.
MARIÁNGEL SOLOMITA sábado, 28 abril 2018
Edy Rodríguez respira hondo, mira hacia arriba, resopla; hace su mayor esfuerzo
para no llorar frente a un grupo de activistas y de representantes del gobierno
que discuten los problemas de acceso a los derechos que están teniendo cientos
de inmigrantes que llegan a nuestro país, es decir, los problemas que a él no
lo están dejando dormir desde hace semanas, que lo tienen destrozado
emocionalmente.
Entre los cubanos que vienen sin la visa, o sea, de forma irregular, la suya es
historia repetida. Tiene 33 años. Llegó hace tres meses tras una travesía de
siete días en los que viajó de La Habana a Guyana —el único país junto a Rusia
que no le exige visa a Cuba— y desde allí atravesó el continente a pie, en
ómnibus y en taxi, esquivando la red de traficantes de personas que organiza
esta ruta. Esta es la única forma de ingresar por la frontera con Brasil sin
presentar el documento oficial que autoriza la entrada.
Llegó por Rivera. Solicitó refugio, pero la agenda del Ministerio de Relaciones
Exteriores está sobrecargada y aún falta un mes para que tenga la primera
entrevista y así comenzar a tramitar la residencia. Hasta ese momento estará
sin cédula, y sin el documento no consigue trabajo. Los ahorros se le
terminaron y no puede pagar el apartamento que alquila junto a su esposa y
otras seis personas. Duermen cuatro en una misma habitación.
El boca a boca en Cuba asegura que Montevideo es la nueva Miami. Integrantes de
la misma red que les cobran un mínimo de US$ 400 para guiarlos hacia el sur,
les dicen que en este país se vive como reyes y en un solo año harán más dinero
que en toda su vida en la isla. Nadie les advierte que sin visa deberán esperar
hasta seis meses por la cédula. Muchos vienen sin saber siquiera que tenemos
cuatro estaciones. Cargan lo que cabe en una mochila y unos pocos dólares que
se les escurren pagando pensiones con pisos agujereados por donde se ven pasar
ratones, cuenta Edy.
No aguanta más. Ahogado por las lágrimas, se sostiene el pecho y dice: "Es un
peso insoportable haber tomado la decisión de irme para estar viviendo así". Le
pido que me hable de su esposa. Su angustia es tan grande que no es capaz de
describir cuál es el color de su pelo.
Abrir una puerta.
Al igual que otros inmigrantes, Edy consultó abogados por su situación. Sucede
que el Banco de Previsión Social permite trabajar hasta seis meses presentando
el pasaporte, pero el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social no comparte esta
disposición, así que podría multar al empleador y son pocos los que corren el
riesgo. Una empresa interesada en sumarlo a su plantilla redactó una carta para
que presentara en el Ministerio de Relaciones Exteriores y así agilizar la
entrevista, pero no tuvo suerte. Los abogados tampoco encontraron una salida.
Con todas las puertas cerradas, se jugó la última carta y fue al encuentro
"Diálogos sobre movilidad humana", organizado por académicos de Idas y vueltas,
la asociación que está funcionando como un hogar para los inmigrantes. La
conferencia anunciaba la presencia del embajador Jorge Muiño, director de
Asuntos Consulares y Vinculación. Allí se informó que el Estado trabaja en un
decreto que diversificará el tipo de visas. Hasta el momento, Uruguay
únicamente otorga la visa de turista. En la región, les exige este documento a
cubanos, dominicanos y haitianos, por eso los dos primeros ingresan de forma
irregular.
Edy se acercó a Muiño, el embajador lo escuchó, anotó su número de teléfono y
le dijo que estudiarían su caso.
Para quienes reciben cada semana a inmigrantes irregulares, esta situación es
una bomba de tiempo. Cubanos, dominicanos y venezolanos armaron sus propias
asociaciones para ayudarse entre sí, pero no es suficiente. La antropóloga
Pilar Uriarte, directora del Núcleo de Estudios Migratorios y Movimiento de
Población de la Udelar, resume lo que piensan todos: "El Estado no tiene un
espacio que piense, dialogue y vincule con la población inmigrante, que cada
vez está en situaciones más complejas". La sentencia que se repite es dura: su
forma de abarcar el problema es ineficiente. Nadie, a excepción de las
organizaciones civiles, acompaña a los inmigrantes los primeros días en el
país. Los más severos dicen que el discurso de puertas abiertas que se promueve
es hipócrita.
En la mesa de Diálogos, cuando tuvo la palabra, Muiño levantó la voz para decir
que "hay mucho para trabajar", pero que tampoco hay que concentrase en lo
"micro", es decir, en los casos excepcionales, e ignorar "lo mucho que sí se ha
hecho". Recordó que Uruguay tiene una ley migratoria sin igual en la región,
que entregó 34.400 residencias en la última década y que es el único país que
no deporta a quienes ingresan de forma irregular. "¿Qué otro país en el mundo
entrega una cédula antes de la residencia?", cuestionó.
Aseguró que los cinco organismos que coordinan entrevistas con inmigrantes
atienden cada día a unas 100 personas, y se estudian todos los casos de forma
particular. El problema, explica, es que "dábamos 3.000 residencias por año y
ahora entregamos más de 12.000". El aluvión de inmigrantes tomó por sorpresa al
Estado. Esta es una excusa que Rinche Roodenburg, fundadora de Idas y vueltas,
el hada madrina de los migrantes que pasan por nuestro país, ya se cansó de
escuchar. "No existe una política pública sobre movilidad humana. Se nos ha
dicho varias veces que están trabajando en el diseño de una, pero el tiempo
pasa y nada", alega.
Mientras tanto, son estas organizaciones las que les dan alimento, ropa,
atención médica y, si pueden, les consiguen alojamiento, trabajo y las cartas
de invitación necesarias para concretar la reunificación familiar de cubanos y
dominicanos.
Valeria España, abogada nacida en México que dirige el Centro de Promoción y
Defensa de Derechos Humanos (CDH), opina que "una política migratoria no se
construye atendiendo caso a caso ni de organización civil en organización
civil". Sin embargo cree que, si quisiera, nuestro país podría tener la mejor
política migratoria del mundo. ¿Por qué? "La normativa es clara y la voluntad
política es insuficiente pero bien intencionada. En países como Argentina y
Chile se criminaliza la irregularidad migratoria, acá no. Ya tenemos el camino
más difícil andado, ahora falta consolidar espacios para que realmente los
inmigrantes accedan a los derechos que les da la ley".
Con el brazo en alto, sacudiendo un ejemplar de una guía de apoyo al
inmigrante, Muiño dijo: "Esto se llama migración ordenada". Allí están
explicados todos los pasos que hay que dar para obtener la visa, la residencia
o pedir asilo como refugiado, un trámite que puede demorar un año y que no
conlleva beneficios, a no ser que esté enmarcado en un programa especial, como
es el caso de los sirios. También están detallados los derechos que se les
prometen a los extranjeros: los mismos que tienen los uruguayos. "Acá no existe
la ilegalidad. Acá el irregular es igual al regular", insistió Muiño.
Sin embargo, la exigencia de la visa para cubanos, dominicanos y haitianos, las
penurias que pasan aquellos que ingresan de forma regular o irregular mientras
no se les entrega la cédula, y la violencia que viven en las pensiones para
resolver su situación habitacional, provoca que algunos de estos nuevos
orientales consideren que para el Estado uruguayo hay inmigrantes de primera y
de segunda. Entre los que se sienten de segunda, cada vez son más los que
retornan a su país.
Por la frontera.
El cubano Yoendris Lastre llegó con visa y por avión, pero le estafaron US$
5.000. Foto: A. Colmegna
Yoendris Lastre se pone de pie, acomoda su postura de manera de lucir sus
zapatos nuevos y recién lustrados, y agradece a las autoridades lo que han
hecho por el pueblo cubano. Sin embargo, les pide que se elimine la exigencia
de la visa, porque ellos llegan igual "poniendo su vida en peligro para
ingresar por la frontera".
Yoendris está sin dormir. Trabajó toda la noche como guardia de seguridad en
los pasillos desiertos de un shopping. Tiene una maestría en Psicopedagogía,
una carrera que requiere siete años de estudio, pero no se queja. Ayer por la
mañana el sueño tampoco le impidió cumplir con su compromiso de cada miércoles:
participa de las reuniones de Idas y vueltas en las que escucha a los
inmigrantes recién llegados y los orienta en cómo hacer los trámites.
Cada semana llegan al menos 25 personas nuevas. Para los cubanos y los
dominicanos que vienen sin la autorización de entrada, la noticia de que la
espera por el documento es larga siempre es un drama. Yoendris se consuela
pensando que, al menos, apoyarlos es una forma de no perder su vocación.
Su historia es como encontrar una aguja en un pajar. Llegó con visa y por
avión, pero el sueño le costó caro. Entre los requisitos de este documento, a
los cubanos se les exige una cuenta bancaria de un mínimo de seis meses con US$
5.000. Además se les pide que demuestren que tendrán medios de vida en Uruguay
(al igual que a los dominicanos).. En Cuba, el salario mínimo es de US$ 9.
Yoendris consiguió el dinero prestado y se lo entregó a un grupo de cubanos y
uruguayos que le aseguraron que al llegar tendría alojamiento, comida,
seguridad social y un trabajo en la Universidad de la República.
Cuando bajó del avión no había nadie esperándolo y el número de contacto que le
habían dado para emergencias era falso. Se acuerda del terror que sintió esa
madrugada en la sala de espera del aeropuerto, con temor a ser deportado si
pedía ayuda, y aprieta los ojos como si quisiera borrar ese recuerdo. "Los
cubanos ya no soñamos con ir a los Estados Unidos, ahora soñamos con Uruguay",
dice.
Karla Mateluna, nacida en Chile y encargada de la sucursal de Idas y vueltas en
el Chuy, coincide con este relato. Se presenta como la única persona que les da
la bienvenida a los que ingresan por la frontera de Rivera, Artigas, Chuy o
Yaguarón (Río Branco). En el Chuy no funciona el Ministerio de Desarrollo
Social, dice. Los vecinos hospedan a quienes arriban con los bolsillos vacíos,
y juntan dinero para pagarles las consultas médicas, las vacunas y el carné de
salud. En el hospital "no los atienden sin cédula a no ser que sea una
emergencia".
A la espera de que llegue su turno en Migraciones, un grupo de cubanos acampa
en la orilla de un arroyo. En el Chuy llegó a haber 150 cubanos en la sala de
espera del Consulado. "Los cónsules se están llevando trabajo a sus casas
porque están desbordados", dice.
Además, llegan dominicanos y venezolanos. Los venezolanos no necesitan visa.
Como su país es miembro del Mercosur, en una semana reciben la cédula y en
menos de un mes la residencia, pero en el viaje de ida son quienes menos dinero
traen y por eso muchos llegan a pie haciendo la misma ruta que los otros
inmigrantes indocumentados.
Ángel Galíndez preside la Asociación de Venezolanos en Uruguay, es abogado y
dictaba clases de proceso penal en su país. Ahora trabaja como guardia de
seguridad y dice que además del drama de la vivienda, se les sumó que llegan
con la documentación incompleta para la residencia y para certificar estudios.
"El tema de las coimas aumentó muchísimo en Venezuela. Si esperas, la demora es
de hasta seis meses por trámite. Nuestro salario mínimo es de US$ 6 y los
funcionarios están pidiendo US$ 100 o más para hacerlo más rápido".
El recibimiento cada vez exige una mayor respuesta por parte del Estado.
Ángel Galíndez, presidente de la Asociación de Venezolanos en Uruguay junto
a su esposa y sus dos hijos. Foto: D. Borrelli
De segunda.
Decenas de inmigrantes hacen fila en la puerta de la ONG Manos Veneguayas.
Allí, un grupo de mujeres liderado por Alicia Pantoja reúne donaciones de ropa,
juguetes y artículos de todo tipo y los distribuyen entre su comunidad. Esta
vez, en la fila están Santa, su hijo Maikel y tres niños hijos de una amiga:
todos dominicanos.
Santa vive en el barrio Borro, en un asentamiento junto a otras 25 familias de
su país. Maikel lleva un gorro para tapar la cicatriz que le hicieron allí al
quitarle el celular en una rapiña. A Santa también la robaron: el ladrón entró
a su casa y le sacó el teléfono de las manos.
De los caribeños, la comunidad dominicana llega con un menor nivel de
formación. A ellos les tocan los peores trabajos. Esta semana, una familia
visitó el consultorio jurídico de la Facultad de Derecho. La familia no pudo
pagar el alto costo que piden las pensiones —que según informa la Intendencia
de Montevideo varía entre $ 4.000 y $ 8.000 por persona— y terminó en la calle,
como tantos otros inmigrantes. Como pernoctar en la vía pública constituye una
falta, la Policía los detuvo. La familia ocupó una finca abandonada y el
propietario realizó la denuncia penal por usurpación. El fiscal les dio 20 días
para desalojar el lugar. "Si los procesan tendrán un antecedente penal, y con
antecedentes no les dan la residencia", plantea el abogado y docente Juan
Ceretta.
Su plan es, primero, solicitarle al Ministerio de Vivienda una garantía de
alquiler o una vivienda para la familia. Y si esto no funciona, presentar una
acción de amparo. El año pasado, el Centro de Promoción y Defensa de Derechos
Humanos tuvo un caso similar con una familia de refugiados angoleños. El
abogado de este ministerio se opuso a la solicitud diciendo: "Nunca el Estado
ha satisfecho la necesidad de vivienda de su población, menos aún ahora podrá
afrontar este proceso de inmigración incontrolado". El amparo se negó.
Roberto Soria, vinculado a la representación de esta familia, cree que con la
vivienda podría pasar lo mismo que con el acceso a los medicamentos de alto
costo: "Una vez que las acciones de amparo se multiplican los jueces empiezan a
leer el fenómeno en clave de derechos".
La asistencia legal también se brinda a madres dominicanas que, debido al bajo
ingreso que consiguen en nuestro país, envían a sus hijos nacidos aquí a ser
criados por sus familiares, y luego estos no se los quieren devolver. También
hay situaciones en las que la reunificación familiar —que el artículo 10 de la
ley migratoria contempla— no se cumple.
Aura Mercado, presidenta de la Asociación de Dominicanos, llegó en 2014, antes
de que el Estado fijara la visa para ordenar el flujo migratorio de esta
comunidad. Por eso no pudo traer a sus tres hijos como tenía previsto. No los
vio durante cuatro años. "En Uruguay no existe la clasificación de visa",
plantea. Solo hay una, de turista, y permite la permanencia por 90 días.
Para traer a un familiar, además de la visa, se exige una carta de invitación
que debe ser redactada por un ciudadano uruguayo. Aura cuenta que esto provocó
un mercado negro que cobraba hasta $ 8.000 por el documento. Idas y vueltas
solucionó el problema reuniendo a un grupo de voluntarios dispuestos a hacerse
responsables por los dominicanos invitados. Así fue como ella puedo traer a sus
hijos.
En la primera jornada de Diálogos, Aura se sentó en primera fila. Cuando Rosita
Angelo, la directora de Educación del Ministerio de Educación y Cultura, dijo
que no hay "ni un solo niño inmigrante sin lugar en la educación pública", Aura
la interrumpió: "Hay", le dijo.. Su hijo es uno de ellos. Luego de recorrer
liceos y oficinas para que le aceptaran las fotocopias de la escolaridad,
cuando finalmente obtuvo el certificado para que ingresara, ya no había cupos
disponibles. El hijo de Santa tampoco pudo estudiar: le dijeron que no podía
ingresar al liceo sin cédula.
Luego de este entredicho, Muiño anunció que dos funcionarios de Migración
atenderán en la Comisión de Refugiados para acortar la demora. Y Myriam
Coitinho, la directora Nacional de Migración, comunicó que en unos meses habrá
"distintos tipos de visa para ingresar al país". Habrá visa de trabajo, de
estudio, de reunificación familiar. "Esto nos va a permitir ordenar el flujo y
limitar el abuso de gente sin escrúpulos", comunicó. En este momento se están
definiendo los requisitos para obtenerlas.
Aura, con su gracia caribeña, se puso de pie y pidió un aplauso. Muiño sonrió
ante su audacia. Rinche Roodenburg, de Idas y vueltas, no parecía estar muy
entusiasmada. Le pregunto si las visas no son una buena noticia. Me dice que lo
mismo les dijeron el año pasado.
Pensiones en peor estado están “afuera del mapa”
Para obtener la garantía de alquiler que otorga el Ministerio de Vivienda,
hacen falta tres meses de antigüedad laboral y la cédula. Por esta razón, casi
ningún inmigrante se salva de dormir temporalmente en una pensión.. Según
informa la Intendencia de Montevideo (IM), es habitual que cobren entre $ 4.000
y 8.000 por persona.. Quienes no llegan a reunir el dinero duermen en refugios
del Mides o en la calle.
La mayoría de las pensiones abusan de sus usuarios, que han denunciado
hacinamiento, mala higiene y estafas. Yoendris Lastre es uno de los cubanos que
pagó y sin explicación fue expulsado del local.
La IM firmó un convenio con el Núcleo de Estudios Migratorios y Movimientos de
Población para que releve cuáles son las pensiones irregulares -ya que en su
mayoría ni siquiera están registradas- y así pensar en cómo modificar la
normativa vigente. Para esto, el grupo de estudio entrevistó a inmigrantes.
Además de ajustar la normativa, la IM prevé generar “una suerte de pensión en
fincas en desuso”, adelantó Fabiana Goyeneche, directora de Desarrollo Social.
“Todavía no está desarrollado el modelo de gestión”, dijo.
[mensagem organizada por Helion Póvoa Neto]
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