[co_inspiracion] Fwd: [Universidad] Declaración de Paulo Slachevsky

  • From: Mario Parada <mario.parada@xxxxx>
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  • Date: Fri, 25 Jul 2014 15:04:22 -0400

---------- Mensaje reenviado ----------
De: Jorge Gonzalorena <jorge.gonzalorena@xxxxx>
Fecha: 25 de julio de 2014, 12:47
Asunto: [Universidad] Declaración de Paulo Slachevsky
Para: "<universidad@xxxxx>" <universidad@xxxxx>


Ser judío, del orgullo a la vergüenza



*Paulo Slachevsky* <http://www.elmostrador.cl/autor/pauloschonchol/>*
, *Fundador
de la editorial LOM


Siempre me he sentido orgulloso de ser parte del pueblo judío, de una
cultura que con todas sus contradicciones vio nacer a Montaigne, Spinoza,
Marx, Freud, Einstein, Trotsky, Arendt, tantos hombres y mujeres que han
hecho significativos aportes a la humanidad, en la creación y en la
búsqueda de un mundo más justo y humano.


Me siento judío cuando pienso en los sueños que marcaron a generaciones de
jóvenes que fueron ensanchando el mundo con sus aspiraciones de libertad,
de comunidad, de justicia, de hermandad, que transversalmente han cruzado
colores de piel y naciones. Desde el mismo texto bíblico Éxodo, está
explícita la necesidad y experiencia de la libertad de un pueblo, de las
aspiraciones y derechos cuando se está sometido al yugo, al sometimiento.


Me identifico con la historia emblemática de exilios y dolores del pueblo
judío, en cuyas esperanzas de libertad se reflejan todos los pueblos. Y esa
historia, con horas trágicas, me ha motivado, como a muchos otros, a
defender irrestrictamente los derechos humanos, partiendo por el derecho a
la vida y a la dignidad.


Me siento orgulloso de ser judío por el deber de memoria que marca su
cultura, la cultura de la escritura, del comentario, la traducción y la
crítica; por la constante interpelación ante la indiferencia. Por su
reconocimiento a los justos que en horas de horror, a riesgo de sus vidas,
hacían real la palabra solidaridad y todo por salvar a los perseguidos. Por
una historia que ha interpelado a nuestra humanidad como seres humanos, más
allá de razas y creencias, por su lucha contra la indiferencia.


Sin duda hoy y en estos años se ha manchado de triste manera la historia de
un pueblo que para muchos era sinónimo de justicia y libertad. Bien nos ha
enseñado la historia que no se acallan los anhelos de libertad y dignidad
con la censura y la fuerza, que no se puede hacer cualquier cosa en nombre
de la seguridad y del deseo de expansión territorial, que por la fuerza se
pueden ganar varias batallas, pero sostenerse solo a través de ella pone en
claro riesgo la perpetuidad.


Por todo ello me identifico también, y no puedo quedar indiferente, ajeno,
a los dolores de otros pueblos, de otros seres humanos. Como no me es
indiferente el dolor de los judíos a través de la historia y su derecho a
constituirse en nación, tampoco me es indiferente ese derecho para el
pueblo palestino, el pueblo kurdo, los pueblos indígenas de nuestro
continente.


Y cuando es el Estado de Israel, en nombre del pueblo judío, quien repite
en otros lo que le tocó vivir a este pueblo una y otra vez a lo largo de
siglos, me avergüenza. Sí, me avergüenza.


Me avergüenza ver hoy cómo se masacra al pueblo palestino bajo el discurso
de la defensa propia.


Me avergüenza que se diga “retírense para salvaguardar sus vidas”, cuando
bien se sabe que no tienen adónde ir y se les tiene encerrados en un gueto
de miseria, opresión y humillación.


Me avergüenza cuando se les pide cordura, pacifismo y racionalidad mientras
día a día se les ocupa, se les maltrata y se les asesina, intentando cortar
toda posibilidad de futuro.


Me avergüenza que la comunidad judía califique toda crítica y presión
internacional como persecución o antisemitismo, cuando fue la misma
solidaridad internacional y las Naciones Unidas las que dieron legitimidad
al Estado de Israel.


Me avergüenza que como pueblo no seamos capaces de masivamente alzar la voz
y dejemos que dominen las voces del egoísmo ciego, incapaz de mirar más
allá de sus intereses a corto plazo.


Me horroriza cómo se usa toda la potencia guerrera contra la población
civil, cómo se ejecuta el castigo “por cada baja de mi lado, tendrán 10 o
50 del vuestro” que han aplicado las peores tiranías de la historia.


Sin duda hoy y en estos años se ha manchado de triste manera la historia de
un pueblo que para muchos era sinónimo de justicia y libertad. Bien nos ha
enseñado la historia que no se acallan los anhelos de libertad y dignidad
con la censura y la fuerza, que no se puede hacer cualquier cosa en nombre
de la seguridad y del deseo de expansión territorial, que por la fuerza se
pueden ganar varias batallas, pero sostenerse solo a través de ella pone en
claro riesgo la perpetuidad.


Es hora de parar ya y no manchar irremediablemente nuestra memoria y
sentidos de comunidad dejando a nuestros hijos un legado de infamia. Del
otro lado del muro están nuestros hermanos.



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