[chilefuturo] Puede que no se gane la batalla actual...

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  • Date: Sun, 25 Sep 2011 16:30:27 -0300

...pero es cuestion de tiempo que Palestina reciba la nominacion de
estado independiente que merece.

Obama no tiene verguenza: mire que afirmar que Palestina debe
conseguir su independencia negociando con sus carceleros....

El articulo esta en: http://www.sinpermiso.info/textos/index.php?id=4449

Patricio
Y la copia.
                
Palestina: El fracaso del imperio
Robert Fisk

25/09/11




Los palestinos no lograrán un Estado esta semana. Pero probarán –si
logran los votos suficientes en la Asamblea General y si Mahmud Abbas
no sucumbe a su característica postración frente al poder de Estados
Unidos e Israel– que merecen un Estado. Y establecerán para los
árabes, lo que a Israel le gusta llamar –cuando agranda sus colonias
en tierra robada– "hechos de la tierra": nunca más podrán Estados
Unidos e Israel chasquear sus dedos y esperar que los árabes junten
los talones. Estados Unidos perdió su paquete en Medio Oriente. Se
terminó: el "proceso de paz", "la hoja de ruta", el "acuerdo de Oslo";
todo el fandango es historia.

Personalmente creo que Palestina es un Estado de fantasía, imposible
de crear ahora que los israelíes han robado tanto de la tierra de los
árabes para su proyecto colonial. Vayan y echen un vistazo a
Cisjordania, si no me creen. Las masivas colonias judías de Israel, su
perniciosas restricciones a la construcción de hogares palestinos de
más de un piso y el cierre de los sistemas de aguas cloacales como
castigo, los "cordones sanitarios" al lado de la frontera jordana, los
caminos sólo para israelíes han convertido el mapa de Cisjordania en
un parabrisas aplastado de un auto chocado. A veces, sospecho que lo
único que evita la existencia de "un Israel más grande" es la
obstinación de los palestinos.

Pero ahora estamos hablando de un asunto mucho más serio. Este voto en
la ONU va a dividir a Occidente –a los estadounidenses de los europeos
y montones de otras naciones– y va a dividir a los árabes de los
estadounidenses. Y va a hacer estallar las divisiones en la Unión
Europea; entre europeos del Este y del Oeste, entre Alemania y Francia
(el primero apoyando a Israel por todas las razones históricas de
siempre, el último enfermo por el sufrimiento de los palestinos) y,
por supuesto, entre Israel y la Unión Europea.

En el mundo se creó un gran enojo por las décadas del poder israelí,
su brutalidad militar y la colonización; millones de europeos, aunque
conscientes de su propia responsabilidad histórica por el Holocausto
judío y bien conscientes también de la violencia de las naciones
musulmanas, ya no se intimidan en su crítica por temor a ser
catalogados de antisemitas. Hay un racismo en Occidente –y siempre lo
habrá, me temo– contra los musulmanes y los africanos, así como hacia
los judíos. Pero, ¿qué son los asentamientos israelíes en Cisjordania,
en donde no puede vivir ningún palestino, árabe o musulmán, si no una
expresión de racismo?

Israel comparte esta tragedia, por supuesto. Su gobierno demente ha
llevado a su gente a este camino hacia la perdición, adecuadamente
resumido por su temor a la democracia en Túnez y Egipto –qué típico
que su principal aliado en esta tontería sea la terrible Arabia
Saudita– y su cruel negativa a disculparse por la matanza de nueve
turcos en la flotilla a Gaza el año pasado y su otra negativa a
disculparse con Egipto por el asesinato de cinco de sus policías tras
una incursión palestina a Israel.

Adiós a sus aliados regionales, Turquía y Egipto, en el período de
apenas 12 meses. El gabinete de Israel está compuesto por gente
inteligente y potencialmente equilibrada como Ehud Barak, y otros como
el ministro de Exterior, Avigdor Lieberman, el Ahmadinejad de la
política israelí. Dejando el sarcasmo de lado, los israelíes merecen
algo mejor que esto.

El Estado de Israel puede haber sido creado injustamente –la Diáspora
palestina es prueba de esto– pero fue creado legalmente. Y sus
fundadores fueron perfectamente capaces de hacer un trato con el rey
Abdulá de Jordania después de la guerra de 1948-49 para dividir a
Palestina entre los judíos y los árabes. Pero fue la ONU la que
decidió el destino de Palestina el 29 de noviembre de 1947, cuando le
dio a Israel su legitimidad, siendo los estadounidenses los primeros
en votar su creación. Ahora –por una suprema ironía de la historia– es
Israel quien desea evitar que la ONU les dé a los árabes palestinos su
legitimidad –y es Estados Unidos el primero en vetar tal legitimidad.

¿Tiene Israel el derecho a existir? La pregunta es una trampa,
regularmente y estúpidamente recitada por los llamados partidarios de
Israel: para mí también, en pocas pero cada vez más ocasiones. Son los
Estados –no los humanos– los que le dan a otros Estados el derecho a
existir. Para que los individuos lo hagan tienen que mirar un mapa.
Porque, ¿dónde exactamente está Israel? Es la única nación en la
tierra que no sabe y no quiere declarar dónde está su frontera
oriental. ¿Es la antigua línea de la ONU del armisticio, la frontera
de 1967 tan querida por Abbas y tan odiada por Netanyahu, Cisjordania
palestina menos los asentamientos o todo Cisjordania?

Muéstrenme un mapa del Reino Unido que incluya Inglaterra, Gales,
Escocia y el norte de Irlanda, y tiene derecho a existir. Pero
muéstrenme un mapa del Reino Unido que afirma incluir los 26 condados
de Irlanda independiente y muestra a Dublín como británica en lugar de
una ciudad irlandesa, y diré no, esta nación no tiene el derecho a
existir en esas expandidas fronteras. Que es el porqué en el caso de
Israel, que cada embajada occidental, incluyendo las embajadas
estadounidenses y británicas, están en Tel Aviv y no en Jerusalén.

En el nuevo Medio Oriente, en medio del Despertar Arabe y la
revolución de la gente por la dignidad y la libertad, este voto de la
ONU –aprobado en la Asamblea General, vetado por Estados Unidos si va
al Consejo de Seguridad– constituye un tipo de bisagra: no es sólo una
vuelta de página, sino el fracaso del imperio. Tan encerrada en Israel
se ha convertido la política exterior de Estados Unidos, tan temerosos
están todos sus congresistas –al extremo de amar más a Israel que a
los Estados Unidos–, que esta semana Estados Unidos resaltará no como
la nación que produjo a Woodrow Wilson y sus 14 principios de
autodeterminación, no como el país que luchó contra el nazismo y el
fascismo y el militarismo japonés, no como el modelo de libertad que
representaban sus Padres Fundadores, sino como un Estado viejo y
cascarrabias, egoísta y asustado cuyo presidente, después de prometer
un nuevo afecto por el mundo musulmán, se ve obligado a apoyar a una
potencia ocupante contra un pueblo que sólo pide un Estado.

¿Deberíamos decir "pobre Obama", como lo he hecho yo en el pasado? No
lo creo. Bueno para la retórica, vanidoso, entregando amor falso en
Estambul y El Cairo a pocos meses de su elección, esta semana probará
que su reelección es más importante que el futuro de Medio Oriente,
que su ambición personal por quedarse en el poder está antes que el
sufrimiento de un pueblo ocupado. En este contexto, es bizarro que un
hombre que se supone de altos principios se muestre tan cobarde. En el
nuevo Medio Oriente, donde los árabes están reclamando los mismos
derechos y libertades que Israel y Estados Unidos dicen que ellos
defienden, esta es una profunda tragedia.

Los Estados Unidos son responsables del fracaso por no enfrentarse a
Israel y no insistir en una paz justa en Palestina, inducidos por el
héroe de la guerra de Irak. Los árabes también, por permitir que sus
dictadores duraran tanto tiempo y por lo tanto obstruir el escenario
con falsas fronteras y viejos dogmas y petróleo (y no vayamos a creer
que una "nueva Palestina" sería un paraíso para su propia gente).
Israel también, cuando debería estar contento con el pedido palestino
de un Estado en la ONU con todas sus obligaciones de seguridad y paz y
reconocimiento de otros miembros de la ONU. Pero no. El juego está
perdido. El poder político de Estado Unidos en Medio Oriente será esta
semana neutralizado en beneficio de Israel. Un gran sacrificio en el
nombre de la libertad...

Robert Fisk es el corresponsal del diario británico The Independent en
Oriente Próximo.


Traducción para La Jornada: Celita Doyhambéhère




-- 
Patricio Chacon Moscatelli
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